¡Cursis!
Doña Cuaresma
C ÁDIZ fue la inventora de la palabra cursi para definir a las personas que quieren ser finas y elegantes sin conseguirlo. Cursi es aquello afectado, amanerado, pretencioso y que termina resultando ridículo. Cursi es, por ejemplo, una comparsa.
Si los señores del Patronato se dedicaran a otra cosa distinta que a repartir entradas a amigos y a familiares, procederían a descalificar a todas las comparsas. No hay nada más alejado de lo gaditano que una comparsa.
¿Qué tiene que ver Cádiz con esa cursilada?
Las músicas son infumables. Una sucesión inverosímil de pianos, falsetas y octavillas. Un amaneramiento absoluto en las voces y unos compases repetitivos que no tienen nada que ver con lo gaditano. Quieren llegar a la copla española y se quedan en una música ridícula.
¿Y las letras? ¿Qué me dicen de las letras? ¿No hay un alma caritativa que le diga a esos letristas que son unos horteras? En pleno siglo XXI no se puede seguir escribiendo esas cursiladas de 'muero por Cádiz, por volver, por cantar en febrero, por defender el Carnaval'.
Lean sin apasionamiento las letras de nuestras comparsas y quedarán ruborizados ante tanta afectación, vulgaridad y horterismo.
Espero que algún día, tras la actuación de una de estas modernas comparsas, se escuche una voz desde el gallinero de nuestro Gran Teatro Falla:
¡Cursis!
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