Diario del Carnaval

El Carnaval de Cádiz y sus historias: El tío del cartel

  • La obra que anunció la fiesta en 1987, de Hernán Cortés, sorprendió por su realismo y provocó un aluvión de coplas en el primer Concurso que acogió el Teatro Andalucía

Montaje del cartel en el Teatro Andalucía para el COAC de 1987.

Montaje del cartel en el Teatro Andalucía para el COAC de 1987. / D.C.

El Carnaval de Cádiz de 1987 fue especial por muchos motivos. El Gran Teatro Falla se había cerrado para sufrir una profunda renovación y el Teatro Andalucía acogía el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas, con los camerinos en la Torre Tavira ante la falta de espacio en el nuevo enclave. El gran Ramón Díaz ‘Fletilla’ pregonaba el Carnaval “sin los honores de otros”, como decía Joaquín Quiñones en un pasodoble de su comparsa ‘Pulchinelas’ (1993), y Emilio Rosado, El Gómez y compañía se inventaban el Carnaval Chiquito, para los más jartibles, clavando su bandera en la puerta de Correos.

Pero ese Carnaval se recordará, como ningún otro, por el cartel que lo anunció, obra del pintor gaditano Hernán Cortés, el conocido retratista del rey Felipe VI. Hasta el punto de que fue, junto al yamentiende de Butragueño, que asomó por sus calzonas en un partido de la Liga española, el tema más tocado en las coplas.

No era para menos. El cartel rompía con la tónica habitual de la fantasía, la piconera, la Catedral, La Caleta, la máscara y el antifaz. Un señor de dientes amarillentos, una careta y unas gafas y nariz de plástico. El concejal de Fiestas de entonces, Manuel González Piñero, explica la génesis de esa obra encargada a quien hoy en día es más que un reconocido pintor en España. “Veníamos de unos concursos de carteles desastrosos y decidimos encargarlo. Queríamos dejar para la ciudad un patrimonio, eligiendo un cartel con dignidad y calidad, y no el menos malo de un concurso”. El del año anterior, de Eugenio Chicano, no estuvo exento de polémica. Contenía una manola de Goya que le granjeó las críticas por plagio. González Piñero defiende que “no se entendió que ese cartel era un collage, y como tal podía llevar otros elementos”.

El autor del cartel del 87, Hernán Cortés, cuenta que “quise aportar mi visión del Carnaval desde dentro y huir del típico cartel”. Pensó “representar a ese carnavalero que se echa a la calle solo y se hace su propio Carnaval, por eso el lenguaje realista que utilicé en la pintura”.

Fueron muchas las conjeturas, en las coplas, buscando en quién se inspiró el artista. “Me lo encargaron el año anterior y estuve en el Carnaval 86 en el Falla y en la calle haciendo fotos. Con eso me hice una idea y surgió el personaje. Y no, no era nadie en concreto”, relata.

Aunque reconoce que le sorprendió “el eco que tuvo la obra”, el revuelo que se formó le supuso cierta satisfacción. “La polémica es propia del Carnaval de Cádiz y creo que con el tiempo el cartel se recuerda”, apostilla. Pintar el cartel fue para Hernán Cortés “una experiencia estupenda, disfruté mucho”.

Y es que, según González Piñero, Cádiz “es una ciudad conservadora con sus cosas y si se le altera el ritmo, se pone loca. Eso ocurrió con el cartel”. “Sabía que iba a gustar. A pesar de tantas coplas como le dedicaron nunca pensé que había sido un fracaso. Todo lo contrario, le prestaron atención y no pasó sin pena ni gloria”, estima. El ex edil de Fiestas en la época de Carlos Díaz como alcalde añade que “el cartel debe ser un grito en la pared y que todo el mundo hable de él. Y Hernán Cortés lo consiguió”. González Piñero es contundente al afirmar que “es de los mejores carteles de la historia pues recoge el espíritu del Carnaval del pueblo: un tío que se tira a la calle con lo primero que coge para disfrazarse”.

El cartel “costó barato en comparación con la calidad del artista, ya que no podíamos pagar mucho”. Hoy en día, según el ex edil, “el Carnaval de Cádiz ha tomado tal dimensión que cualquier artista de prestigio lo haría gratis”.

Sobre el escenario del Teatro Andalucía, los miembros de la chirigota ‘Terror terrorífico en la casa del horror horroroso’, la chirigota de los Villegas con Love y compañía, temblaban en la presentación al ver el cartel. ‘Un montón de guanaminos’, el primer premio de ese año con ‘Carapalo’ y José Vicenti en la autoría, cantaban que “me han dicho que es el querío de Ángela Channing de Falcon Crest” y el coro ‘Puerta del Mar’, el primero que lograron meter Migueles, Gamaza y Marchena en una final, relataba en un cuplé que si antes a los niños traviesos sus padres los amenazaban con la bruja piti o el coco “todas esas cosas no los asustan ya, ahora tan solamente pasan miedo cuando los amenaza su mamá, que como seas malo va a cogerte el tío del cartel del Carnaval”. Otra chirigota, ‘Los feicios’, la primera de Juan Manuel Braza ‘El Sheriff’, aseguraba que “solo hay que fijarse un poco y verás como enseguida das con la cueva de María Moco”. Y el cuarteto ‘Enredo’, de Emilio Gutiérrez Cruz ‘El Libi’ y Manolo Santander, fantaseaban con que el tío del cartel anunciase el dentrífico Profidén en las farmacias, dada la amarillez de sus dientes.

El cartel del Carnaval no es como un árbitro, cuyo gran éxito radica en pasar desapercibido al acabar un encuentro. Cuanto más se hable del cartel, más habrá trascendido. Y eso es lo que le ocurrió al de Hernán Cortés en el Carnaval de Cádiz de 1987.

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