El partido en que lloraron todos
Cádiz | murcia · el ambiente
Dos caras La afición cadista derrama lágrimas con sabor a permanencia, mientras la murciana acaba hundida y pensando en la Segunda B Tensión Soler, protagonista de un pique con el banquillo visitante
Si el miedo hubiera estado presente ayer de forma física en Carranza, el lleno habría sido total porque nadie estaba libre del temor a un batacazo que le acercara a Segunda B. Al final aparecieron las lógicas lágrimas de estos momentos. Las de los cadistas, de alegría al sentirse más que nunca Tacita de Plata; las de los murcianos, de dolor por seguir caminando con un pie en Segunda B.
Otra vez el calor marcó el choque con una temperatura insufrible y un sol de frente en Preferencia que supone un castigo enorme, tanto como la presente temporada. Pero la afición cadista se repone a cualquier palo y ayer compró todo el papel que se puso a la venta. ¿Los huecos? Pues de los cientos, incluso miles, de abonados que prácticamente se han olvidado del equipo desde las primeras jornadas. Esos asientos vacíos los llenaron cadistas de corazón con pasado amarillo como Velázquez, Oli y Bezares, entre otros, que últimamente son habituales del campo cada 14 días.
El calor no hizo mella en los nuevos palcos VIP. El de la avenida también agotó el papel, y en el de la azotea de los pisos más próximos al Carranza daba la sensación de existir una pequeña grada supletoria. Son los nuevos y afortunados abonados, que no dudan en dar las gracias a Teófila: "Cádiz sonríe por un derribo".
El mayor número de espectadores provocó el lógico aumento del empuje de éstos, que desde el primer minuto estuvieron junto al equipo, siempre liderados por Fondo Sur. Y como la afición es inteligente y se ha convertido en el mejor fichaje y en el entrenador ideal del equipo, a la media hora un inesperado griterío despertó a la grada y trató de alcanzar a los jugadores, que ayer no se podían quejar del público.
Antes del descanso se produjo una sustitución extraña (minuto 44) al marcharse Enrique -aparentemente sin problemas- y entrar en el campo Ramis -éste, a tenor de su pésimo rendimiento, sí los tiene-, lo que no varió nada porque si poco fino estuvo el extremeño, lo del uruguayo empieza a ser de juzgado de guardia. Ambos se llevaron su ración de pitos. Como los que se ha ganado Luis Soler, segundo entrenador, que al más puro estilo Cristóbal Soria -delegado del Sevilla-, montó el taco al acudir en plan matón hacia el banquillo del Murcia. Afortunadamente pararon a tiempo a Cortijo -segundo técnico de los pimentoneros-, que a tenor de su reacción no debió escuchar un piropo de boca del argentino. Otra vez se pierden las formas. Y es que a Julio Peguero le salen imitadores.
La penúltima ovación fue doble: para Tristán y Toedtli, que intercambiaron puestos dentro y fuera del césped. La última, para Fleurquin, para el Cádiz, para la afición, para el Dios que encumbra a este equipo y su sentimiento, para el balón por querer entrar y para el fútbol por ser justo con el único que ayer quiso ganar.
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