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Raúl López, el líder espiritual

  • El futbolista con más partidos jugados en la historia de la entidad desempeñó con éxito el rol de motivador en el vestuario antes del inicio de los duelos del ascenso

En el vestuario de cualquier equipo es siempre conveniente la presencia de un líder carismático, una persona que aporte ese plus de motivación, que llegue a lo más profundo del corazón de los jugadores, sobre todo cuando es la hora de afrontar los partidos más importantes, como los disputados por el conjunto amarillo para conseguir el exitoso ascenso a Segunda División A que pusieron fin a un complicado periodo de seis años de oscuridad en la categoría de bronce.

Si hay alguien en el Cádiz que puede desempeñar ese papel ese es Raúl López. Nadie mejor que él. Hay cerca de 400 razones para ello, las mismas que el número de encuentros que jugó en tres categorías (Primera, Segunda A y Segunda B) en defensa del escudo que tanto le dio y por el que peleó al máximo a lo largo de su dilatada carrera. Es, de largo, el futbolista con más partidos en la historia del club (casi un centenar de envites más que el segundo, Pepe Mejías) y ello le confiere galones para saber mejor qué nadie el valor que tiene enfundarse la equipación cadista.

Curtido en mil batallas con el Cádiz, formó un matrimonio casi indisoluble en las alegrías y las penas. Vivió la inmensa felicidad de los ascensos a Primera (temporada 2004/05) y a Segunda A (ejercicio 2008/09) y también enormes decepciones como el último descenso a la división de bronce en el curso 2009/10. Se quedó con esa espina clavada que se quitó este año con su importante aportación no como jugador pero sí en su tarea de motivador.

Si alguien representa con una claridad meridiana los valores del cadismo, si alguien tiene autoridad para dar lecciones de cadismo, no hay persona más indicada que Raúl López. El club no le trató como se merecía cuando, una vez cumplido su contrato al final de la campaña 2010/11, no le ofreció un puesto en alguna parcela de la estructura de la entidad.

Varios años después, el Cádiz se acordó de él y el jerezano, contratado a mitad de la temporada 2015/16 para formar parte de la secretaria técnica, jugó un rol complementario y a la vez fundamental. Forma parte de la intrahistoria del ascenso. Del trabajo que sólo se conoce a nivel interno. Suyas fueron las arengas a los jugadores antes de los partidos. Nada que ver con la táctica. Para eso estaba el entrenador. No le hacia falta la pizarra. Como en Alicante. Él tomaba la palabra para contar a los jugadores lo que significa representar al Cádiz, de las ganas que él tendría de vestirse corto y jugar si pudiese -ya retirado a sus casi 40 años-, de los miles de aficionados que viven pendientes de su equipo, de que hay que dejar hasta la última gota de sudor. Cuando él hablaba, los demás callaban. Todos. Alucinaban con él. Con su sincero mensaje de sentimiento cadista espoleó a los jugadores en el partido a vida o muerte. Si los futbolistas ya estaban motivados de por sí, la inyección de cadismo de Raúl López era el plus definitivo.

Los técnicos, atentos a su intervención, no hacían nada más que asentir con la cabeza a cada palabra salida del alma de un cadista que supo transmitir a su manera, pero con el corazón, la grandeza que supone defender el escudo del equipo amarillo.

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