Por fin. Era muy necesaria que llegara la primera victoria del filial del Cádiz CF lejos de las instalaciones de El Rosal. Era muy conveniente sumar de tres en tres para coger aire, confianza y puntos que tengan su efecto en la tabla clasificatoria. Era una obligación acabar ganando cuando el Xerez DFC se quedó con diez jugadores por la expulsión de su portero. El gol de Algarra en los compases finales es un gran premio para un conjunto amarillo que debe tener en este encuentro el punto de inflexión a partir del cual se acerque a su verdadero objetivo en la zona alta.

Por enésima vez Alberto Cifuentes le dio un vuelco a la alineación buscando la reacción de un equipo, el suyo, en la UCI. Regreso de Álvaro Bastida, un caso en el que se impone la lógica de que si un canterano no juega con el primer equipo debe hacerlo en el filial. También Parra y Kensly copaban ese cartel de novedades.

Como era de esperar Chapín dio cabida a casi 3.500 espectadores -con Manuel Vizcaíno en el palco-, una cifra brutal para un partido de la cuarta categoría. Los amarillos tenían que saber manejarse con ese escenario y con el apretón inicial de un Xerez DFC que tiene dinamita a pesar de su clasificación y que posee la garantía de una dirección técnica con Pérez Herrera y el ex cadista Pablo Sánchez. Los azulones pusieron toda la carne en el asador desde el pitido inicial, para lo que a los visitantes les tocaba ir soltando esa presión y acercarse al área rival.

Tras una caída de Bello con Jinjolava que no fue penalti a pesar de las protestas, Jacobo -uno de los mejores en el cuadro jerezano- trató de sorprender con una vaselina que no tenía a Nando tan adelantado como pensaba. El empuje del DFC había bajado pero seguía siendo notorio como demostró Goma en un tiro alto que cerraba una estrategia, así como Rivelott probando a Nando por bajo.

Hay una acción que cambia el choque: la expulsión de Camacho. El portero tocó el balón con las manos fuera del área en el primer ataque cadista y eso provocó su expulsión. Se cayeron los planes de Pérez Herrera, que tuvo que retirar a Ocaña para que entrara el portero suplente.

Hasta el descanso se contabilizan dos ocasiones cadistas a cargo de Jinjolava, quien de falta directa puso a prueba al recién salido César, y de Bastida quien recibió un pase atrás de Carrasco y su remate lo sacó el portero.

La segunda mitad aumentó la emoción por el resultado, los nervios por las dificultades de unos y otros, y los piques ganando esa batalla sicológica al rival que tanto existen en estos duelos. Todo ello con el primer aviso, gran aviso, de Mady Diarra. Con su pierna menos buena, la diestra, estrelló el esférico en el poste. El extremo había arrancado con fuerza y verticalidad.

El Xerez DFC olvidó su centro del campo para jugar directo. En la zona de tres cuartos sabía que podía contar con una falta en la que se nota menos estar con diez. En una de esas Nando salvó el gol en un remate de Jacobo que tocó luego Máyor. También el portero jerezano del Cádiz B salió a tiempo a pies de Máyor tras un error de Lau.

El colegiado estuvo fino toda la tarde salvo en la acción en la que perdonó la expulsión a Yeray. El lateral recibió una dura entrada de Bello y tras revolcarse por el césped se levantó y golpeó al xerecista. Expósito Jaramillo lo resolvió con una amarilla para cada uno.

Cuando el reloj corría en contra del equipo que contaba con superioridad numérica, un saque de esquina deja el balón entre las piernas de Algarra, quien se revuelve y lo mete en la escuadra izquierda de César. Era el 0-1 y el final del encuentro por el palo que supuso al conjunto de casa.

La primera victoria del filial del Cádiz CF a domicilio no le saca de los puestos comprometidos, pero rompe una mala racha y debe servir para motivar a la espera de visitar el próximo domingo (12:00 horas) al Montijo.