La crisis del coronavirus se ha llevado por delante la Semana Santa, las comuniones, las ferias, las Fallas, Sant Jordi, el Día de la Madre, que se celebra este domingo... Para el sector de la flor cortada, que ya venía atravesando no pocas dificultades antes de la pandemia, esto ha supuesto la ruina. Sin eventos no hay flores y sin flores, esta actividad económica se hunde. Para comprobar los efectos demoledores de esta situación basta con preguntar en Chipiona, auténtico referente nacional en este mercado desde hace muchos años.

El Ayuntamiento chipionero, la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste y la organización agraria COAG han puesto la voz de alarma sobre el presente y el futuro de la flor cortada. “La cancelación masiva de eventos, el cierre de mercados internacionales, la anulación de suministros y la cancelación de pedidos está provocando esta situación realmente crítica y, como consecuencia de ello, importantes repercusiones no solo económicas, sino también sociales, con la pérdida de millones de tallos, suministros de proveedores o contratos con empresas de transporte y también laborales, con centenares de despidos y pérdidas millonarias”, lamentaba el Consistorio al principio de la crisis. Días después se estimaría la cifra económica de la ruina: alrededor de 16 millones de euros únicamente en Chipiona.

Andalucía lidera este sector, con más del 50% de la producción nacional, que se traduce en unas 1.000 hectáreas y una facturación de 4.200 millones de euros, de los que 3.000 millones se distribuyen entre Chipiona, Sanlúcar, Jerez, Arcos y Rota, en Cádiz, que es la primera provincia productora del país.

En estos meses se concentra el 75% de la venta total de todo el año, según destaca la asociación de agricultores. Como consecuencia del Covid-19, el volumen de negocio no ha superado el 10% de las cifras del año pasado. Quienes han tenido la suerte de mantener contratos de exportación con destino a Holanda han conseguido vender, como mucho, el 30%.

Ha sido tal el volumen de producción que ha tenido que ser desechada que el Ayuntamiento de Chipiona ha habilitado, a petición de los agricultores para minimizar costes, un vertedero provisional para las flores sin venta en una parcela municipal radicada en El Abulagar.

La llamada de auxilio del sector ha llegado a la Junta de Andalucía, el Estado e incluso la Unión Europea, pero, hasta ahora, los productores y las empresas comercializadoras no han obtenido el respaldo que demandan en forma de ayudas directas.

Así, por ejemplo, COAG plantea que el Gobierno central “ayude a este sector como lo está haciendo Holanda, cuyo Ministerio de Agricultura ha dado a conocer un principio de acuerdo para un paquete de ayudas de 600 millones de euros que tendrá el objetivo de paliar el impacto del coronavirus en el sector de la horticultura ornamental”. “Los criterios de esta ayuda estipulan que el primer 30% de la pérdida de la facturación la asume el empresario hortícola y el Gobierno compensa las pérdidas de ingresos del 70% restante. Las empresas que se podrán acoger son aquellas que han sufrido una pérdida sustancial de ingresos en marzo, abril y mayo de 2020 en comparación con los mismos meses de los tres años fiscales anteriores”, explica esta entidad sectorial que también reclama la “reducción a cero” de los módulos fiscales, “porque a cero se han quedado los ingresos”.

Si el apoyo de las administraciones no se concreta, según la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste, “lo peor está por llegar” cuando sea la hora de solicitar financiación para una nueva plantación. A su juicio, “muchos se quedarán por el camino si no reciben ayudas”.

Habla un sector marchitado que busca desesperadamente una tabla de salvación.