Crisis económica

El langostino de Sanlúcar sobrevive al coronavirus

  • El afamado marisco del municipio gaditano no alcanzará esta Navidad los precios de años anteriores, pero ha iniciado la campaña con buen pie.

Langostinos en la lonja de Bonanza de Sanlúcar.

Langostinos en la lonja de Bonanza de Sanlúcar. / Julio González

Nadie ni nada -o casi nadie ni nada- es ajeno a la crisis del coronavirus. Tampoco el langostino de Sanlúcar, producto estrella del sector pesquero de esta localidad gaditana a lo largo de todo el año y, especialmente, en Navidad, habida cuenta de que en las comidas de estas fechas festivas se consume no poco marisco.

El puerto de Bonanza retomó su actividad el pasado 2 de noviembre, tras la parada biológica que se inició a mediados de septiembre, y el langostino ha mantenido desde entonces precios asumibles para la flota sanluqueña. Sin alcanzar el kilo los 30 euros del año pasado en este mismo periodo, arrancó la campaña con 16 ó 17 euros en las subastas y en los últimos días ha subido ligeramente hasta los 18 ó 19 euros.

Con vistas a la Navidad, las expectativas del sector apuntan a los 30 ó 35 euros el kilo, aún lejos de los 50 ó 60 euros de años anteriores, puesto que la pandemia seguirá haciéndose notar -y mucho- en esta actividad económica de Sanlúcar. La Cofradía de Pescadores espera que, más allá del consumo en los hogares, las nuevas medidas que anuncie la Junta de Andalucía el próximo día 10 permitan a los restaurantes y demás establecimientos de hostelería sacar la cabeza, porque ello impulsaría la economía de este sector primario.

Ni que decirse tiene que una extraordinaria incertidumbre se apoderó de los pescadores sanluqueños cuando estalló la crisis sanitaria del Covid-19 el pasado mes de marzo. A diferencia de las flotas de otros municipios, que pararon su actividad, la de Sanlúcar decidió mantenerla. En un par de semanas comprobó que la demanda procedente de la hostelería se vino abajo, pero siguió adelante tirando de las ventas para grandes superficies, supermercados y pescaderías. Entonces probó distintas opciones, como la de reducir de cinco a tres los días de capturas y venta cada semana, que posteriormente, ya en la desescalada, pasó a cuatro jornadas, con la única excepción del viernes, cuando los precios eran más bajos.

Así lo explica José Carlos Macías, técnico de la Cofradía de Pescadores de Sanlúcar, a la sazón presidente del Grupo de Acción Local del Sector Pesquero ‘Comarca Noroeste de Cádiz’, que agrupa también a los municipios de El Puerto, Rota, Chipiona y Trebujena. “En la primera fase de la pandemia aguantamos en el sentido de que no tuvimos que parar, porque los barcos más o menos cubrían gastos. No es que se vendiera mucho, el pescado salía a precios muy bajos, pero no tuvimos que parar la flota, que era nuestro temor”, recuerda precisando que sí lo hicieron otros puertos, como el de Conil, pues éste “sólo pesca especies caras que vende a los restaurantes y éstos estaban cerrados”.

En el caso de la flota sanluqueña, captura pescados y mariscos de, digamos, consumo diario, como la galera, el choco y la merluza, cuyos precios se mantuvieron bien; y productos como el langostino, la puntillita y el calamar, que, efectivamente, se vendían muy baratos. Esta “diversidad” en la oferta es lo que permitió al puerto de Bonanza sostener su actividad en la primera ola de la pandemia. Luego llegó el verano, cuyo balance fue aceptable, sin llegar, desafortunadamente, a las cifras de ejercicios anteriores, y con la segunda ola, la citada parada biológica.

Las ayudas del Estado destinadas al sector para afrontar la crisis del Covid aún no han llegado. De acuerdo con el anuncio efectuado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la cofradía sanluqueña espera que se hagan efectivas antes de que acabe el año. La flota de Sanlúcar se ha acogido, fundamentalmente, a las ayudas dirigidas a compensar tanto a los armadores como a los tripulantes los días de paro en la actividad desde que comenzó la pandemia. Por su parte, la Junta ha mantenido el apoyo económico ordinario fijado anualmente para las paradas biológicas, la modernización de buques y otros fines, cuyas resoluciones se han ralentizado mucho como consecuencia del coronavirus.

La crisis también ha afectado a la promoción del langostino sanluqueño, que dispone oficialmente de una marca colectiva, es decir, “un signo distintivo y diferenciador de este singular producto de la pesca de Sanlúcar ante el mercado y la comercialización”. “Permite proporcionar un marco legal de defensa y protección, por lo que sirve para luchar contra el uso fraudulento de su denominación garantizando así su origen y calidad”, señala la página web de la propia marca.

Hasta la fecha se han celebrado dos ediciones de la denominada Feria del Langostino. Este año no ha podido ser y el sector mira ya a 2021 con un evento que estrenará formato porque se profesionalizará su organización. Planes de futuro más allá del Covid.

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