Quedar para zurrarse. Por Carlos Funcia para Con la Venia
Lo de ayer en Madrid no pertenece al fútbol, aunque tiene que ver con su imaginario romántico y emocional, con su imprescindible característica de aglutinar grupos diferentes, necesaria para que haya una competición. Conceptualmente el fútbol es un juego que combina la fortaleza física con la habilidad técnica y la inteligencia táctica; todo ello es condición sine que non para que haya una disputa conceptualmente recreativa entre dos grupos y bajo unas normas aceptadas: De aquí en adelante, nada pertenece ya al fútbol, sino a los imaginarios individuales o colectivos, a las ambiciones comerciales, las actitudes chulescas, a los acierdos o desaciertos normativos, a las frustraciones personales. El fútbol ha crecido exponencialmente en todo el mundo desde su creación porque combina dos magnitudes potencialmente perversas: el grupo y el instinto depredador de nosotros los animales: ganar -a lo que sea- es un acto de supervivencia animal y el grupo embosca los arrebatos individuales. Un viejo dicho ingles indica que el fútbol es "un juego de caballeros disputado por villanos". Pero también el fútbol saca a muchos jóvenes de la droga, promueve el espíritu mutualista y el afán de superación, proporciona empleo, entretiene a muchísimas personas, entrena en el respeto a las normas, da satisfacciones y amarguras, proporciona coartadas a los países o estados en momentos delicados (Argentina 78, Suráfrica 95, éste con rugby). Lo de ayer, por tanto, no tiene que ver con el fútbol, ni con el Dépor ni con el Atleti, sino con dos centenares de delincuentes que se citan previamente para zurrarse tres horas antes del partido, con sus normas, claro, sin pinchos pero con palos, a la señal de una traca de petardos; se sabe que estas 'quedadas' para zurrarse son algo habitual. Las 'maras' latinas llevan años haciéndolo en sus países y también en España. Las 'maras' y los ultras del fútbol significan el fracaso de la sociedad en educación, enseñanza, valores, empleo, aspiraciones, respeto, etc; por ese fracaso estallaron los 'banlieu' en Francia, Gamonal en Burgos y la cita cabe el Manzanares: el muerto tenía 43 años, dos hijos y numerosos antecedentes delictivos, no era socio del Dépor y viaja toda una noche para pegarse con otros semejantes. ¿Qué hace la Comisión Antiviolencia? Reunirse después de cada incidente; bueno, no de todos porque no lo hizo tras el dedazo de Mourinho en el ojo de Vilanova. ¿Sirven para algo la Comisión Antiviolencia, el 'Fair Play', la actitud de los clubes? ¿No es momento ya de que este asunto sea considerado estrictamente como policial, de Orden Público? Eso signica que los violentos no entran en los estadios, pero también que los dirigentes deportivos que toleran -prestan locales, rebajas en entradas y viajes, etc- a los grupos ultras salgan de los despachos e ingresen, como los ejecutores, en la cárcel.
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