Polémica a cuenta de Paco Alba

26 de febrero 2018 - 04:58

Antonio Mártín a un periódico digital de Córdoba P. Tanto es lo que vive uno en una trayectoria tan extensa que incluso existen tragos amargos. Como aquel de 1973 con Paco Alba… R. Ahora hay en Cádiz una exposición de Paco Alba y están hablando ahí, que me tuve que enterar por la gente. No sé qué estamentos u organismos la han organizado, pero a mí ni se me ha invitado. Me ha estado hablando gente que ha llegado, que ha visto fotos y que ha escuchado conferencias, y hablan de mí. A mí me extraña, y me cabrea, porque digo: yo no me he muerto todavía. Paco Alba no está, pero queda un protagonista que soy yo, que estaba allí. ¿Cómo se atreven a hacer conferencias y hablar de aquel momento que dices sin siquiera consultarme? Están engañando, la historia la están tergiversando de alguna manera. Ahora han nacido muchos historiadores, novelistas, escritores, refiriéndome al Carnaval, mucho conferenciante… Yo estuve en una conferencia, sin que se dieran cuenta de que estaba delante los que estaban exponiendo, y estaban hablando de mí. Cuando me levanté se dieron con un canto en los dientes, porque les dije: todo lo que estáis hablando es mentira. Usted está hablando de mí y yo estoy aquí. Y no digo con esto que esté mal lo que están haciendo de Paco Alba, pero el año 73 lo pintan de una manera que no fue así. No fue lo que dice la gente. Lo pintan como que de alguna manera los que me seguían hicieron un clan para tirar… La historia con Paco Alba no es como la cuentan, es mentira Yo estaba al lado de Paco Alba, yo vi llorar a Paco Alba. No se me va a olvidar esa frase que dije, que la repetí: esto me va a pasar a mí ya mismo. Si le está pasando al Brujo, al maestro… Yo lo vi llorar por lo que estaba pasando, y pasó sencillamente que, como en todos los eventos importantes, hay una serie de personas que se aprovechan. En el fútbol, en los toros, en el flamenco… Ese tipo de gente también existe en el Carnaval, y se aprovecharon en ese momento, que no se provocó solamente porque la comparsa de Antonio Martín saliese de escena. De esto no habla nadie. Entonces se podía repetir y si el regidor de escena lo veía oportuno, se repetía. Me acuerdo de que ‘Capricho andaluz’ (su agrupación ese año, primer premio) cantamos los ocho o diez pasodobles o cuplés que llevábamos, la presentación y el popurrí dos veces. Se repetía hasta el popurrí si el público quería. Pero había un regidor de escena, que ya no existe, claro está, que era un funcionario del Ayuntamiento muy cabronazo, muy serio. A las agrupaciones de chavales las perseguía. Y me acuerdo de que, efectivamente, el público estaba rebelado, pero con nosotros o con cualquier otro. Cantamos nosotros primero y después le tocaba a Paco Alba. Como el público no se sintió satisfecho con lo que estaba pasando… Pedían Charlot, que entonces venía con nosotros Antonio Catalán y lo cantaba de cuando el año de ‘Los Beatles’ (grupo surgido tras ‘Los escarabajos trillizos’, comparsa de Enrique Villegas de 1965 que logró el segundo premio), y el regidor nos echó. Fue el que lo provocó, porque nosotros teníamos que haber cantado Charlot y lo que quisiera la gente, no pasa nada. Entonces, yo escucho hablar esto, me lo cuenta un amigo: no es que la culpa la tuvo Antonio Martín. Si Antonio Martín lloró con Paco Alba. Yo vi llorar al viejo y dije: ¿aquí que pasa? Esto es una mierda, dije yo, esto mañana me va a pasar a mí. Eso no lo sabe la gente. Ni que cuando mi comparsa fueron a celebrarlo al barrio de La Viña, en el bar de La Potala, que ya no existe pero mi memoria sí, se dieron cuenta de que Antonio Martín no estaba. Yo vivía a dos pasos de La Potala y me fui a dormir. Me fui a casa de mi padre, que el pobre decía: “Niño, que habéis ganado”. Pues yo no tuve el apretón ni fui saltando. La Historia la escriben los que quedan, los que mueren no tienen derecho a nada Antonio Martín | MADERO CUBEROQuiero decir esto porque la historia la cuentan los que quieren contarla y los que quieren hacer lo que están haciendo. Y como yo nunca he creído en la Historia, no ya del Carnaval… Desde pequeñito entendía que la Historia la escriben los que quedan, los que mueren no tienen derecho a nada. Pero es que en esta puta historia Paco Alba se ha muerto y no puede decir nada, pero yo estoy vivo. Y hasta que me muera voy a estar defendiendo esto: es mentira todo lo que cuentan. Es mentira. La historia la sé yo porque fui parte de ella, y no sé cómo alguien puede atreverse a ser tan intruso. Es que además a la gente se lo dicen. Ese año no fue como lo quiere contar la gente, ese año fue como lo cuento yo porque fui protagonista. Y punto. RESPUESTA DE JAVI OSUNA Y SANTIAGO MORENO

Vamos a hablar en plata (quieta) y así nos dejamos de circunloquios. ¿No sabe qué estamento organiza la exposición? Le informamos: Fundación Cajasol y Ayuntamiento de Cádiz, ambos, promotores de la Exposición de Paco Alba. Dice usted: “Me ha estado hablando gente que ha llegado” (sic). Empieza bien. Opta por el camino menos fiable a la vez que el más incierto: el de formarse una opinión sobre algo que no ha visto y que, ni tan siquiera, ha oído; terreno resbaladizo, propicio para sacar conclusiones erróneas. Como las suyas. Conjeturas sin conocimiento. Especular, le llaman.

En primer lugar, ninguno de nosotros dos hemos dado una conferencia. Moderamos, sí, una mesa redonda, que es bien distinto, distribuyendo tiempos y preguntas a participantes, escogidos por nosotros; en este caso sus comparsistas más longevos. Nombres y hombres mayores que usted, más ligados a Paco Alba que usted, que debutaron antes en el tiempo en la fiesta y tan poco dudosos como: Emilio López Prats, Pepe Martínez Prats, Antonio Galán Miranda y José Landi Guardado. ¿Alguna objeción a ellos? ¿Ninguna, verdad?

En segundo lugar, sus informantes le han informado mal. Rematadamente mal. De hecho, le han desinformado, esto es, intencionadamente con información manipulada. Y con mala leche. Y usted se lo ha tragado como una dorá se traga el muergo. Y de ahí su rabieta. En las visitas guiadas que ambos hemos efectuado ante el público jamás hemos hablado de usted. Nunca. Ni siquiera como autor. Y podríamos haberlo hecho así, aunque fuese de manera periférica y colateral, que contextualizase los acontecimientos. Pero no lo hemos hecho. Tan sólo hemos hablado de una agrupación suya y lo hemos efectuado con sumo respeto. Y si me apura, con harta generosidad y admiración, que usted devuelve con soberbia y engreimiento. Mire lo que al respecto dice el panel de la pared, único en el que se menciona a su agrupación (que no a usted) en uno de los seis hitos que sobre Paco Alba hemos redactado:

LA NOCHE ACIAGA

Media hora de abucheos.

Madrugada del 7 al 8 de junio de 1973. Fiestas Típicas Gaditanas. La comparsa ‘Estampas goyescas’ se disponía a cantar en la final, con la ilusión de obtener lo que ya una docena de veces había conseguido: el primer premio de la modalidad. Paco Alba estaba muy satisfecho de su pasodoble; le había salido ‘tonadillado’ y su grupo mantenía la fuerza y la experiencia suficientes para competir a un primer nivel. Pero un relevo generacional, joven, con fuerza y frescura en su voces y con un extraordinario repertorio, se postulaba como serio candidato en la disputa: ‘Capricho andaluz’.

Una buena parte del Falla, desde el anonimato de ‘Paraíso’ y plateas, mostró su cara más amarga. Su lado más injusto. Su anverso cobarde e ingrato. Alrededor de treinta minutos de abucheos, fueron aguantados estoicamente en el escenario por su grupo, acompañados de inaceptables insultos, que hicieron suspender momentáneamente la función. Volvieron y cantaron, pero la herida, desproporcionada y abusiva, ya estaba abierta y los cuerpos anímicamente descompuestos. Segundo premio. No volvió Paco a escribir ninguna comparsa más.

Ya ve usted lo que son las cosas, nos hemos referido a su agrupación de esta guisa: “relevo generacional, joven, con fuerza y frescura en su voces y con un extraordinario repertorio”. ¿Qué ofensivos e irrespetuosos hemos sido con su persona, verdad? El resto, se resume arriba: el anverso cobarde e ingrato y el vil abucheo desde el anonimato que a Paco Alba y a su grupo le profirieron, con premeditación y una buena dosis de mala baba, macerada con bilis desde la cobarde oscuridad del Gallinero.

En tercer lugar, habla usted como si fuera la única persona superviviente de la madrugada de 1973. El último testigo sobreviviente. La última oportunidad de reconstruir la verdad. La piedra filosofal. El arcano que custodia el arca. El guardián de las esencias. La doctrina en su mano. Pues mire usted, ¡no! Hay miles de personas que aún viven y que también fueron testigos de aquello y cuyo testimonio es igual de válido que el suyo: periodistas que dejaron en negro sobre blanco la crónica de aquella noche; radiofonistas que lo contaron en onda media; autores y componentes que, al igual que usted, participaron en aquella función; tramoyistas, aficionados… No se entiende muy bien, señor Martín, su insistencia en ser invitado, en cualquier caso, no nos correspondía a nosotros las labores de protocolo; como no es comprensible su extrañeza y menos aún su cabreo. Reflexione su pataleta.

Cuarta cuestión. Días antes de su pregón del Momo, Javier Osuna le llamó dos veces por teléfono. Una, invitándole a retransmitir desde el palco de Canal Sur Radio (invitación que declinó), y otra posterior para ser entrevistado en su programa ‘Aquí estamos en Cádiz’ (que aceptó). ¿Por qué no aprovechó y, en ambos casos, le preguntó si era cierto lo que sus corresponsales le habían transmitido? Se hubiese tratado todo con naturalidad y cordialidad; lo hubiésemos aclarado y punto. Pero ha preferido usted silenciarlo y quejarse en un periódico digital de una provincia amiga, a partir –y esto es lo más grave– de un testimonio falaz y maledicente.

Quinto asunto. Nosotros no teníamos nada, absolutamente nada, que consultarle a usted para trabajar sobre una exposición de Paco Alba. Por lo que a nosotros respecta, jamás hemos engañado a nadie, como usted dice. “En esta puta historia” (sic), por cierto, vulgar definición que le retrata sobremanera. Aquí no hay ningún intruso, ¿o usted era el único ser vivo en la década de los 70? ¿Acaso usted es una deidad que está por encima del bien y del mal? Nos recuerda usted a Johnny Weissmüller, que terminó creyéndose su propio personaje y acabó sus días dando su grito en la ducha. Ha terminado usted por creerse su propio mito, aquel que tantas veces le han repetido, y como una terracota viviente le pierde el respeto a sus compañeros y en primera persona del singular habla desde el Olimpo:“Es mentira. La historia la sé yo porque fui parte de ella […] ese año fue como lo cuento yo porque fui protagonista. Y punto”.

Yo, yo, yo… Siempre yo. Ego, mí, me, conmigo. Le ha faltado decir: “¡La calle es mía!”, como dijera Fraga Iribarne, aquel ministro de Franco, guardián del nacionalcatolicismo. No se mire tanto en las aguas atlánticas que Némesis merodea por la Punta del Sur. Todos los grandes han sido humildes y usted pretende serlo, pero sin entender que la humildad es condición sine qua non para ello.

Javier Osuna y Santiago Moreno. Comisarios de la exposición ‘Cien años desde que nació. Paco Alba 1918-2018’ en Cádiz.

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