Crónicas asociales. Datos. FSM
Me resulta incomprensible el baile de datos sobre la epidemia. Que se contabilicen ahora de una manera, antes de otra, que salgan unos muertos, que entren otros. Un lío. Tengo para mí que tiene que ver por un lado con la improvisación del Gobierno, cosa que se puede hasta justificar ya que nunca antes se había atravesado una crisis como esta. También por la política de comunicación del Gobierno: siempre sospeché de los que se colocan a sí mismos la etiqueta de gurús, porque verdaderos genios hay muy pocos. Iván Redondo, como Julio Feo, Verónica Fumanal o Pedro Arriola antes, Steve Bannon o Dominic Cummings en otros lugares, me da a mí que son todos unos impostores, que se ofrecen como grandes expertos para al final pegar cada gatillazo descomunal. Este Iván Redondo, que acumula tanto poder, antes fue asesor de Monago y de Albiol, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. No le importa la derecha xenófoba o la izquierda , lo que se le ponga por delante siempre que le paguen bien. La política de comunicación del Gobierno estas semanas es una calamidad. Si se cambia de criterio para contar muertos, la gente termina por no creerse nada. Cosa diferente, claro, es que uno de los grandes problemas de la sanidad en España es que no existe un verdadero Sistema Nacional de Salud, sino 17 sistemas o sistemitas regionales. Cada uno cuenta como le parece y cuando le parece, a veces oculta datos y otras los ofrece de golpe. Un galimatías. Fernando Simón se tiene que comer con papas este desbarajuste. Recomendación: hubo un tiempo en el que Juan Luis Cebrían era un ejemplo para una generación de jóvenes periodistas por su éxito como joven director de El País. Luego le picó el virus del alto ejecutivo de medios de comunicación, empezó a ganar verdaderas millonadas, se convirtió en un cínico y quiso ser un tiburón de Wall Street cuando era una sardinita, como le dijo Maruja Torres (hoy repescada en ese periódico). Armó sus influencias para entrar en la Academia de la Lengua y a ejercer de escritor. Hizo "La rusa" donde contaba sus amores más o menos clandestinos. Empezó una trilogía "Francomuribundia" que no conclucyó. Luego una biografía de la que no volvió a saberse "Primera página. Vida de un periodista" y unos cuantos libritos sobre periodismo y diversos asuntos, aprovechando que su fama le iba a reportar algunas ventas.
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