Creando vínculos donde antes solo había silencios

Cruz Roja gestiona el programa Chiclana Contigo, que tiene como fin combatir la soledad no deseada

En estas fechas navideñas la entidad refuerza las actividades de este proyecto

Recientemente, los usuarios celebraron el Día internacional contra la soledad no deseada.
Recientemente, los usuarios celebraron el Día internacional contra la soledad no deseada. / Ayuntamiento de Chiclana

Como una pandemia silenciosa, así define Ana Belén, trabajadora social de la Asamblea Local de Cruz Roja, la soledad no deseada, un problema que aqueja a millones de personas en todo el mundo. “Es sentirse invisible, es no tener con quién compartir una preocupación, una alegría, una conversación”, explica la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA).

Una aflicción que en Navidad se intensifica. Las ausencias duelen más, las mesas vacías pesan más y la presión social por “estar bien” se convierte en una auténtica carga. “Son fechas muy tristes para quienes se sienten solos”, reconoce Ana Belén. “La sociedad te empuja a reunirte, pero muchas veces no tienes con quién… o no te apetece”, puntualiza.

No obstante, para una veintena de afectados estos días no están siendo tan amargos como era de esperar, gracias al proyecto Chiclana Contigo, impulsado por el Ayuntamiento y gestionado por Cruz Roja, que nació con un objetivo claro: combatir este mal en personas mayores de 60 años. Personas que, pese a tener familia, amistades o una vida previa activa, se sienten desubicadas tras una pérdida, un cambio de residencia o el simple paso del tiempo. Personas, matiza Ana Belén, que no presentan deterioro cognitivo ni físico, simplemente, que un día cayeron en esta situación.

En pocos meses, Chiclana Contigo ha demostrado ser mucho más que una iniciativa puntual. “Es un gran éxito”, desvela la también coordinadora de este proyecto, para detallar que “la finalidad es tejer una red de apoyo entre iguales”. Crear vínculos donde antes solo había silencio. Tender puentes para que nadie tenga que enfrentarse en soledad a un café, a una cita médica o a un día cualquiera.

¿Cómo nos sentiríamos si después de una vida activa nos volviéramos invisibles?”

Las actividades son el nexo de unión y la sede de la Cruz Roja en Chiclana el hogar común: desayunos semanales, talleres, visitas culturales, acompañamientos a gestiones, meriendas compartidas o simplemente el gesto de caminar juntos. Todo cuenta y todo suma cuando lo que falta es compañía. Y en Navidad más aún. Conocedora de esto, Cruz Roja no rompe ni debilita la relación con estos usuarios en estas fechas, todo lo contrario, la refuerza, con la organización de zambombas, talleres de panderetas, comidas compartidas, salidas para ver el alumbrado navideño en el tren de la ilusión o encuentros improvisados en su aula. Actividades que no buscan grandes celebraciones, sino algo más sencillo y poderoso: que esta veintena de personas se sienta parte de algo. “Han encontrado aquí un punto de encuentro”, afirma Ana Belén, un lugar, donde el café llega temprano, las manualidades sirven de excusa para conversar, las sonrisas aparecen casi sin darse cuenta y nacen amistades en donde habitaba la soledad. Un grupo de whatsapp que gestionan los propios usuarios es ejemplo de ello. “Somos una pequeña familia”, declara Lucía Rodríguez, una de ellos, para poner de relevancia que el programa está siendo “un apoyo grandísimo”, por lo que quiso dar las gracias “una y mil veces” a las entidades involucradas.

Sin los voluntarios este proyecto no sería posible.
Sin los voluntarios este proyecto no sería posible. / Ayuntamiento de Chiclana

También hay historias que resumen el sentido del proyecto. Ana Belén recuerda, especialmente, el caso de dos mujeres que llegaron hace poco al programa de la mano de otra participante, satisfecha con su experiencia. Una de ellas acababa de perder a su marido de forma repentina. Llegó llorando, desbordada, sin saber qué hacer con su vida tras décadas compartidas. Aquella entrevista, marcada por el duelo, terminó en risas. No porque el dolor desapareciera, sino porque alguien la escuchó, la acogió y le ofreció un primer paso: salir de casa. “Ahora me obligo a poner ese pie en la calle”, le confesó poco después.

El voluntariado

Nada de esto sería posible sin el voluntariado. Son una decena, que acompaña, escucha y detecta señales que a veces resultan imperceptibles. Son quienes notan una tristeza de más, un ademán de decaimiento, un silencio distinto. Quienes avisan, quienes sostienen. “Sin ellos no seríamos nada”, asegura Ana Belén con rotundidad. “Son una herramienta clave de detección y apoyo”, especifica.

Nadie mejor que esta entregada trabajadora social para lanzar un mensaje a la ciudadanía: “¿Cómo nos sentiríamos si después de una vida activa nos volviéramos invisibles?” No hay que irse muy lejos, están muy cerca de todos. A veces, basta una llamada, un “¿cómo te encuentras?”, en definitiva, un gesto sencillo que puede cambiar un día entero.

Estas Navidades, gracias a Chiclana Contigo, estas personas no estarán solas. No porque tengan grandes celebraciones, sino porque han recuperado algo vital: el calor humano, la rutina compartida y la certeza de que importan.

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