Cuando Chiclana se mostró trimilenaria

Este mes se han cumplido 19 años del descubrimiento que permitió situar el origen de la fundación de la ciudad 2.000 años antes de lo que se pensaba

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Fachada del Centro de Interpretación Nueva Gadeira.
Fachada del Centro de Interpretación Nueva Gadeira.

Fue en la mañana del 4 de septiembre de 2006, hace ya 19 años, cuando en un solar del casco histórico de Chiclana, situado detrás de la Iglesia de San Juan Bautista, se descubrió el pasado más remoto de la ciudad, ese sobre el que no habían podido escribir ni eruditos ni historiadores locales, a pesar de haberlo intuido.

Todo surgió de forma inesperada, a raíz de una actividad arqueológica de control de movimiento de tierra, dirigida por la doctora en Arqueología Paloma Bueno, consistente en una serie de sondeos o catas en un solar de 4.000 metros cuadrados, que tenía como objeto determinar los límites del antiguo cementerio de Chiclana. En su transcurso, restos adscribibles a diferentes culturas no dejaban de aflorar. Ante la envergadura de estos, sus responsables dieron aviso a la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, que autorizó lo que se denomina una excavación arqueológica en extensión, es decir una intervención planificada para desenterrar y documentar una superficie amplia de un yacimiento.

La arqueóloga Paloma Bueno mide uno de los hallazgos en 2024.
La arqueóloga Paloma Bueno mide uno de los hallazgos en 2024.

Pronto, se fue consciente de la trascendencia del hallazgo. Y es que el descubrimiento supuso un antes y un después para la historia local: permitió situar los orígenes de Chiclana 2.000 años antes de lo que hasta ese momento se había considerado su fundación, otorgando así a la localidad la consideración de trimilenaria y abriendo un nuevo marco de posibilidades y, al mismo tiempo, obligaciones para con la Historia.

Qué se descubrió exactamente

Las investigaciones arqueológicas permitieron conocer que la primera ocupación humana de Chiclana ocurrió en la Prehistoria Reciente, concretamente en el periodo del Bronce Final-Hierro I (hacia el 1200-800 a.C.), lo que llaman algunos historiadores Periodo Orientalizante. Hacia el 700 o siglo VIII a.C., cuando los fenicios navegaban por todo el Mediterráneo en dirección hacia el Atlántico en busca de tierras, metales y otros productos que comerciar, recalaron en este lugar elevado junto a un río, en su paso hacia Gadir, y atracaron sus barcos al resguardo de los vientos. Lo protegieron con una gran muralla y lo transformaron en una ciudad muy avanzadas para la época, en una zona de esparcimiento en tierra firme del recién fundado santuario de Melkart.

A partir del siglo VI a.C., la ciudad fue creciendo y rebasó los límites del cerco de la muralla, de ahí que muchas viviendas aparezcan construidas sobre sus cimientos. De este momento se conservan hornos de tipo tunnur, para hacer tortas de cereal, molinos para triturar el grano, fogones para cocinar alimentos, canalizaciones y otros elementos. A partir del siglo V a.C., las construcciones detectadas adquieren más consistencia y presentan características urbanas más desarrolladas.

Como novedad, es importante señalar que las excavaciones realizadas en los últimos años, relacionadas con la edificación del Espacio Arqueológico Nueva Gadeira, han sacado a la luz una serie de vestigios pertenecientes a un edificio monumental, posiblemente un palacio o santuario púnico, que sufrió numerosas reformas y modificaciones hasta que fue abandonado en el siglo III a.C. Fuera de este complejo edilicio, ha aparecido también una instalación dedicada a la elaboración de productos relacionados con el mar y la pesca, es decir, pescaderías, elaboración de salsas y salazones de pescado, moluscos, etcétera.

Este espacio continuó ocupado en época romana y siguió con la tradicional actividad económica antes mencionada, a la que se unió un complejo industrial alfarero, compuesto por varios hornos de fabricación cerámica y piletas de decantación de arcilla. Debido a este desarrollo, el trazado urbano de época anterior, datado mínimo a partir de época púnica, se consolidó con una calle romana o calzada, construida con lajas de piedra.

Hacia el siglo XII d.C., la ocupación almohade del Cerro del Castillo ha quedado demostrada por la existencia de más de una docena de silos y algunos muros de tapial en la parte suroeste del solar, que ocupaba la Bodega El Castillo, unos elementos que permiten hablar de un asentamiento de tipo rural o ‘alquería’ que, como en épocas anteriores, había basado su economía en la riqueza agrícola, ganadera y pesquera.

A partir de este momento, se conoce más de la historia de Chiclana, gracias no sólo a restos arqueológicos hallados anteriormente, sino también a los documentos escritos que se encuentran en el Archivo de la Iglesia Mayor y en el Archivo Histórico Provincial. Así, se sabe que, cuando los cristianos reconquistaron las tierras de Chiclana, Fernando IV entregó a Alonso Pérez de Guzmán ‘El Bueno’ la aldea yerma de Chiclana, en 1303, para que la poblara y protegiera, mediante ‘Privilegio Rodado’. Fue entonces cuando el duque de Medina Sidonia mandó construir el ‘Castillo del Lirio’ o ‘del Iro’ en el cerro, posiblemente sobre la cimentación de la torre morisca.

El mismo lugar fue protagonista de la expansión vitivinícola de Chiclana en época contemporánea. Allí se construyeron unas bodegas, ‘Bodegas El Castillo’, a principios de siglo (1919), que después se convirtieron algunas en garajes. En el lugar también se construyó el colegio público El Castillo.

Puesta en valor del yacimiento

La importancia del descubrimiento hizo que desde el primer momento se contemplara su conservación y exposición al público. En el año 2009, se iniciaron los primeros trámites para su investigación y desarrollo y el solar fue adquirido por el Ayuntamiento de Chiclana e incluyó diversas partidas en los presupuestos municipales para ejecutar actuaciones arqueológicas.

Imagen de las excavaciones en 2006.
Imagen de las excavaciones en 2006.

Año tras año, se fueron produciendo hallazgos de gran valor, que consolidaron la idea de que el yacimiento debía ser uno de los pilares claves en el desarrollo cultural y patrimonial de la ciudad. La implicación de varias asociaciones locales mantuvo activa la demanda y el movimiento en torno a este foco de cultura e historia, con diversas actividades y propuestas en forma de visitas a la zona y a los restos de la nave municipal, talleres, propuestas de ocio para los más pequeños, que fueron apoyadas por el Ayuntamiento, permitiendo visibilizar el interés que estas huellas del pasado despertaban.

En la actualidad, tras años de trabajo callado y constante por parte de los investigadores, Paloma Bueno y su equipo de colaboradores de la UNED y la UCA y UGR, y de las administraciones municipales, como el Ayuntamiento de Chiclana y la Junta de Andalucía, que han ido apoyando en mayor o menor medida las diferentes iniciativas en torno a dicho proyecto, el yacimiento arqueológico del Cerro del Castillo forma parte de los lugares reseñados y de importancia que formaron parte de la colonización fenicia en el Mediterráneo y el Atlántico y es conocido a nivel mundial.

El yacimiento forma parte de los lugares de importancia de la colonización fenicia

Con la puesta en marcha del proyecto del Espacio Arqueológico Nueva Gadeira en noviembre de 2023, cuya financiación fue posible a través de los fondos europeos de Iniciativa Territorial Integrada (ITI) 2014-2020, se ha conseguido poder mostrar al público este preciado legado histórico a través de su Centro de Interpretación y de su entorno, en el perímetro que se ha denominado Plataforma +20, que incluye el lugar donde aparece la muralla antigua de características orientales y una torre-mirador de nueva planta que rememora la mandada construir en el lugar por Alonso Pérez de Guzmán ‘El Bueno’.

Espacio Arqueológico Nueva Gadeira

Entrada gratuita. Abierto de martes a domingo. Mañanas de martes a domingo de 10.00 a 14.00 horas. Tardes de jueves y viernes de 18.30 a 21.30 horas.

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