Chiclana salda su deuda histórica con la estación de autobuses
Transporte público
Tras décadas de proyectos fallidos e interminables retrasos, la ciudad cuenta al fin con un equipamiento acorde a los tiempos
Reciente inauguración de la estación de autobuses en Chiclana
Detalles del proyecto
Chiclana/La definitiva puesta en marcha, el pasado jueves 16 de mayo, de la nueva estación de autobuses que se ha construido en la calle Paciano del Barco, en pleno centro de la localidad, no es un hecho irrelevante ni vacío de importancia, aunque a primera vista, por lo escasamente celebrado que haya podido ser, pudiera parecer.
No en vano se trata del punto culmen con el que se ha puesto el cierre a décadas de proyectos fallidos, anuncios irrealizables, retrasos interminables y un sinfín de contratiempos que han propiciado que Chiclana sufriera durante todo este periplo una importante carencia para cualquier ciudad moderna, y más aún con las elevadas pretensiones turísticas que se cernían en el horizonte, como es la ausencia de una estación de autobuses acorde tanto a la población como a los visitantes y al entorno.
Se trata pues, el de la inauguración de dicho equipamiento el pasado jueves, de un hito que no debe dejarse pasar sin, al menos, recordar de forma somera los vaivenes por los que ha pasado esta iniciativa, y todas aquellas que a lo largo de los años la precedieron sin que llegaran a buen puerto.
Pero incluso antes de recorrer las diferentes opciones y alternativas que se han barajado a lo largo de los años, conviene recordar también que, durante todo este tiempo, la ciudad tan solo contaba con una estrecha zona de apeadero y carga de pasajeros para los autobuses que a diario cubrían las líneas interurbanas, un espacio ubicado en una estrecha acera de la Plaza de Andalucía, conocida como Parada del Pájaro.
Éste ha sido desde tiempo inmemorial el único equipamiento, si se le podía llamar de esta manera, relacionado con el transporte de viajeros en autobús con el que ha contado Chiclana, mucho después incluso de que la ciudad ya se postulara claramente como capital turística de la provincia y una de las poblaciones más pujantes en lo que a crecimiento demográfico se refiere.
Es en este contexto en el que se puede recordar, demasiado atrás ya en el tiempo, uno de los primeros proyectos en esta línea para la ciudad y que, como tantos otros posteriores, se perdieron en el olvido entre cambios de estrategias urbanísticas y contratiempos administrativos. Se trata del que se planteara hace ya bastantes décadas en la zona que antiguamente ocupaban las naves de las Bodegas Cooperativa, en el entorno de la barriada El Pilar, frente a lo que hoy es el pabellón polideportivo Ciudad de Chiclana.
Aquel proyecto, que nunca llegó a concretarse ni en sus primeras fases, ya apostaba por una estación que se ubicara en una de las márgenes de la antigua Carretera Nacional 340 a su paso por la localidad, arteria principal de comunicación para la ciudad con el resto del mundo desde que Chiclana empezara a transformarse de pueblo a ciudad.
Tras aquella posibilidad, descartada con el paso del tiempo y el cambio de las necesidades y las infraestructuras, se valoró la incorporación de la tan demandada estación de autobuses al proyecto de reurbanización de la Gran Plaza sobre el Iro, un macroproyecto que se planteó a principios de siglo y que cambiaría la fisonomía de una de las principales zonas de entrada al casco urbano y que en su origen incluía el citado equipamiento de transportes.
Pero dicha idea no tardó en descartarse de forma definitiva debido a lo complejo de vincular esta obra junto al río con las necesidades de este tipo de infraestructuras, por lo que el siguiente emplazamiento que se barajó fue el talud existente en la avenida Reyes Católicos, a la espalda del Cerro del Castillo, hoy en valor gracias al yacimiento fenicio allí encontrado.
Fueron también años de trámites administrativos y gestiones para conseguir tanto la titularidad de los terrenos como la financiación relacionada con este nuevo proyecto, algo que finalmente también se descartó tras un cambio de gobierno municipal y los nuevos planes con los que aterrizó el ejecutivo entrante.
Origen de la actuación
Fue en 2008 cuando la estación comenzó a vincularse al proyecto del tranvía
Fue en ese momento, en torno al año 2008, cuando la estación de autobuses comenzó a vincularse con el incipiente proyecto del tranvía metropolitano de la Bahía, un nuevo giro de guion impulsado por la Junta de Andalucía que llegaría para dar una vuelta de tuerca más a la fisonomía urbanística de esta zona de la ciudad.
Tras nuevos años de negociaciones y retrasos, la estación, que pasaría a denominarse apeadero de autobuses, quedaría así definitivamente condicionada por el trazado del tranvía, optándose por desplazar la nueva ubicación hasta la zona del campo de fútbol, en la calle Paciano del Barco.
Fue allí donde se ubicó provisionalmente la parada de autobuses de la Plaza de Andalucía mientras se desarrollaban las obras de la plataforma tranviaria, en 2015, un enclave histórico, el de El Pájaro, donde ya no volverían a parar los autobuses.
No obstante, el primer apeadero que se puso en marcha en la nueva ubicación del campo de fútbol (2019), vinculado al proyecto del tranvía como una de las condiciones que debía cumplir éste para con Chiclana, no terminó de convencer prácticamente a nadie, ya que, tras años de interminables demoras y retrasos en las gestiones y las obras, el resultado fue claramente insuficiente para lo que una ciudad como Chiclana necesitaba a estas alturas de su desarrollo.
En esa coyuntura, y al amparo de los fondos europeos Next Generation, se decidió por parte del equipo de gobierno municipal volver a mejorar el proyecto definitivo de la estación, con una inversión de 1,2 millones de euros que ha dejado tras de sí el resultado que actualmente se puede apreciar tras su puesta en funcionamiento el pasado jueves.
Un equipamiento que si bien, como todo, es susceptible de mejorar, cumple al menos con gran parte de las necesidades que una ciudad como Chiclana venía arrastrando desde hacía décadas y que llega para saldar esta deuda, no solo con el transporte colectivo de viajeros, sino también con el entorno, la apuesta por un urbanismo más sostenible y la adaptación a los valores que en esta línea se imponen actualmente desde Europa.
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