Comenzar la semana no es fácil. Toca madrugar y volver al trabajo después del fin de semana, con todo el estrés que esto implica. Inevitablemente pensamos en que llegue pronto el fin de semana para poder distraernos con planes divertidos. Así que si eres de los que le pesan los lunes y ya están pensando en el fin de semana quédate para descubrir este planazo.  

Desconectar de la rutina es fácil si encuentras lugares y planes que te motiven. Una de las opciones que te traemos es un sendero en la sierra de Cádiz que no es nada fácil. Tendrás que tener agilidad y estar preparado para adentrarte en una ruta muy rocosa. Se trata del Salto del Cabrero, una ruta que se encuentra entre Grazalema y Benaocaz, pero que tiene su punto de partida en este pueblo de la sierra gaditana, concretamente en la calle Pajaruco. 

Si quieres disfrutar de una experiencia diferente este es el destino ideal. Puede que al comenzar o durante el recorrido te encuentres con alguna cabra, por algo lo llaman el Salto del Cabrero. Más allá del paisaje verde que estaremos acostumbrados en algunos senderos de la provincia de Cádiz, el de este te impresionará porque está lleno de grandes rocas y un desfiladero donde la caliza es lo más predominante. Además, en el paisaje se originan simas, galerías, cuevas y fallas en los desfiladeros.

El Salto del Cabrero

Para realizar el sendero no es necesario pedir permiso, como sí sucede en otras rutas por el Parque Natural de la Sierra de Grazalema como la subida al Torreón. Aunque se estima que la ruta tiene una duración de entre dos y cuatro horas, todo dependerá del ritmo y las paradas que hagas por el camino. Su dificultad es medio por la gran presencia de rocas, así que si vas con niños tendrás que extremar las precauciones.  

Una de las principales razones por las que tienes que hacer esta ruta es para conectar con la naturaleza más salvaje. Transitarás por un entorno rocoso, acompañado de la presencia de vacas, cabras y burros. Aunque la joya de la corona está al final del recorrido, donde llegarás a una zona donde habita una colonia de buitres leonados. Resulta impresionante observar el vuelo de estas aves rapaces y sus colonias sobre las paredes rocosas y acantilados. La zona para la observación de estas especies está tan cercana que resulta sencillo ver cómo vuelan sin necesidad de usar prismáticos.