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El pueblo de Cádiz con sabor a miel

Vistas hacia Prado del Rey

Vistas hacia Prado del Rey / Cádiz Turismo

Nos desplazamos hasta el centro neurálgico de la producción de miel en la provincia gaditana, concretamente hasta Prado del Rey, para descubrir los encantos de uno de los Pueblos Blancos de Cádiz.

Fue fundado en el siglo XVIII por el Rey Carlos III, tal y como lo conocemos hoy. Sin embargo, previamente a esta época, sus orígenes se remontan a los tiempos del paleolítico, tal y como se recoge en la web de su Ayuntamiento, pues "son frecuentes los hallazgos de hachas, flechas y otros objetos elaborados en sílex". Sin lugar a duda, de entre sus monumentos y patrimonio histórico, lo más emblemático es el yacimiento romano y las salinas de Iptuci, "donde los fenicios iniciaron su explotación de sal".

Las abejas son la especie más importante de la Tierra, imprescindibles para la conservación de la biodiversidad por su labor polinizadora; y en este pueblo gaditano miman las colmenas con sus cuidados. Otro de sus encantos, y quizás por el que más se le reconoce en la Sierra de Cádiz y fuera de sus fronteras, es por la producción de miel. Cada año, Prado del Rey organiza una feria donde muestran las diversas mieles que se producen en el entorno mientras aprendes sobre apicultura. Por muchas razones se ha ganado el mérito de ser "el pueblo de la miel" ya que es una de las localidades con más apicultores por habitantes en Andalucía.

Este pueblo de la miel se encuentra ubicado entre dos parques naturales, el de Grazalema y los Alcornocales, ambos considerados los pulmones verdes de la provincia gaditana y que favorece la calidad de este producto estrella. Según distintas informaciones, la provincia gaditana cuenta con 60.000 colmenas, de las cuales 30.000 están en Prado del Rey. De esta forma, más del 70% de la miel de la provincia se produce en este municipio de Cádiz.

Sin embargo, la industria de la miel no es la única presente en Prado del Rey, también se centran en la producción artesana de la sillería y la marroquinería. La primera se realiza en pequeños talleres y son trabajos rústicos, de haya y pino. Mientras que la marroquinería comienza en los años 60 con la aparición de los primeros talleres de trabajo en cuero, siendo hoy en día la principal actividad económica de esta localidad y de Ubrique. 

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