Castillo de Fatetar, una joya histórica que domina a Espera
Esta maravillosa fortaleza se encuentra en la cima de la ladera y aún se desconocen sus orígenes
¿Cuáles son los pueblos mágicos de Cádiz?
A las puertas de la Sierra y enmarcado en la Ruta de los Pueblos Blancos, se encuentra Espera, un pueblo gaditano situado a una altitud de 164 metros y a 82 kilómetros de la capital gaditana. Dominando el cerro, en cuya ladera se encuentra este pueblo gaditano, podemos observar el Castillo de Fatetar custodiando Espera.
La tradición local recoge que su construcción fue llevada a cabo por el Rey Hespero, quien construyó allí su santuario o un observatorio astronómico. Aunque sus orígenes no están muy claros, ya que “se han encontrado unas pequeñas láminas de sílex probablemente del Neolítico”, según informaciones del Ayuntamiento de Espera. Sin embargo, esta plaza fue reforzada por los íberos y de esta época se conserva un amuleto en forma de colgante de barro cocido amarillento que simula una gota de agua.
Muchas informaciones rodean la historia de este asombroso Castillo, sin embargo, al no haberse realizado excavaciones no se puede concretar nada relativo a esa época. Quizás ese sea uno de los atractivos que convierten a este lugar en un enclave mágico. Según se detalla en la web del Ayuntamiento de Espera, algunos autores sitúan los cimientos de este castillo en la época romana ya que han aparecido trozos de cerámica, monedas e incluso un trozo de coraza de unas estatuas en las laderas. Aunque también es probable que los visigodos hicieran de este enclave su fortaleza, pues también se han encontrados restos de aquella época, como una piedra con decoración visigoda que se encuentra en la cripta de la iglesia parroquial.
Por otro lado, historiadores musulmanes hablan de una vía de comunicación que pasaba por Espera, por lo que también sería importante durante la ocupación musulmana. Se dice también que Abderramán III mandó construir el castillo en el año 914 sobre las ruinas de una construcción visigoda ya existente. Lo único que queda claro es que sirvió como fortaleza defensiva en la frontera entre los territorios cristianos y árabes junto con otros castillos de la Sierra de Cádiz. De la dominación musulmana quedan restos como la Torre del Homenaje y una ventana ciega en forma ojival enmarcada en un alfil y restos de murallas y paredes.
Así fueron pasando los años hasta que, tras la Guerra de la Independencia, el castillo volvió a caer en el abandono y cada vez eran mayores sus ruinas. No fue hasta 1984 cuando comenzaron las limpiezas en el castillo y se pudo llegar hasta el suelo de unas habitaciones excavadas en la roca que se desconocían. Actualmente es propiedad de la Iglesia Católica y fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento. Se encuentra en estado de ruina consolidada y es de acceso libre.
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