Y a todo esto, el Cádiz CF tiene el próximo domingo, el de Resurrección, una cita exigente ante el Valencia en la que estarán en juego tres puntos que pueden acercar la permanencia. Un equipo amarillo que asiste como testigo al enésimo conflicto entre Manuel Vizcaíno y Quique Pina.

Desgraciadamente el primer equipo gaditano empieza a estar demasiado acostumbrado a los tira y afloja entre las dos personas que encabezaron el proyecto cuando Locos por el Balón aterrizó en la entidad gaditana.

Dentro y fuera del club, según los tiempos que se han ido viviendo, los enfrentamientos entre el sevillano y el murciano han sido constantes empañando esa otra imagen tan favorable de un Cádiz CF que en el césped y en diversos aspectos institucionales ha ido creciendo.

Tanto Álvaro Cervera como los componentes de la primera plantilla de jugadores están obligados a mirar hacia otra parte para centrarse en el balón, en los largos 90 minutos que cada semana ponen en juego la capacidad y el futuro del Cádiz en Primera División.

Más que nunca el vestuario del Cádiz CF debe ser un búnker para que sea capaz de aislarse de lo que sucede fuera; esa pugna por el poder y el control de la entidad. No es la primera vez que se encuentra esa tensión en el entorno, por lo que debe tener la madurez suficiente para quedarse al margen.