Crónica y resultado del Pontevedra - Cádiz CF de la Copa del Rey

David Gil mete al Cádiz CF en la siguiente ronda

Álvaro Giménez salta ante dos jugadores del Pontevedra.

Álvaro Giménez salta ante dos jugadores del Pontevedra. / Salvador Sas/Efe

El Cádiz CF estará en el bombo del sorteo de la tercera ronda de la Copa del Rey después de eliminar en la segunda a un correoso Pontevedra que no lo puso nada fácil.

El conjunto amarillo se metió entre pecho y espalda 120 minutos y tuvo que apurar hasta el último lanzamiento de la tanda de penaltis, que ganó 4-5 para certificar el billete. Las eliminatorias a partido único en el campo del equipo de menor categoría las carga el diablo. El Cádiz CF no hizo los deberes cuando fue mejor hasta que el adversario se le subió a las barbas.

Fue entonces cuando emergió la figura de David Gil, que salvó a su equipo durante el encuentro y después en los lanzamientos desde los 11 metros cuando paró el quinto después de sus compañeros transformasen todos los suyos

Como se esperaba, Álvaro Cervera desplegó la segunda unidad, con sólo dos de los considerados teóricos titulares (José Mari y Alberto Perea) y tres jóvenes del filial, todos defensores: Marc Baró, Saturday y Momo Mbaye, este último debutante en el primer equipo.

El equilibrio marcó los compases iniciales, sin complejos los locales y algo lento en la circulación los visitantes, sin capacidad para la sorpresa. Pasado el primer cuarto de hora, Álvaro Giménez resbaló dentro del área tras recibir un buen servicio de Perea.

El paso del tiempo asentó a los amarillos, que se hicieron con el esférico a falta de ocasiones. El dominio fue creciendo y por fin en el minuto 21 se rompieron las hostilidades. Los porteros sostuvieron a sus equipos. Álvaro Cortés repelió el cuero tras un cabezazo de Garrido a la salida de un saque de esquina y a continuación, en la siguiente acción, replicó Álex González con un potente zurdazo que no acabó en gol gracias a la acertada intervención de David Gil.

El conjunto de Primera tenía el control pero recibió el primer toque de atención. Debía tener mucho cuidado con las contras del un rival cómodo en su parcela que no se cortaba a la hora de jugar en largo para buscar la espalda de los centrales. El Pontevedra, además de tocar en momento puntuales, demostró tener un plan.

Los amarillos no lograban romper la telaraña gallega pero la mala noticia no era esa sino la lesión de José Mari traspasado el ecuador de la primera parte. El roteño, que disfrutaba de minutos para coger la forma tras superar una dolencia en una rodilla, se tuvo que ir por un problema muscular en un muslo que puede frenar su reaparición en la Liga después de dos meses de ausencia. Máxima preocupación.

La marcha del capitán obligó a una reestructuración que llevó a Bodiger de tres cuartos a la media y Malbasic saltó al césped para colocarse en punta junto a Álvaro Giménez. El serbio cayó dentro área en su primera aparición tras un contacto con Pol Bueso que no fue suficiente para ser considerado penalti.

El acoso del Cádiz fue a más, pero el gol se resistía. Marc Baró lo tuvo cerca en el minuto 33 con un cañonazo lejanísimo con el que trasladó el cuero hasta el poste. Casi sin respiro, Alberto Perea inventó una de sus habituales jugadas para soltar un derechazo desde el balcón del área que acabó en el balón entre los brazos del arquero.

Los locales espaciaron sus aproximaciones en el lado contrario, paro aún así generaron algo de peligro. En el 37, David Gil abortó un remate de Imanol tras un barullo dentro del área. Fue un hecho aislado porque el Cádiz ya mandaba en el partido, aunque no en el marcador, sin goles al descanso.

Los gaditanos apretaron en la reanudación. El gol era un asunto de estado. Lo tuvo en el 50 tras un saque de esquina, Garrido cabeceó el balón y Malbasic, estorbado por un zaguero junto a la portería, remató a las nubes.

El Cádiz era superior en el juego pero no en el resultado y la prórroga empezó a ser una posibilidad real. Y para colmo, el rival comprobaba que la opción de tumbar al grande era algo más que un sueño.

Como en la primera mitad, los de Cervera convirtieron la banda izquierda en el pasillo por donde volcaron sus acometidas con el desparpajo de Marc Baró y los intentos de desborde de Perea hasta que se apagó. El preparador cadista dio una vuelta de tuerca con la apuesta por Jairo y Bobby Adekanye camino de la recta final de un partido abocado a un final igualado.

Los amarillos parecieron tomarse un respiro que Bobby rompió en el 70 con una jugada individual que culminó con un flojo disparo que despejó un contrario.

El Cádiz perdió ritmo, se volvió parsimonioso y facilitó la labor de los de casa, plácidos atrás sin renunciar a nada. David Gil atrapó con seguridad la pelota tras un disparo de Charles con sólo un cuarto de hora por delante, justo cuando Cervera se jugó la penúltima carta con Lozano y Pombo.

Los amarillos se han venido abajo en una segunda pare en la que se jugó a lo que quiso un Pontevedra seguro de sí mismo que nunca dejó de creer. De hecho, los gallegos se emplearon con más intensidad en el esprint final, cuando ya no se apreciaba la diferencia de categoría.

La ocasiones brillaron por su ausencia con un Cádiz diluido por completo, sin mando en el campo, con los jugadores haciendo la guerra por su cuenta y sin dar la sensación de poder perforar la portería. Fueron los locales los que empujaron sin nada que perder y mucho que ganar.

En ese contexto de descomposición, la prórroga fue inevitable y la eliminatoria, a esas alturas, se la podía llevar cualquiera. Cualquier rasgo de favoritismo había desaparecido.

Tras no conseguir hacer un gol en 90 minutos, la siguiente del Cádiz era evitar la ruleta rusa de la tanda de penaltis. Entre Pombo, Bobby y Lozano fabricaron una ocasión clarísima en el 95 que el hondureño, con todo a su favor dentro del área, remató a balón a las manos de Álvaro Cortés. Respondió Álex González con una volea fuera en el 101 en una señal de osadía de un Pontevedra que aceptó el intercambio de golpes.

En el 104, David Gil neutralizó un trallazo de Imanol. Los locales activaron el botón de ataque frente a un Cádiz que funcionó a impulsos, sin continuidad y, lo peor, sin acierto en el pase. Demasiados errores.

Los locales adelantaron líneas y presionaron arriba en busca de la victoria como si fuesen de Primera y los amarillos de Segunda B. Cervera dio galones a Jonsson el último cuarto de hora justo antes de que Lozano estuviese cerca de marcar en propia puerta.

Los últimos minutos del tiempo extra fueron de un Pontevedra volcado en ataque. Fue el que buscó la victoria de verdad porque los amarillos sólo existieron para defender con sufrimiento. David Gil evitó el 1-0 en el 111 tras un remate a bocajarro de Imanol poco después de que un tiro de Álex González se marchase cerca de un poste.

El cerocerismo se impuso y todo quedó a expensas del cara y cruz de los penaltis. Los amarillos no fallaron y David Gil paró el quinto para certificar el pase.

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