Cádiz CF

Un Cádiz CF sin rumbo se estrella en casa y se asoma al abismo (0-1)

Bongonda intenta desbordar a Rubén García.

Bongonda intenta desbordar a Rubén García. / Cádiz CF

El Cádiz CF hizo todo lo contrario de lo que debía. Era el partido que tenía que ganar y lo perdió. Mal día para la derrota. Se jugaba media permanencia en casa y lo que puede suceder es que saque medio billete para el descenso. Tenía prohibido perder pero cayó (0-1) ante un Osasuna que supo aprovechar su momento. Ni siquiera fue capaz de quedarse un punto que hubiese sido un mal menor ante un contrincante plagado de suplentes.

Debacle en toda regla frente a un rival con el que siempre pierde desde que volvió a Primera. Con un nuevo revés ante el cuadro pamplonés, los de Sergio González se meten en un laberinto con el que pocos contaban tras el empate en el terreno del Espanyol. Pero este Cádiz CF, más allá de la lucha, peca de inocencia en el área contraria. Demasiado cándido.

La precipitación y el nerviosismo se adueñaron de un equipo al que no se le puede reprochar nada en cuanto a entrega pero sí en todo lo demás, incapaz de controlar las emociones, incapaz de dar el pase definitivo, incapaz de ver puerta, con escasa calidad, por no decir nula, en los metros finales, donde se deciden los partidos.

Si no es capaz de ganar en su estadio, rodeado de su gente, cuando llega la hora de la verdad, la pregunta es cuándo va a hacerlo. Una sola victoria en los últimos ocho encuentros es un bagaje muy pobre para un aspirante a la permanencia que se asoma al abismo e el tramo decisivo de la temporada.

Como ya había anunciado Sergio González el día antes, nada de rotaciones con todo lo que hay en juego. Mantuvo el bloque habitual con sólo dos novedades: Víctor Chust y Roger Martí. No varió el dibujo. Un 4-4-2 de libro.

Los dos equipos aplicaron el mismo plan en los compases iniciales: presión alta con la que se obligaron mutuamente a practicar un fútbol directo con pases largos y mucho juego aéreo.

No tardaron en avisar los de casa. El gol estuvo muy cerca en el minuto 4 tras un centro desde la derecha de iza Carcelén, Chris Ramos no pudo enganchar el cuero con una chilena dentro del área y el potente disparo de Rubén Sobrino, solo en el segundo palo, se estrelló contra el cuerpo de Aitor Fernández.

La ocasión, muy clara, aportó un plus de confianza a un equipo que empezó a rasear el esférico con cierto criterio y una inequívoca vocación ofensiva. En el 11, Luis Hernández cabeceó alto en una segunda acción tras un saque de esquina.

El dominio del equipo más necesitado fue 'in crescendo' gracias a los frecuentes robos en la parcela visitante. La presión alta fue constante y el apoyo desde la grande, permanente. Chris Ramos fue el hombre más activo en ataque con su incesante movilidad y lucha sin tregua.

Los locales no aprovecharon el arreón entre otras cosas porque se toparon con un rival ordenado atrás, sin prisas, que se fue haciendo fuerte en su área y concedió poco. En el 26, Víctor Chust no atinó en el testarazo cuando estaba en una buena posición en el área tras el saque de una falta.

Justo a la media hora, una mala noticia. Una nueva lesión en el centro de la defensa. Chust, que disfrutaba de su primera titularidad desde el pasado mes de noviembre, se tuvo que marchar lesionado y dejó su sitio a Momo Mbaye.

Cuando parecían que los amarillos iban a menos, apareció Roger Martí en el 33 para fabricar una ocasión de oro que él mismo desperdició. Se escapó de un defensa, se internó en el área por el centro y cuando mejor lo tenía para alojar la portería ajustó tanto si derechazo que mandó fuera el balón.

El Osasuna tardó 36 minutos en tirar a puerta, pero lo hizo con peligro con un cabezazo de Unai García y un balón detenido por Ledesma en dos tiempos. Poco después, en el 39, fue Pablo Ibáñez quien perdonó cuando completamente solo delante de la portería envió la pelota fuera con la testa. En el 42, un taconazo de Budimir acabó con la pelota entre los brazos del arquero y en la prolongación, el delantero tiró desviado tras escaparse de Momo Mbaye.

Los locales se enredaron en un quiero y no puedo. Faltó precisión en el último pase y algo de calidad arriba. Con la intensidad y la lucha no era suficiente para abrir la lata. Bongonda era el único capaz de hacer algo diferente. Mal asunto si un equipo depende de un solo jugador.

Las acciones a balón parado emergieron como la opción más posible de celebrar un gol. En el 44, casi lo consiguió Chris Ramos tras una falta a la olla y una mala salida de Aitor Fernández. Y en la última jugada antes del descanso, una vez más en una jugada a balón parado, Chris Ramos cazó el balón con una volea en el corazón del área pero no vio puerta.

El cerocerismo imperó durante el periodo inicial y todo quedó pendiente de la segunda parte en la que el Cádiz CF estaba obligado a afinar el punto de mirar para tener posibilidades de quedarse con el botín.

Y la segunda mitad comenzó con otro lesionado en el bando cadista, esta vez Roger Martí tras una carrera en la primera jugada. Su puesto lo ocupó Sergi Guardiola, quien nada más entrar casi marcó con un disparó que se marchó cerca del poste, aunque estaba en fuera de juego.

Salieron los de casa con una presión asfixiante arriba en busca de gol que tanto necesitaban. Pero fue el cuadro navarro el que vio muy cerca el gol tras un córner rematado por Budimir que Ledesma salvó  en la línea de portería cuando el 0-1 parecía inevitable. Por suerte para los gaditanos, la acción estaba invalidada por una falta en ataque.

El partido se volvió loco con un Cádiz CF volcado en ataque, asumiendo riesgos, y un Osasuna que también quiso buscar la portería contraria.

Tan descontrolado estaba todo que en cuestión de segundos podía pasar cualquier cosa en cualquiera de las dos porterías. En el 57, de una salida salvadora de Ledesma para evitar el gol se pasó a la contra, iniciada por el argentino, y a una ocasión clarísima de Sergi Guardiola, solo dentro del área pero algo lento para definir hasta que un zaguero llegó a los justo para despejar.

Hasta que la balanza se inclinó a favor de los navarros. En el 62, Rubén García soltó un zurdazo raso desde la frontal del área con el que alojó en balón en la portería junto a un poste. Un golazo, el 0-1, que dejó helado al equipo local y en silencio a la afición.

El Cádiz CF pagó caro el desorden en el que se había instalado y la relajación a la hora de tapar huecos. Se vio abocado a una reacción heroica para evitar el desastre. Sergio González respondió con una apuesta a la desesperada por Álex Fernández, Iván Alejo y Álvaro Negredo. Se la jugó con tres delanteros y todo un equipo con el acelerador a fondo.

Tocaron a rebato los anfitriones, que no pararon de intentarlo con más corazón que cabeza. Iván Alejo cobró protagonismo con un centro tras otro desde la derecha. En el 76, Aitor Fernández impidió el empate al repeler el cuero tras un misil lejano de Álex.

Tuvo la igualada en su botas Rubén Alcaraz con un latigazo desde la frontal del área (en el 81) que no vio puerta. Ese fue el gran problema toda la tarde, la falta de acierto en el remate.

El paso de los minutos no hizo sino acrecentar los nervios de un equipo que se estrelló contra su inoperancia y contra un adversario con diez futbolistas desde el minuto 84 cuando Abde, que acababa de entrar, fue expulsado por propinar una patada a Iza Carcelén.

En el alargue, con todo los amarillos volcados, Ledesma salvó el 0-2 al rechazar el balón en el mano a mano con Moncayola.

Hubo un último arreón, pero nada. Muchos centros pero inofensivos, sin daño a una zaga rojilla que se mantuvo sólida.

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