Cádiz CF

Lógica derrota con enorme susto en la grada (0-4)

  • El Cádiz CF resiste casi una hora aunque acaba perdiendo por goleada ante un Barcelona muy superior

  • El partido estuvo detenido 45 minutos por un problema cardiaco de un aficionado

Zaldua y De Jong en un lance del partido.

Zaldua y De Jong en un lance del partido. / Lourdes de Vicente

Minuto 82. El partido entre el Cádiz CF y el Barcelona afronta la recta final cuando saltan las alarmas en la parte baja, algo ladeada, de la grada de Fondo Sur. El espectáculo pasa a un segundo plano. El encuentro se detiene porque una persona sufre un problema de salud grave. Todo apunta a un problema cardiaco.

La persona es atendida durante una media hora por personal sanitario en la misma grada. Se trata de algo. Desde la distancia se observa como le dan masajes cardiacos una y otra vez. Mientras, Ledesma, que está su portería junto a ese Fondo, reclama en la banda para pedir con urgencia un desfibrilador que lleva hasta la zona a la carrera.

Cunde la incertidumbre en todo el estadio. Pasa el tiempo y el aficionado sigue siendo atendido por numeroso personal sanitario en labores de reanimación que resultan muy dificultosas. En un momento determinado, José Mari, capitán del Cádiz CF que ocupaba plaza de suplente, corre con un empleado de club a llevar una camilla a la zona de Fondo Sur ya desalojada de seguidores.

Después de más de media hora, la persona atendida es sacada en camilla es reanimada y trasladada al Hospital con la máxima urgencia. Mientras, un operador de cámara de televisión sufre un desmayo en la zona de Tribuna, aunque en su caso la cosa no pasa a mayores.

El partido estuvo marcado por esa incidencia de salud. La vida es lo primero y el fútbol dejó de tener sentido mientras una persona era atendida por un problema cardiaco serio. Una vez reanimada y llevada a un centro hospitalaria, los jugadores regresaron el césped para terminar un encuentro muy cuesta arriba para los locales, que perdían 0-2.

El encuentro estuvo parado más de tres cuartos de hora y se reanudó a las nueve y cinco. Mucha genta ya se había ido a casa. Los dos equipos acabaron un duelo muy desigual en el que se impuso la lógica. Después de semejando susto, el resultado casi fue lo de menos.

No hubo sorpresa como en las dos temporadas anteriores anteriores y el Cádiz CF perdió contra el todopoderoso Barcelona de las extrañas palancas y avales que ha fabricado un plantillón para ganarlo todo. Aguantó hasta donde pudo el equipo anfitrión.

El conjunto amarillo resistió casi una hora hasta que el plan saltó por los aires con el primer gol de los azulgranas, muy superiores. La enorme diferencia de calidad entre el modesto y el grande se plasmó sobre el tapete, aunque el perdedor vendió cara la derrota. Al Cádiz CF que le queda el consuelo de haber competido ante uno de los favoritos al título.

Fue una derrota digna que puede y deber servir de vitamina para futuros compromisos. El conjunto gaditano sigue sin sumar y sin marcar un gol, colista de la clasificación con cero puntos.

Sergio González se inclinó esta vez por un doble pivote como eje del 4-4-2 y la novedosa presencia en defensa de Momo Mbaye, debutante en Primera División y además en un envite de altura.

Arrancaron muy enchufados los de casa, abocados a una actuación perfecta para tener opciones de puntuar. Fueron los primeros en acercarse con peligro poco después del pitido inicial con un centro de Iván Alejo que metió el susto en el cuerpo a la zaga culé.

Para susto que el que como réplica dio Memphis Depay con una serie de regates dentro del área y un posterior remate abortado por Jeremías Ledesma.

La presión alta de los amarillos fue una demostración de valentía aunque no supuso un problema para un Barcelona que no tardó en hacerse con los mandos.

En el minuto 10, Raphinha estrelló el balón en el poste fruto de un robo en tres cuartos. El único dueño del esférico fue el grande y al pequeño no le quedó otra que defenderse como buenamente pudo, dejar pasar el tiempo y tratar de sorprender a la contra o a balón parado.

Tocó, tocó, tocó… el cuadro azulgrana administró con paciencia el cuero que a los locales les duró poco en su poder. El guión era previsible. Atacaron con todo los de Xavi Hernández con juego horizontal y vertical, con laterales convertidos en extremos. Y defendieron con todo los locales, con orden.

Todo quedó a expensas de la fortaleza en las labores de destrucción. En el 22, Raphinha, de nuevo solo en área, disparó muy alto.

Los arreones del Cádiz CF espolearon a una afición que dio su aliento pese a las dificultades. La mejor noticia pasado el ecuador del primer acto fue el marcador inalterado. Quedaba mucha tela que cortar pero los de casa no estaban dispuestos a ponérselo nada fácil a un adversario que, pese a sus numerosas ausencias, era muy superior.

El tiempo pasó sin que casi nada sucediese. En el 35, Memphis remató fuera tras un barullo después de un saque de esquina. No faltó la polémica. En el 37, los visitantes reclamaron penalti por un supuesto agarrón de Iván Alejo en una esquina del área. Xavi Hernández se desgañitó desde la banda para pedir el lanzamiento desde los once metros. Muy protestón el técnico. No fue para tanto. Hubo un contacto pero excesivo para ser catalogado como pena máxima.

El duelo se encaminó al empate sin goles en el descanso. En el 43, Ledesma paró sin problema una floja definición de Memphis. Y en el 45, el arquero despejó el esférico con una mano tras un centro del neerlandés que llevaba veneno. En la prolongación, un tiro de Ferran Torres de perdió cerca de la escuadra.

El acoso azulgrana no pasó de ahí. Cero a cero a falta de los 45 minutos definitivos. El Cádiz CF plantó cara en la primera mitad. Aguantó las continuas acometidas del rival y presionó arriba cuando vio la oportunidad de hacerlo. Eso sí, sin llegar a poner el balón entre los palos.

Los gaditanos empezaron la segunda parte como la primera. Sin ningún temor y con una llegada peligrosa al área contraria. Una señal de ambición aunque no de realidad. Como se esperaba, el Barcelona se hizo con la propiedad de la pelota e hizo que el partido se jugase casi en exclusiva en la parcela cadista.

Aun así, el equipo de casa dispuso de alguna ocasión. Clarísima fue la que desperdició en el minuto 53 Fede San Emeterio, solo desde la zona del punto de penalti con un zurdazo que se marchó al cielo cuando lo fácil parecía era que fuese en dirección a portería.

Del posible 1-0 se pasó al 0-1 en un pestañeo. Fue en la siguiente acción, ya en el 54. Raphinha pasó a Gavi, sevillano centró desde la línea de fondo, Ledesma dejó la pelota muerta con su despeje y De Jong, entrando desde atrás, empujó a placer a puerta vacía.

Pasó lo peor que le podía suceder a los amarillos: verse por debajo en el marcador. Para colmo, justo después del gol entraron Pedri, Dembelé y Lewandowski. Por los locales lo hicieron Alarcón y Bongonda.

Con el primer tanto se acabó la historia. Los azulgranas apretaron aún más y no tardaron en sentenciar. En el 64, Raphinha centró, entre Ledesma y la defensa no lograron despejar y Lewandowski culminó casi en línea de gol para poner el 0-2.

La resistencia de los anfitriones duró casi una hora y con dos goles de desventaja apenas tuvo opciones. No fue por no intentarlo. Demasiada diferencia entre los dos equipos.

La media hora restante sólo valió para establecer la renta definitiva en el marcador a favor de los culés. En medio de la derrota, una buena noticia: la reaparición de Rubén Alcaraz tras dejar atrás una lesión.

En la recta final casi no hubo fútbol. En el minuto 82 se paró el partido ante la indisposición de un aficionado en Fondo Sur que debía tener algo grave. Después de 20 minutos, mientras la persona seguía siendo atendida por personal sanitario, el árbitro decidió que los dos equipos se marchasen a los vestuarios. El espectáculo dejaba de tener sentido ante una vida humana.

El partido se reanudó tres cuartos de hora más tarde. El Cádiz CF, con todo perdido, se fue arriba en busca de un milagro que no se produjo. Todo lo contrario. El Barcelona amplió la diferencia en el 86 con un gol de Ansu Fati a puerta vacía tras una contra conducida por Lewandowski. Y en el 91, Bembelé firmó el 0-4 en una acción personal.

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