El Cádiz CF está viviendo una temporada complicada que le lleva a convivir de manera peligrosa con la posibilidad de bajar a Segunda División.

De hecho, acumula nada menos que 21 partidos consecutivos sin ganar y enlaza los últimos siete capítulos ubicado en la 18ª posición, en zona de descenso.

A pesar de que la trayectoria es negativa y las sensaciones no son nada buenas, el Cádiz CF sigue dependiendo de sí mismo para conseguir la permanencia en la máxima categoría del fútbol español. La clave radica en una reacción que no puede demorarse más en el tiempo.

El próximo encuentro aparece como una auténtica final. El conjunto amarillo se enfrenta al Celta de Vigo el domingo 25 de febrero en el estadio Nuevo Mirandilla (26ª jornada de Liga). El equipo de Mauricio Pellegrino, con 17 puntos, está a tres del cuadro gallego, con 20 desde el 17º que abre la franja de la salvación.

La distancia entre ambos supone que si el Cádiz CF es capaz de vencer de una vez, igualaría a 20 puntos con los celestes y saldría de la zona de descenso porque además le ganaría el goal average particular tras la equis (1-1) que firmaron en Balaídos en el choque de la primera vuelta.

La importancia del duelo frente al Celta es indiscutible porque se ponen en juego mucho más que tres puntos. El triunfo tendría múltiples recompensas. Por un lado, permitiría salir del descenso y tomar aire antes de seguir batallando en los siguientes encuentros. Por otro, dejaría tocado a un rival directo.

Además, sería una inyección de autoestima para un Cádiz CF que necesita creer en sus posibilidades con hechos. El efecto anímico sería muy beneficioso. Un impulso para afrontar los próximos envites con la mente despejada. Una victoria le serviría para frenar la mala racha y poner los cimientos para inaugurar una dinámica positiva.

Ganar es la cuestión. En el Cádiz CF consideran que es el momento de revertir la situación. Sólo vale dar un salto de tres puntos que tanto necesita el equipo.

De la misma manera que un triunfo le daría la impulso, una derrota sería casi definitiva para los amarillos, que en ese caso sufrirían un golpe mortal porque se quedarían a seis puntos de la salvación. Ganar es seguir vivo. El objetivo no estaría amarrado pero sí tendría opciones de lograrlo. Sin embargo, perder sería sacar billete a la división de plata no de forma matemática pero sí casi definitiva. Sería un golpe muy duro.