La UD Las Palmas, próximo rival del Cádiz, lleva una dinámica en cuanto a entrenadores que nada tiene que ver con la del Ramón de Carranza. Pepe Mel, fichado el día 4 del pasado mes, es el séptimo técnico que ocupa el banquillo canario en las dos últimas campañas; toda una locura. Márquez, Ayestarán, Paquito y Paco Jémez, la pasada campaña; y Manolo Jiménez y Paco Herrera, en la actual, antes de la llegada de Mel. Este descalabro de fracasos tiene su origen en la marcha de Quique Setién, el último entrenador que llevó la estabilidad al banquillo de Las Palmas.

Tanto Jiménez como Herrera fueron cesados por una crisis de resultados que poco a poco fue castigando la escasa ilusión de unos aficionados que miraban con nostalgia a Primera División. Jiménez y Herrera acumularon un alto número de igualadas (siete cada uno) y ganaron, entre los dos, sólo ocho partidos. A estos dos preparadores hay que sumar los cuatro del curso pasado. Márquez, Ayestarán y Paquito no superaron los 11 puntos en 17 partidos. Jémez sumó esos mismos 11 puntos pero de 21 encuentros que dirigió a los amarillos.

Pepe Mel es el hierro ardiendo al que se agarra Las Palmas, aunque acumula una victoria, dos empates y dos derrotas después de cinco jornadas, y tiene al equipo clasificado más cerca de la zona de descenso a Segunda B que de los puestos que conducen a disputar el play-off a Primera División.

Curiosamente el domingo por la noche estarán frente a frente dos políticas muy diferentes. Álvaro Cervera, fijo en el banco cadista desde la etapa final de la campaña 2015-16, frente a un Pepe Mel que es el séptimo de una lista impropia en apenas dos temporadas. Proyecto asentado y a largo plazo, por un lado, contra otro que es un melón por calar y en el que existen muchas urgencias sobre los hombros de Pepe Mel.