La última vez que el entrenador del Girona, Narcís Juliá, estuvo en el estadio Carranza lo hizo como jugador del Zaragoza. Y no debe guardar muy buen recuerdo de aquella ocasión. Corría el mes de junio de 1991 cuando el Cádiz, entonces en Primera División, se jugaba la vida en la última jornada de Liga contra el equipo maño para tratar de esquivar el descenso. Los aragoneses, a su vez, peleaban por evitar la entonces existente promoción.

Juliá, natural de Gerona, jugó de titular con los zaragocistas, que se pusieron por delante en el marcador gracias a un gol de Paquete Higuera que parecía condenar al Cádiz a Segunda. Pero nada es imposible en el conjunto amarillo y un tal Dertycia y otra tal Kiko -¿les suena?- dieron la vuelta al marcador en apenas tres minutos en la recta final del partido ante la locura colectiva que se desató en las gradas del Carranza.

Ese partido inolvidable para todos los cadistas se convirtió en un borrón en la historia del Zaragoza, que luego solventó la papeleta en promoción y continuó en la máxima categoría. El Cádiz también jugó la promoción, en la que se deshizo del Málaga y se salvó del descenso.

Casi diecinueve años después, Juliá vuelve al mismo escenario.