Agné los pone firmes

El entrenador somete al equipo a una larga sesión de casi cuatro horas que tiene charla, vídeo y balón Máxima insistencia e infinidad de correcciones en la presión sobre el rival

Agné realiza un gesto muy habitual en él en presencia de Moke y Diego González (al fondo).
Agné realiza un gesto muy habitual en él en presencia de Moke y Diego González (al fondo).
F.j. Díaz Cádiz

19 de diciembre 2012 - 05:02

Un espectáculo. Definitivamente ver entrenar al Cádiz desde la llegada de Raúl Agné es algo nunca visto en el equipo amarillo. El preparador aragonés cumple su segunda semana al frente del primer plantel, aunque es tiempo suficiente para que sus métodos no dejen a nadie indiferente. Ayer batió todos los registros con una sesión, larguísima sesión, que se extendió desde las diez y media de la mañana hasta cerca de las dos y media de la tarde. Casi cuatro horas.

El nuevo técnico del Cádiz sabe que apenas tiene tiempo para implantar sus conceptos, aplicar su idea de fútbol y hacerles ver a los jugadores, utilizando charlas, vídeos, palabras, frases hechas, gestos, gritos, quejas, lamentos, enfado... etcétera, que el margen de mejora es brutal.

Citados a las diez para empezar a las diez y media de la mañana, durante una hora y 40 minutos el vídeo hizo buena parte del trabajo para que especialmente los profesionales que salieron a jugar ante el Jaén vieran sus errores, los fallos de siempre que han condenado al equipo a despedir el año en los puestos más bajos de la clasificación del grupo IV de Segunda División B. A través de la pequeña pantalla la plantilla revivió los males que provocan que su intensidad inicial se evapore rápido, que el trabajo defensivo deje mucho que desear en todas las líneas y, por supuesto, que Bermúdez debió enviar el esférico al Fondo Norte antes de optar por la peor opción posible.

Tras la paliza de vídeo, que en la mayoría de los equipos gusta poco a los futbolistas, los jugadores salieron al terreno de juego del campo principal de El Rosal. Todo ello diez minutos por encima de las 12 del mediodía. Después de un breve calentamiento a base de carreras divididas en dos grupos, el balón tomó todo el protagonismo y con él, Raúl Agné, que comenzó su exhibición.

Los jugadores comenzaron una labor de presión sobre la salida del esférico que el técnico detuvo infinidad de ocasiones para matizar muchos conceptos y corregir errores. Apenas circulaba el balón ocho o diez segundos cuando paraba el trabajo, a veces dando muestras de estar desesperado al cubrirse el rostro con las dos manos. Es lo que tiene dirigir a un Cádiz que presenta los peores números en muchos años.

El espectáculo del preparador aragonés iba en aumento en la medida que sus hombres no corregían los errores. Paraba una y otra vez, hablaba, indicaba, insistía a los de la banda derecha lo que acababa de explicar a los de la izquierda. Incansable. Infatigable. "Otra vez, otra vez; así no", se le escuchaba mientras sujetaba a los jugadores por los brazos para situarles donde él entendía que debían estar en cada acción.

El reloj avanzaba sin freno como lo hace la competición para un Cádiz que sigue jugando a destiempo. Y Agné no se cansaba. Una y otra vez. "Presión, presión... que no puedan salir", vociferaba mientras movía sus brazos y sus labios a una velocidad endiablada. Las dos de la tarde y el trabajo no se acaba hasta que lo hizo unos minutos después. Es lo que se ha ganado un equipo que hace las cosas mal yen el que hay tanto que corregir.

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