Cádiz

"Cuando voy a otros hoteles no soy crítica, voy a aprender"

  • Teresa Reyes Romero. Esta empresaria gaditana tiene en su hotel de la calle Argantonio un negocio que va mucho más allá de lo profesional. Vive el drama sirio muy de cerca por su marido

EN una mesa de este coqueto Hotel Argantonio, Teresa Reyes habla de su proyecto empresarial que es mucho más que un negocio.

-¿Cuánto hay de personal en este hotel Argantonio del que es propietaria?

-Tanto como que yo he vivido aquí desde que tenía siete u ocho años cuando nos vinimos toda la familia desde Barbate. Todos los recuerdos que mantengo de esta casa son muy buenos. Como decía mi padre, en esta casa no comemos pero nos reímos un montón. Nosotros éramos los inquilinos de la tercera planta, al igual que había otros en el primero, mientras que en el segundo estaban los propietarios de la finca, que ya tenía una orden de desahucio. A mí me caía agua del techo y pese a que se lo decíamos a los dueños, no hacían nada, así que decidí pedir una nota simple en el Registro y me enteré que la finca era ya propiedad de un banco. Así que valoramos comprar la finca porque para mí era un sueño y lo primero que intentamos es que cada uno compre su piso pero como no se ponían de acuerdo, mi marido y yo decidimos tirar para adelante. Lo primero que hice fue montar una residencia de estudiantes para poder pagar la hipoteca en la tercera planta, o sea, mi casa, que era la que estaba rehabilitada.

-¿Y cómo se pasa de una residencia de estudiantes a un hotel?

-Al principio no tenía dinero para montar un hotel y ni siquiera tenía la idea, pero en verano había mucha gente que llamaba a la puerta y preguntaban cuánto costaba hospedarse. Así que en principio decidimos montar una pensión pero inmediatamente cambiamos y ya pasamos a un hotel de una estrella. Ya no quería la pensión y sí un hotel con sus habitaciones individuales. Como sabíamos movernos por Marruecos y las cosas eran más barata allí y de buena calidad, importamos los materiales desde allí. Cuando vinieron los del banco a supervisar el proyecto nos animaron a ponerlo de tres estrella de lo que les gustó como estaba quedando. Al final se quedó en dos porque le faltaba siete centímetros de anchura a la escalera. Ahora con la ampliación del hotel ya hemos solicitado pasar a tres estrellas porque, entre otras razones, hay mucha gente que inicia su búsqueda a partir de las tres.

-¿Qué le aporta un negocio tan personal como este?

-El hotel ha sido para mí una evolución personal, profesional y sentimental. Personal porque yo estaba acostumbrada a las tiendas de ropa y pensaba que todo el mundo iba de bien. Digamos que aunque no cambio como soy, sí que aprendo a defenderme. También el hotel me ayudó a crecer en el arte de la negociación con los bancos, a insistir en las cosas...Profesional porque me doy cuenta de que la empresa no está sólo para ganar dinero. La empresa perfecta es aquella que consigue coordinar un conjunto de cosas y cuando se hacen bien le va a rebotar después a todo el mundo. Y sentimental porque aquí pasé gran parte de mi niñez y de mi adolescencia que quizás fue muy dura porque no entendía muchas cosas.

-¿De dónde le viene a usted su carácter emprendedor?

-Eso va en la personalidad desde que se nace. Cuando era niña organizaba unos teatrillos y cobraba dinero para hacer la función. También con 11 o 12 años daba clases particulares a niños de cursos inferiores durante los veranos. Siempre he sido muy inquieta en ese sentido y me ha gustado comprar y vender. Eso quizás es un poco fenicio.

-¿Se pasa miedo la primera vez que se acomete un negocio?

-La primera vez fue una boutique en Peñarroya que fue a medias con mi hermana que vive allí. Yo nunca he sentido miedo porque siempre he tenido mucha ansiedad por hacerlo bien. Creo que las cosas o se hacen bien o no se hacen. El empresario tiene que darse cuenta que son generadores de riqueza y dinamizadores de la sociedad. El empresario además de procurar su propio medio de vida genera riqueza y servicios de calidad para sus clientes para que estos salgan contentos y pensamos que con ello la que sale ganando es la ciudad. Hay clientes que vuelven y después se compran casas en Cádiz y así se dinamiza toda la economía. Los empresarios son muy importantes.

-Hay proyectos hoteleros que no terminan de salir pero desde la patronal hotelera se dice que la oferta de la capital gaditana es adecuada a la oferta. ¿Cree que es bueno que haya más hoteles en la ciudad?

-Creo que hay tener siempre una competencia actualizada para que el resto nos vayamos poniendo al día y no nos acomodemos. Algunos tienen que aparecer nuevos, otros tienen que cerrar para hacer mejoras. Eso es bueno para todos.

-Pero vamos avanzando poco a poco. Ahí están los cruceros.

-Vamos avanzando pero muy lentamente. Es cierto que tenemos algo con lo que no contábamos antes y son los cruceristas. Algunos de ellos vuelven posteriormente a hacer una visita más pausada de la ciudad y ellos mismos se convierten en promotores turísticos. Sin embargo creo que Cádiz no está bien vendida. Para ello creo que no hay que pensar más en la provincia, no puede ser sólo Cádiz ciudad. Eso es un error.

-Recientemente se ha producido un cambio en la Alcaldía con un gobierno liderado por Por Cádiz sí se Puede. ¿Puede ser perjudicial para una persona que vive en gran parte del turismo que continuamente se diga públicamente que la situación en la ciudad es de emergencia social?

-Más que enviar mensajes lo que hay que hacer es trabajar seriamente y confirmar las personas que realmente necesitan y, por supuesto, que se las den. Creo que habría que buscar alguna fórmula para que se preste ayuda a las personas pero que también haya a cambio un pago a la sociedad en forma de algún trabajo comunitario, hacer compañía a ancianos que están solos, etcétera.

-Su marido Ousama es sirio, donde se vive desde hace unos años una guerra cruel y que está originando la huida de miles de personas que están tratando de llegar a Europa y a todos se nos ha quedado clavada la imagen del pequeño Aylan ahogado en la playa turca. ¿Cómo están viviendo este conflicto en casa?

-Pasándolo muy mal. Mi marido a veces no puede salir de casa e intentamos no hablar mucho del tema porque es muy doloroso. Él tiene mucha familia allí y vemos las noticias en silencio. Sentimos mucha impotencia y rabia. Si yo lo siento así, en su caso se verá multiplicada (Teresa se emociona mientras habla de este tema).

-¿Desde cuándo no van a Siria?

-Tres meses antes de que estallara la guerra.

-¿Y qué Siria conoció?

-A mí me encantaba Siria. La familia de mi marido vive en Tartus, que es una ciudad marítima y que está en una zona que se parece mucho a Cádiz. Tiene sierra y mar y también hay un manantial donde acude mucha gente por sus propiedades curativas. La gente también es muy parecida al gaditano, es muy risueña, muy relajada, simpática, servicial y muy viva. La gente me emocionaba.

-Es increíble que ocurra esto en pleno siglo XXI.

-Esto es un horror. Las guerras no sirven para nada y eso lo tenemos en la historia. Somos muy torpes. Las guerras sólo favorecen el odio y la ignorancia. Hasta que la religión no forme parte de la intimidad del árabe, los enfrentamientos no pararán. La política busca el bien de la gestión y la religión el bien espiritual.. Mezclarlo es vivir como en la Edad Media.

-Con Ousama no sólo comparte su vida sino también los negocios, ya que son socios. ¿Es muy complicada esa dualidad bajo el mismo techo?

-Nuestros enfrentamientos han sido más por los negocios que por lo personal. De todos modos, tengo que decir que los dos formamos un equipo buenísimo. Él me ha apoyado muchísimo en muchas cosas y en otras me ha contenido.

-¿El empresario se siente solo en muchas ocasiones?

-Profesionalmente siempre fui muy individualista y todo estaba muy personalizado. Sin embargo cuando monto el hotel esa perspectiva cambia y es cuando empiezo a trabajar en equipo. Aquí tengo la suerte de tener un equipo fantástico en el que aportamos todos para mejorar lo que hay. Mi equipo y mi hijo son los dos grandes pilares de este negocio.

-¿La propietaria de un hotel se convierte en la más crítica cuando se hospeda en uno distinto al suyo?

-Al contrario. Vas a otros hoteles a ver qué puedes aprender de cada uno para ver cómo lo puedes adaptar al tuyo para mejorar.

-En una entrevista que le hicieron hace siete años tenía muchas esperanzas puestas en el Bicentenario de la Constitución de 1812 y decía que tenía que convertirse en un antes y un después en la ciudad. ¿Cree que se cumplieron las expectativas que tenía?

-Sirvió mucho para amplificar el nombre de Cádiz pero se tenía que haber hecho algo continuado en el tiempo. Se podrían hacer proyectos para atraer a gente que ha pasado por Cádiz, como por ejemplo una convocatoria para los erasmus que estuvieron aquí y que fueron divulgadores de lo que era esta ciudad. No se ha trabajado nada en ese sentido.

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