Voluntariado de la UCA en la residencia de ancianos de San Juan de Dios: Una experiencia transformadora

La Facultad de Empresariales pone en marcha el innovador proyecto ‘Marketing con propósito’, en el que más de 200 alumnos pasan tiempo acompañando y realizando actividades junto a personas mayores

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Los jóvenes estudiantes de la UCA llevando a las personas mayores de la residencia a los Tosantos.
Los jóvenes estudiantes de la UCA llevando a las personas mayores de la residencia a los Tosantos.

Una experiencia transformadora. Así es como definen los alumnos su participación en el proyecto de innovación docente ‘Marketing con propósito: acompañamiento intergeneracional y análisis del segmento senior en el marco de los ODS’.

Integrado en la asignatura de Dirección de Marketing, del Grado en Administración y Dirección de Empresas y del doble Grado en Administración y Dirección de Empresas y Finanzas y Contabilidad, de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Cádiz, aglutinó a más de 200 estudiantes de segundo curso de ambos grados a través de un acuerdo de colaboración con la residencia de mayores de San Juan de Dios.

La responsable e impulsora de este proyecto es la profesora titular María Teresa Fernández Alles, perteneciente al Departamento de Marketing y Comunicación de la UCA. Cuenta Teresa que “la asignatura de Dirección de Marketing tiene una parte importante en la que se habla del marketing de responsabilidad social. A ellos se les forma en cómo las empresas tienen que llevar a cabo políticas de responsabilidad social y no sólo tener un enfoque económico. Y además se les explica la importancia de la aportación de valor no sólo al mercado, si no también a la sociedad”.

Cada año se pone en marcha una convocatoria dentro de la UCA para presentar proyectos de innovación docente y para este curso la profesora pensó, dentro del enfoque social que siempre potencia, enfocarlo al segmento de la Tercera Edad.

“Tenía un doble propósito -subraya Teresa- que los alumnos tuvieran esa conexión intergeneracional para que pudieran descubrir oportunidades de mercado para aportar valor en productos y servicios que ahora mismo no se están cubriendo y para que tuvieran la oportunidad de realizar un voluntariado, algo que forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de la Agenda 2030”.

El proyecto de voluntariado consistía en pasar cinco horas a la semana, divididas en dos horas y media durante dos tardes, acompañando y llevando a cabo actividades con mayores de la residencia de San Juan de Dios. Cuando Teresa planteó la posibilidad de inscribirse en esta iniciativa “el 80% de los alumnos se apuntó” y muchos otros se fueron sumando al conocer la enriquecedora experiencia de sus compañeros.

“Cuando terminaban el voluntariado (que se desarrolló durante los meses de octubre y noviembre) los estudiantes tenían que rellenar una encuesta señalando los beneficios que les había aportado y las respuestas emocionan. A mí hay respuestas con las que me han entrado ganas de llorar por el cambio que les ha producido el haber tenido ese contacto con las personas mayores, ver lo que necesitan y lo que sienten. Incluso algunos me han dicho que ven ahora a sus abuelos de forma diferente”, confiesa la profesora de la UCA.

Teresa defiende la importancia de conectar proyectos académicos con la responsabilidad social porque provocan resultados revolucionarios en el alumno, que suelen cambiar su visión sobre el mundo que le rodea. “La mayoría califica su experiencia como transformadora. Yo no pensaba que los mayores se sentían tan solos, que necesitaban tantas cosas y se sentían tan aislados en la sociedad... Eso me contaban. No somos conscientes de la importancia que tiene la atención y el acercamiento de la gente joven”, añade.

Una experiencia que ha calado entre los alumnos

Entre esos más de 200 alumnos que han participado en el proyecto ‘Marketing con propósito: acompañamiento intergeneracional y análisis del segmento senior en el marco de los ODS’ se encuentran Cecilia Sibón, Irene Lucía Coronado, Andrea Barrero, Javier Caneda, todos estudiantes del doble Grado en Administración y Dirección de Empresas y Finanzas y Contabilidad, y Erik Rodríguez, alumno del Grado en Administración y Dirección de Empresas.

Andrea Barrero, Irene Lucía Coronado, Javier Caneda, María Teresa Fernández, Erik Rodríguez y Cecilia Sibón.
Andrea Barrero, Irene Lucía Coronado, Javier Caneda, María Teresa Fernández, Erik Rodríguez y Cecilia Sibón. / M.G.

Cecilia Sibón afirma que aunque en un principio no estaba muy receptiva por el tiempo que podría restarle para estudiar, tras salir de la residencia el primer día “llamé a mi madre y le conté que me había encantado, incluso planteándome repetir cuando acabara”. Esta joven recuerda a Ana María, una mujer de 100 años a la que acompañó en una de sus visitas. “Me empezó a contar tantas cosas de su vida que me di cuenta de la sabiduría que pueden transmitir las personas mayores”. También estuvo con Mercedes, una señora ciega, que “me tocó muy de cerca porque ella no nació así y yo cuando era pequeña perdí un 85% de visión, y hablando nos dimos cuenta de que nos había pasado una cosa muy parecida que yo, con el desarrollo de la tecnología, pude recuperar, pero ella no. Me contó toda la lucha que emprendió para poder operarse y pensé que era la persona con más resiliencia que había visto en mi vida. Luchar tanto para conseguir algo y, aún sin haberlo conseguido, no arrepentirse de nada. Eso me ha cambiado la perspectiva: a lo mejor hago algo y no lo consigo, pero no me quedo con las ganas de haberlo intentado”, mantiene Cecilia.

Otra de las cosas que destaca esta estudiante de su voluntariado es que las dos mujeres respondieron lo mismo a la pregunta de qué hacían durante su tiempo en la residencia: “o nada, o leer, o escuchar la radio, no tenían más margen de ocio”.

Irene Lucía Coronado se enfrentó al proyecto con emoción. “Llegué a casa muy feliz ante la idea de estar con los mayores”. Con experiencia previa en voluntariado con niños y muy a favor de dedicarle tiempo a aquellos que lo necesitan, esta alumna del doble Grado relata como al llegar a la residencia de San Juan de Dios “nos empezaron a aplaudir, a gritar ‘viva la juventud´... Fue increíble”. Recuerda la cercanía de los mayores y la necesidad que tenían de compartir sus historias. “Me contaban cómo era la vida antes y charlaban contigo como si te conocieran de siempre. Yo repetiría y me gustaría seguir haciendo voluntariado con abuelos. Es una experiencia maravillosa”, finaliza.

Estudiantes con usuarios de la residencia en la plaza de España.
Estudiantes con usuarios de la residencia en la plaza de España.

Su compañera Andrea Barrero también había realizado voluntariado con niños, pero nunca con personas mayores. “Me preguntaba cómo acercarme a ellos y presentarme. Pero el primer día que fui, cuando se organizó una chocolatada, nos aplaudieron, nos buscaban sitios para que nos sentarámos y pensé que no era para nada como imaginaba”.

Andrea destaca como la compañía que aportaron a los mayores en solo cinco horas obtuvo grandes logros. “Fuimos al Mercado para ver los Tosantos y yo llevaba a una señora que apenas hablaba. Cuando regresamos vimos en ella una evolución increíble, hasta el punto de sentirse tan cómoda para querer presentarme a su nieto. A veces lo único que necesitan estas personas es contacto, un poquito de compañía”.

Los jóvenes, dentro de este proyecto, además de acompañar también desarrollaban actividades con los usuarios de la residencia, desde clases de yoga a paseos por la ciudad, meriendas, juegos o salidas como a los Tosantos. “Cada tarde podían salir 25 mayores a la vez gracias a los alumnos”, apostilla Teresa, “aunque nunca es suficiente”, añade Andrea, quien afirma que le gustaría seguir en el futuro colaborando con los mayores. “Es un trabajo en el que ves resultados inmediatos, estás con ellos y ves lo que les estás aportando”.

Por su parte, Javier Caneda cree que el voluntariado “ha sido una experiencia única que me ha hecho reflexionar sobre los prejuicios y los conceptos equivocados que tenemos sobre la Tercera Edad. Todos tienen detrás una experiencia, una vivencia y un conocimiento que hay que valorar y del que hay que aprender”, proclama. Como aprendizaje, considera que es fundamental “un cambio de modelo en el concepto de residencia, necesitan más actividades para estar bien físicamente y, sobre todo, mentalmente. Es importante que no se sientan solos”, afirma.

En el caso de Erik Rodríguez, tiene claro que recomendaría a los alumnos de primero la experiencia. “Hay cosas que se me han quedado marcadas, yo repetiría sin duda. Las personas mayores necesitan alguien que les acompañe, pero sobre todo alguien que les escuche”.

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