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crisis económica y social Reflexión sobre la sociedad

Un vapuleo a las conciencias

  • El historiador y economista Juan Torrejón Chaves aboga por un "movimiento de indignación cívica que ponga fin a esta indiferencia social" · La organización Juventud Sin Futuro ha iniciado movilizaciones

Decía Santo Tomás de Aquino que lo propio de los jóvenes no es la memoria, sino la esperanza, porque tienen poco pasado y mucho futuro. El doctor en Historia y profesor titular de la Universidad de Cádiz Juan Torrejón Chaves rescata esta cita para enmarcar con ella la movilización juvenil del pasado 7 de abril, cuando la incipiente organización Juventud Sin Futuro logró que entre 1.000 y 2.000 jóvenes manifestaran por las calles de Madrid su indignación con la reforma laboral y de pensiones, con la reestructuración universitaria y con los banqueros y la clase política.

"Algo se está moviendo", aduce el profesor de la asignatura Historia Económica del Trabajo que considera "lógico" que esté naciendo en Europa "un movimiento muy serio", porque "no se puede condenar a las personas a la desesperanza; y menos aún a los jóvenes, que tienen tanto futuro por delante".

¡Indignaos! es el grito que el diplomático, escritor y activista francés Stéphane Hessel ha proferido, a sus 93 años, a la sociedad actual, adormecida a pesar de la asfixiante crisis global. Un grito al que se suma Torrejón Chaves: "Debe haber un movimiento de indignación cívica que ponga fin a esta indiferencia, que es el peor de los males. La sociedad debe ser consciente de que la situación actual no es castigo divino, sino que se ha llegado a ella porque ha sido propiciada. Y debe recordar que el sentido de la democracia no es ir a votar cada cuatro años, sino que la palabra tiene un significado mucho más profundo. La democracia es el gobierno del pueblo y fue creada para y por el pueblo, por eso debemos movilizarnos. De forma pacífica, la sociedad debe decir: aquí estoy".

Este vapuleo a las conciencias lo engarza con una reflexión sobre el momento actual, esto es, sobre el fin de un modelo socio-económico que está propiciando el desmantelamiento del estado del bienestar. "Es la dictadura de los mercados financieros la que ha condicionado -y lo sigue haciendo- a los gobiernos, primero, y después a la sociedad. Y esta dictadura del dinero está poniendo en peligro el sentido profundo de la democracia. Se nos dice que el Estado, con mayúsculas, no tiene capacidad ya para garantizar los costes sociales, pero esto no es verdad. Si hemos multiplicado las riquezas, hemos multiplicado la capacidad. Entonces, ¿qué está pasando? Pues que el poder del dinero nunca ha sido tan grande, ni tan insolente, ni tan egoísta -frase ésta que se la toma prestada a Hessel-. Se le han puesto pocos diques de contención y algunos, incluso, se están quitando".

En este punto, el doctor en Historia vuelve a acordarse de la juventud, "que es la gran esperanza de un país y que no puede tener delante este horizonte tan desalentador".

Es por ello que insiste en la necesidad de actuar, en la necesidad de organizarse socialmente para comenzar a labrar un camino pacífico que nos permita cambiar de dirección. Y ese cambio de rumbo será posible, según el experto, si somos capaces de alcanzar un gran pacto social como al que se llegó en Europa tras la segunda Guerra Mundial. Pero eso sí, insiste en la importancia de que la sociedad se implique en su consecución: "No se debe aceptar un modelo en cuya elaboración no participe la sociedad; debe ser un modelo que nazca de la reflexión, de un debate social profundo. Sólo así será posible que el interés general vuelva a estar por encima del particular, un concepto éste fundamental en toda democracia. Hay que volver a crear un pacto social, e igual de importante es que recuperemos la fe en nosotros mismos como cuerpos sociales. Hay que rediseñar un modelo social pero participando en él. Eso cohesiona a la sociedad, la une", reitera.

El historiador y economista celebra que un conjunto de jóvenes haya tenido recientemente la iniciativa de movilizarse de forma pacífica ante el conjunto de recortes sociales que están imponiendo las altas esferas. "El alumno actual, en general, es mucho menos inquieto intelectual y socialmente que el de generaciones anteriores, y eso se debe en gran parte a que se ha ido desarrollando una educación egoísta, egocéntrica y que apenas ejercita la moral. El panorama actual es descorazonador, es terrible y, sin embargo, una gran mayoría de jóvenes permanece impasible. El coste social está siendo enorme".

No obstante, algo se está moviendo. Algo está cambiando. Y desde Juventud Sin Futuro defienden que la juventud ha de ser el motor de dicho cambio. Este medio ha contactado con uno de los representantes de la organización, José Padilla, quien manifiesta que la manifestación del 7 abril fue "el pistoletazo de salida" y que a lo largo de este mes y el siguiente desarrollarán nuevas acciones que tendrán como objetivo "demostrar nuestra indignación, señalar a los culpables de la crisis -que además son quienes más se están beneficiando-, y acusar a la clase política de su complicidad con la élite económica, que realmente es la que gobierna".

Asimismo, Padilla hace un llamamiento a la ciudadanía para que participe en la manifestación del próximo 15 de mayo, convocada por Democracia Real Ya y en la que se llama a la sociedad a movilizarse en contra de "seguir siendo mercancía en manos de políticos y banqueros".

"Nos encontramos ante un problema estructural, y parte de la solución -expone el joven- requiere que recordemos algo que parece que nuestra cultura política ha olvidado o decidido olvidar: que la acción colectiva es eficaz, posible y necesaria; que los derechos se conquistan y se mantienen en las calles; que, ante las agresiones colectivas que estamos sufriendo, las soluciones han de ser colectivas. El sálvese quien pueda nunca ha servido, pero ahora menos que nunca. De ahí nuestra llamada a emprender la movilización colectiva, a reivindicar nuestro derecho a disentir, a reconstruir nuestro futuro. Creemos que debemos organizarnos en las universidades, en los institutos, en los barrios, en los puestos de trabajo...".

Aunque Juventud Sin Futuro ha nacido en el seno de la universidad, no quiere limitarse al mundo universitario, sino que pretende extenderse e interpelar a todos los jóvenes, universitarios o no, y a la población en general, "ya que aunque entendemos que la juventud ha de ser el motor del cambio, nos negamos a creer que los no tan jóvenes no están indignados".

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