V Premio Federico Joly

El unánime aplauso de discípulos y maestros al docente restaurador

  • La concesión del premio a Rafael Manzano reúne elogios a su figura como profesor y a su relevante papel de guardián del patrimonio

Rafael Manzano saluda al público durante el acto.

Rafael Manzano saluda al público durante el acto. / Jesús Marín

La entrega del V Premio Federico Joly al arquitecto gaditano Rafael Manzano concitó entre los asistentes el unánime aplauso a una figura relevante, a un arquitecto de prestigio que ha sabido aunar en su vida profesional una sabia labor como docente y una significativa tarea en la consolidación y recuperación del patrimonio histórico y arquitectónico, y en la creación de nuevos edificios desde su permanente clasicismo. Y es que el Parador Hotel Atlántico reunió a muchos discípulos de Rafael Manzano y a familiares de sus maestros, que elogiaron sin dudar su trayectoria vital y profesional. El acto contó, además, con la presencia de destacadas personalidades de la sociedad y la cultura de la provincia, así como representantes de instituciones públicas y empresas.

Significativa fue la presencia de compañeros de profesión de Rafael Manzano, sobre todo de alumnos suyos que aprovecharon la ocasión para recordar sus clases y su maestría en la enseñanza de las técnicas arquitectónicas. Especial fue el acto para Fernando Chueca Aguinaga, hijo del arquitecto Fernando Chueca Goitia, de quien el premiado fue discípulo, que destacaba que Rafael ha sido “un arquitecto fundamental en el mundo de la restauración y ha creado una arquitectura con raíces clásicas que ha marcado una época”. El segoviano José Miguel Merino de Cáceres, en este caso discípulo de Manzano, destaca que fue capaz de “sacar tres cátedras. Y como profesor era magnífico y dibujaba muy bien”. Una cualidad resaltada también por Juan Hernández, otro discípulo.

Diego Cano, también alumno del arquitecto gaditano, destaca sus clases de Historia de la Arquitectura con “momentos humorísticos que hacían las clases más livianas. Siempre tuvo un trato muy correcto hacia los alumnos”.

La decana del Colegio de Arquitectos de Cádiz, Isabel Suraña, recuerda que en la escuela de Sevilla era “un mito, el único profesor que llenaba el aula magna con gente sentada en los pasillos. Y era capaz de dibujarte la Catedral de Burgos con tiza en la pizarra. Es una eminencia, una persona que ha vivido para el arte y la arquitectura”.También fue su alumno José María Esteban, presidente de la Academia de Bellas Artes de la que Manzano es miembro de honor. Recuerda que después cuajó una gran amistad con un grupo de alumnos a los que guió por los edificios musulmanes de Andalucía: “Es una de las personas que más saben”. Felicidad Rodríguez, directora de la Academia Hispano Americana, resalta por su parte la relevancia de que Cádiz cuente con una personalidad tan destacada.

El parlamentario andaluz Manuel Jiménez Barrios (PSOE) señaló que ha sido un premio “merecido”, que también “gana categoría por habérselo dado a una persona como este arquitecto defensor de la arquitectura clásica”. Y Bruno García (PP) destacó el “papel fundamental” jugado por Manzano a la hora de preservar el patrimonio andaluz.

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