El último adiós a Falla
75 aniversario de la muerte de Manuel de Falla
A bordo del minador ‘Marte’ llegaron a Cádiz los restos del compositor, que había fallecido en noviembre del año anterior en Argentina, siendo inhumados el 9 de enero de 1947 en la cripta de la Catedral
En una mañana tristona y lluviosa, como si el cielo quisiera formar parte del entierro de Manuel de Falla, con fecha del 9 de enero de 1947, llegaron desde Tenerife al puerto de Cádiz, en el minador 'Marte' de la Marina de Guerra española los restos mortales del glorioso compositor gaditano.
En el inicio de la crónica del Diario señalaba que “la ciudad de Cádiz recibió ayer en su seno, los restos de uno de sus más preclaros hijos, del insigne compositor, gloria del arte español, universalmente reconocido. La ciudad que lo vio nacer ha llorado de dolor en los días que siguieron la noticia del fallecimiento allá en tierra de la Argentina y ese dolor se ha reproducido en el día de ayer a la llegada de los restos y posteriormente a la hora de su enterramiento en la cripta de la Catedral”.
Desde muy temprano la mayoría de las casas de la ciudad y de modo especial las enclavadas en el trayecto que había de recorrer la fúnebre comitiva lucieron colgaduras con crespones negros y los edificios públicos lucieron las banderas nacionales y del Movimiento a media asta, así como el Consulado de la República Argentina.
Antes de que comenzaran los actos oficiales subieron a bordo del barco algunos familiares del compositor, como su cuñada Maribel y amigos, entre ellos, José María Pemán, Juan Quirell, Juan Viniegra, Francisco Hevia y Melquiades Almagro.
A las nueve de la mañana fueron llevadas una gran cantidad de coronas de flores, todas ellas dedicadas a la memoria de Falla, destacando de todas ellas una monumental ofrendada por el ministro de Educación Nacional toda ella de claveles de los jardines de los parques de la ciudad. También envió una magnífica corona de plumas negras el Ayuntamiento de Cádiz y otras de igual categoría los consistorios de Granada, Madrid, Barcelona, la orquesta Bética de Sevilla, dedicada a su inolvidable fundador; una a base de flores blancas y celestes, del Consulado argentina, y otra de rosas del tiempo, donada por el Ayuntamiento de Sevilla.
A las diez de la mañana empezaron los actos.
Desembarcados los restos de Falla y colocados en un armón de Artillería que fueron trasladarlos a la Catedral, la comitiva, presidida por el ministro de Justicia, Raimundo Fernández Cuesta, en representación del Jefe del Estado y de la que formaba parte, con las autoridades de la ciudad, y una gran manifestación de gaditanos, el subsecretario Nacional de Educación, Jesús Rubio, recorrió el trayecto comprendido entre el muelle y la Catedral, en medio de un silencio y de una impresionante sobriedad del pueblo, agolpado en la Avenida del Puerto, plaza de San Juan de Dios, calle Alonso el Sabio y plaza de la Catedral.
Dado el peso, unos 450 kilos, el féretro fue llevado por cuatro caballos con mantas negras, que era conducido por servidores del Ayuntamiento vestidos a la ‘federica’.
Al paso del entierro por el Ayuntamiento, se recogió un momento de verdadera emoción. ‘La Capella’ Clásica de Mallorca, dirigida por su titular, el maestro padre Juan María Thomas, lanzó al aire las melodías graves y serenas de una Coral de Bach. Luego ya en el interior de la Catedral de Cádiz, llena de público, ‘La Capella’ intervino en la misa funeraria, oficiada por el Cabildo Catedral, interpretando la ‘Misa de réquiem a seis voces mixtas’ de Tomás Luis de Victoria.
Después de las doce y media finalizaron las solemnes honras fúnebres, procediéndose a continuación al sepelio en la cripta de la basílica en la que habrán de reposar definitivamente sus restos mortales. Una vez en la fosa se echó arena procedente de Sancti Petri y del ‘Carmen’ de Granada. Presidiendo el sepulcro, una cruz y la inscripción “Soli Deo, honor el gloria” (El honor y la gloria sólo son de Dios).
Por la tarde de aquel histórico día para Cádiz se cerró una velada necrológica en el Gran Teatro Falla, lleno hasta rebosar, en la que el subsecretario de Educación, Jesús Rubio, pronunció una palabras de agradecimiento en nombre del Estado. De ellas destacó: “La vida y la obra de Manuel de Falla no son si no un continuo y esforzado ejercicio espiritual hacia la perfección. Generosidad y fecundidad son virtudes inseparables en la obra de Falla, y que puede traducirse mejor, y desde luego, como a él le hubiera gustado mucho más en otra cristiana y teologal: Caridad”.
Seguidamente se celebró el concierto en el que intervinieron la ‘Capella Clásica’ de Mallorca; Lola Rodríguez de Aragón, Camilo Gálvez, Pepe Cubiles y la Orquesta Bética de Cámara, dirigida por el discípulo de Falla, Ernesto Halffter.
El escritor Fernando Padín destacó sobre el último adiós a Falla en el Diario que el “concierto rubricó con broche emocional las diferentes jornadas de un día todo él consagrado a nuestro Falla excelso, y en el que Cádiz, en nombre y auténtica representación de España, le rindió el homenaje de su reconocido y perenne recuerdo. Pero de nada serviría aquella jornada, sino fuera para avivar entre nosotros los gaditanos, el profundo sentir por Falla, por su obra, y por cuantas obras representan y significan para el mundo de la música en unos términos amplios por su universalidad. Concretados y reducidos a Cádiz, se perfilan como hechos necesarios y de urgente realización”.
Por otra parte, al día siguiente, el 11 de enero de 1947, se concedió la coronación canónica de la Virgen del Rosario. Así lo recogía este Diario. “El obispo de la diócesis de Cádiz-Ceuta, monseñor don Tomás Gutiérrez Díez, ha recibido del cardenal Federico Tedeschini, el breve de la Santa Sede por el que se concede la coronación canónica de la Patrona de Cádiz, Nuestra Señora del Rosario. El breve autoriza al obispo a coronar la imagen el día que considere oportuno, concediéndosele el poder delegar en otro obispo”.
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