Iglesia diocesana

La trata de personas, un problema creciente en Cádiz

  • El centro Tierra de Todos acoge una exposición sobre este drama del que la Iglesia advierte que va en aumento

  • Mujer Gades atendió en 2018 a 407 prostitutas y el Secretariado de Migraciones a más de una decena de niñas

Gabriel Delgado y Marisa Cotolí, en la exposición sobre trata de personas en Tierra de Todos

Gabriel Delgado y Marisa Cotolí, en la exposición sobre trata de personas en Tierra de Todos / A.M.

La trata de personas humanas es una realidad tan hiriente como invisible. “Es un drama, una situación de extrema vulnerabilidad”, apunta la responsable de las Oblatas en Cádiz, Marisa Cotolí. Y el peor dato es que además es un fenómeno creciente, que va en aumento en estos últimos años. Gana por goleada la trata de personas con fines sexuales, pero no son nada insignificantes los números que acompañan a la trata vinculada a la donación de órganos y tampoco a la dirigida a la explotación laboral. A todo ello se une también un creciente comercio de personas para matrimonios forzosos.

Todo ello acontece a diario, estimándose que dos millones y medio de personas en el mundo padecen este drama. Y Cádiz, provincia y ciudad, no es para nada ajena al problema. No en vano, la entidad Mujer Gades, que dirigen las religiosas oblatas, atendió en 2018 a un total de 407 mujeres prostitutas (entre Cádiz, San Fernando, Chiclana, Conil, El Puerto de Santa María, Jerez, Sanlúcar y Rota).

Otro problema que va en aumento en la diócesis es la trata de niñas. Tanto, que en el Secretariado de Migraciones han pasado de no atender casos de menores a hacer frente a más de una decena en los últimos meses, especialmente vinculados al tráfico de niñas de carácter sexual, para donación de órganos y para matrimonios forzados.

Lamentablemente, estas situaciones son difíciles de controlar o perseguir, según denuncian las instituciones más implicadas en esta realidad. Entre otros motivos, porque los informes que ellos realizan sobre las personas que atienden no son vinculantes.

Por todo ello, el Centro Tierra de Todos acoge hasta el próximo 29 de noviembre una exposición que busca mostrar la realidad de la trata de personas humanas y sensibilizar a la población sobre el mismo. La exposición es de la Conferencia Episcopal Española y está recorriendo las diócesis de un país que de hecho es el segundo del mundo en el ranking de consumidores de esta trata humana. “La idea es conocer lo que significa realmente la trata, conocer lo que significa que una persona lo padezca. Y si conocemos eso, entraremos en una sensibilidad que nos llevará a movernos de una manera y a luchar contra esta realidad”, traslada Marisa Cotolí, que es el referente de la diócesis en el problema de la trata ante la Conferencia Episcopal.

La exposición se centra en fotografías que muestran la realidad de la trata humana, acompañadas todas de frases reales de víctimas de este problema. “Si pudiera me arrancaría la piel”. “Al llegar a Madrid fuimos a un piso, ellos hablaban, yo no entendía nada. Después descubrí que me habían vendido”. “Soy inmigrante, no tengo estudios. ¿Qué puedo ser que no sea puta?” “¿Sabes cómo te sientes cuando te preguntan cuánto vales?”. Estas son algunos de los testimonios que separados en tres bloques distintos se exponen en Tierra de Todos hasta el viernes de la próxima semana (en horario de nueve de la mañana a dos de la tarde y de cinco a ocho de la tarde).

Esta exposición es una de las maneras de trabajar en contra de la trata de personas humanas, planteando también la Iglesia la defensa de los tratados internacionales y las leyes nacionales al respecto y reivindicando una inversión mayor “en la protección de las personas y en su empoderamiento”. “Las oblatas y otras instituciones tratamos de denunciar a diario que el tráfico de seres humanos no puede permitirse por la dignidad de la personas y sus derechos irrenunciables. Las personas no están en venta”, reclama Marisa Cotolí.

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