El testamento del Brigadier Dioniso Alcalá Galiano

En recuerdo de los héroes de Trafalgar (I)

Camino del combate de Trafalgar, escribió a mano su última voluntad un 21 de octubre de 1805

El documento se conserva en el Archivo Provincial

Testamento escrito a mano por Dionisio Alcalá Galiano tal día como hoy del año 1805.
Testamento escrito a mano por Dionisio Alcalá Galiano tal día como hoy del año 1805.
José Mª Caravaca

21 de octubre 2023 - 06:00

HABRÍA que preguntarse qué pasa por la mente de un marino cuando sabe que podría morir de manera inminente defendiendo a su patria. Es por ello que sobrecoge cuando se ve y analiza el testamento hecho por el brigadier de la Real Armada, Dionisio Alcalá Galiano, momentos antes del Combate de Trafalgar; documento que se guarda, a día de hoy, en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz.

Alcalá Galiano había nacido en Cabra (Córdoba) en 1760, ingresando en la Compañía de Guardiasmarinas de Cádiz en 1775.

Así, escrito de su mano en una simple cuartilla, recogía lo que más valor tenía para él en esos momentos: el futuro de sus hijos. El texto dice: “Estando para entrar en combate declaro que dejo por mi albacea, tutora y curadora de mis hijos a mi mujer la Sra. Dª María Consolación de Villavicencio a puerta cerrada en mi casa y según el poder general que le tenía otorgado en vida. Navío Bahama al SO de Cádiz de 10 a 12 leguas, veinte y uno de octubre de mil ochocientos cinco. Dionisio Galiano.”

Retrato de Dionisio Alcalá Galiano que posee la Real Academia de la Historia.
Retrato de Dionisio Alcalá Galiano que posee la Real Academia de la Historia.

Dioniso moriría en la cubierta del barco de su mando, el ya nombrado Bahama, que finalmente se hundiría en las proximidades de Chipiona sobre el día 30 de ese aciago mes de octubre. Se publicaría el 12 de noviembre en La Gaceta de Madrid la relación de las bajas habidas en la Armada en el combate y se decía de él que había muerto y su barco “el Bahama (…) se ha ido a pique después de la acción”.

Su viuda tuvo que realizar un proceso para que la Armada reconociera el escrito

Dionisio, un verdadero marino ilustrado que había participado en la conocida expedición científica de Alejandro Malaspina a bordo de la corbeta Atrevida, así como en otros trabajos hidrográficos, pidió el 8 de febrero de 1805 ser empleado en un puesto de combate y se le contestó el 19 de ese mes “...que el general Gravina le habrá dicho a V.S. la opinión que justamente me debe; y no dejará de aprovechar los talentos de V.S. …”. Y así, el primero de julio se le dio el mando del Bahama y el día 20 de agosto se integraría en la Escuadra del propio Gravina.

Finalizado el combate, que se conocería con el nombre de Batalla de Trafalgar, alguien custodió ese sencillo y trascendental documento y se lo hizo llegar a su viuda, Doña María Consolación Villavicencio y Serna, natural de Medina Sidonia, quien iniciaría en Cádiz, el día 11 de noviembre de ese 1805, los trámites para que ese simple papel fuese reconocido a efectos legales como un testamento y se le diese a ella las funciones de tutora y curadora de sus hijos, de la forma que Alcalá Galiano había manifestado.

No fue fácil el proceso y para ello, entre otras cosas, presentaría las partidas de bautismo de sus hijos, Antonio María, nacido en Cádiz en 1789 y bautizado en la Capilla del Real Hospital de Marina por el canónigo lectoral de la Catedral Antonio Manuel Trianes, y de Manuela María del Rosario, nacida en Madrid y bautizada en la parroquia de San Justo y Pastor de esa ciudad el año de 1795, cuando la familia vivía en la calle Duque de Alba número 5.

Su hijo Antonio María llegó a ser diputado por Cádiz en 1822 y ministro de Fomento

Tuvo María Consolación que demostrar la autenticidad de la firma, el carácter de familia y que eran esos sus únicos hijos, para lo que uniría las declaraciones como testigos de un sacerdote de la Isla de León, Antonio Martínez, la de Gaspar de Molina, entonces marqués de Ureña y conde la Saucedilla y de Ramón Roldán, comisario ordenador y contador principal del Departamento de Marina.

Pero quizás lo más arduo fue el poder establecer una clara interpretación a lo expresado por Dionisio al decir que querría ejerciera su mujer la tutoría de sus menores hijos “a puerta cerrada en mi casa”. Así, se le expuso a la autoridad de la Armada que era competente en el caso, que ese párrafo era “bien fácil de comprender, que no podía aspirar a otra cosa, sino que su mujer por su fallecimiento no pudiese ser incomodada ni en la educación y crianza de sus hijos, ni en el libre manejo ni administración de sus bienes”.

A la vista de lo expuesto, se le pidió a María Consolación como condición previa a ser nombrada tutora y curadora la renuncia a contraer segundas bodas mientras estuviese en ese cargo, además del juramento del fiel cumplimiento de sus funciones, obligando a ello todos sus bienes habidos y por haber.

Así, finalmente, el día 4 de diciembre de ese año de 1805, el teniente general de la Armada, Juan Joaquín Moreno, dictó resolución acerca del reconocimiento como verdadero testamento el documento que de su puño y letra hizo en la mar Dioniso Alcalá Galiano al tiempo que se nombraba tutora y curadora de sus hijos Antonio María y Manuela María del Rosario a su viuda, María Consolación Villavicencio.

Dada la importancia del cargo, María Consolación hizo testamento apenas un mes después del conferirle el cargo, designando tutores para el caso de faltar ella, sujeta así la idea que había expuesto Dionisio antes de su muerte.

Su hijo Antonio María, quien llegaría a ser diputado por Cádiz en 1822 y posteriormente ministro de Fomento, contaba en esos momentos con apenas 16 años, era cadete de Reales Guardias de Infantería, por lo que no precisaba de tutor; no así su hermana Manuela María del Rosario que era de solamente diez años de edad. María Consolación, en el testamento hecho en Cádiz el 19 de febrero de 1806, nombraba a su hermana María Pascuala Villavicencio y Serna y al canónigo lectoral de la catedral de Cádiz Antonio Manuel Trianes, viejo conocido de la familia, para los cargos antes mencionados.

No hicieron falta que actuasen estos tutores ya que Manuela María del Rosario contrajo matrimonio en 1813, una joven de 17 años, con el comerciante gaditano Mariano Lazaleta.

María Consolación Villavicencio y Serna, viuda de Dionisio, fallecería en Cádiz el 17 de septiembre de 1815, siendo enterrada en el cementerio de San José.

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