La uva tempranillo no termina de adaptarse a la 'Tierra de Cádiz', donde abunda la syrah
Las variedades tintas desplazan a un segundo plano a las blancas de nueva implantación
No hay color, o en realidad sí lo hay, el rojo de la uva tinta que se expande por la campiña jerezana, la sierra y el litoral, relegando a las variedades de uva blanca de nueva implantación -es decir, varietales distintas de la palomino con la que se elaboran los vinos de Jerez-.
Los últimos registros en poder de la Consejería de Agricultura, sobre una superficie de algo más de 400 hectáreas de viñedo de nueva implantación, reflejan una ocupación de más del 95% por parte de variedades tintas, frente a una mínima presencia de la variedad blanca Chardonnay, que se concentra además en Torrecera para la elaboración de la versión blanca del 'Entrechuelos'.
Y entre las tintas, la syrah es la que ocupa mayor superficie, entre otros motivos, por la predilección de Vicente Taberner en su bodega Huerta Albalá por esta uva cuyo origen se disputan varios países, aunque predomina en Francia y Australia, y que se ha adaptado a las mil maravillas a las condiciones del suelo y el clima de la provincia.
En el extremo opuesto figura la tempranillo, la variedad nacional por excelencia en la que basan su producción los vinos de Rioja y Ribera del Duero, pero que está encontrando muchos problemas de implantación en la provincia, señalan desde la delegación provincial de Agricultura.
Tras la syrah, y por orden decreciente, se encuentran otras tres variedades foráneas, en concreto, Merlot, Cavernet Sauvignon y Petit Verdot. La lista la cierra la Tintilla de Rota, variedad autóctona que fundamentalmente rescató Barbadillo con su incorporación al copuage que da pie al tinto Gibalbín.
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