Los signos de Dios
En la parroquia de Loreto se celebra cada domingo una misa traducida para sordos. Allí se reúne la pastoral creada para este servicio.
Oír misa, asistir a una conferencia, participar en una catequesis, confesarse… Todas estas son prácticas relativamente normales en la cualquier parroquia; pero pueden convertirse en un auténtico desafío para un colectivo: el de las personas sordas. Este problema puede impedir una participación activa y total de este colectivo en la Iglesia. Y por eso, para evitar esta situación, la diócesis cuenta con una Pastoral de Sordos, en la que está al frente Iván Llovet, administrador parroquial de Loreto.
Iván no es sordo ni tiene problema auditivo alguno, pero una curiosa historia llevó a este joven sacerdote a convertirse en la alegría para muchas personas que gracias a él han encontrado o retomado la relación habitual con la Iglesia y sus ritos y prácticas. Hace muchos años ya, cuando Iván era un joven estudiante, una novia que tuvo con problemas auditivos provocó que él aprendiera el lenguaje de signos. "Entonces fue cuando me di cuenta que en San José, que era la parroquia donde yo ayudaba, había un matrimonio, sordos los dos, que iba allí a misa pero que entendían nada". Corría finales de los años 90, y fue entonces cuando Iván Llovet empezó a traducir las misas de esta parroquia de extramuros para ese matrimonio de feligreses.
Al cabo del tiempo, otro sacerdote, Andrés Drouet, se implicó en la tarea que estaba realizando Iván y fue dando forma a la Pastoral de Sordos. "Yo en aquel entonces estaba estudiando en la UCA y decidí hacer un curso de verano que ofrecía la Universidad sobre lenguaje de signos. Yo había aprendido las cosas básicas, pero quería aumentar conocimientos", cuenta el sacerdote, que siguió trabajando en esta línea y ampliando el grupo que empezaron él y Drouet. Fue en esos años cuando decidió entrar en el Seminario, y una vez ordenado (y tras la marcha de su predecesor en el cargo, actualmente en misiones) se hizo cargo de esta Pastoral de Sordos, que tiene en su parroquia de Loreto el 'cuartel general'.
Allí se celebra semanalmente una misa traducida al lenguaje de signos (los domingos a las doce del mediodía). Pero no solo eso. La pastoral ofrece una catequesis tanto para voluntarios que quieran aprender este lenguaje, como a las personas sordas. En el primero de los casos, se reúnen los viernes a las cinco de la tarde para asistir a una hora de aprendizaje del lenguaje de signos y a otra hora para conocer más en profundidad las expresiones y las traducciones propias de las celebraciones religiosas. Estas catequesis para voluntarios las dividen en dos grupos: los que no tienen conocimiento de este lenguaje de signos, y los que ya tienen cierta base pero necesitan seguir mejorando y aprendiendo. Los sordos, por su parte, se reúnen un domingo al mes para tener una catequesis conjunta que finaliza con una convivencia en la que participan todos. "Vienen muchas personas sordas, y para muchas supone un gran esfuerzo porque vienen de muchos puntos de la provincia y se desplazan a Cádiz los domingos solo para asistir a la misa", cuenta Iván Llovet.
La aspiración de esta Pastoral de Sordos es que en la traducción de misas al lenguaje de signos vaya extendiéndose poco a poco en la diócesis. De entrada, Iván está trabajando "para que haya al menos una misa traducida en cada uno de los cuatro grandes núcleos de la diócesis (la Bahía, la Janda, el Campo de Gibraltar y Ceuta)", aunque no esconde su ilusión por que algún día haya una persona en cada parroquia facilitando la participación en las misas de los deficientes auditivos.
Para lograr estos objetivos, la pastoral ha podido rodearse de un grupo de voluntarios que ronda el medio centenar, en su mayoría jóvenes. Y a ellos se unen estudiantes de lenguaje de signos de la Universidad que cada año participan de esta colaboración que presta la institución académica y que son los que enseñan a los voluntarios.
Además de ampliar el número de misas traducidas al lenguaje de signos en la diócesis, Iván Llovet también apuesta por otra iniciativa que ya ha trasladado al obispo en varias ocasiones: que se impartan nociones básicas de este lenguaje a los seminaristas que se forman en la calle Compañía. "Yo creo que se puede hacer perfectamente. Son siete años de estudios y se podría hacer algún seminario específico o una asignatura cuatrimestral o algo. La idea es que haya una pequeña formación en lenguaje de signos; no que se sepa perfectamente el lenguaje, pero por lo menos que un sordo pueda ser atendido por un cura cuando lo necesite", explica este joven sacerdote que por el momento es el único en la diócesis que domina el diálogo con las personas que no pueden oír.
Por este motivo, precisamente, es el sacerdote que generalmente atiende cualquier petición de servicio o de sacramento que le llega: bautizos, confesiones, entierros… "Es complicado, pero procuro estar en todo lo que puedo cuando me requieren. Eso sí, tengo al grupo de voluntarios que me ayuda mucho en este asunto. Si yo puedo ir, soy el que celebro; y si no puedo estar, celebra el sacerdote que esté y hay un voluntario que traduce al lenguaje de signos", cuenta Iván, que reconoce sentir una enorme satisfacción "humana y religiosa" con esta labor que está prestando a las personas sordas. "Ellos se emocionan incluso en la misa, porque algo tan importante como la relación con la Iglesia lo han vivido sui generis y ahora la viven plenamente. Y eso a mí también me emociona por todo el trabajo que hemos hecho y que estamos haciendo", confiesa el responsable de la Pastoral de Sordos. Y es que, como dice el refrán, muchas veces un gesto vale más que mil palabras.
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