De Cerca. Javier Cabeza de Vaca. Decano del Colegio de Economistas

“Nuestra riqueza disminuye, salimos mal de la crisis”

  • Los colegios de economistas y titulares mercantiles se fusionan con el ánimo de abrirse más a la sociedad y crear foros en los que discutir con datos en la mano

Javier Cabeza de Vaca, en el despacho de economistas de Antonio Rosado

Javier Cabeza de Vaca, en el despacho de economistas de Antonio Rosado / Julio González

LA trayectoria de Javier Cabeza de Vaca (Cádiz, 1964) es un ejemplo a seguir si queremos que Cádiz despegue de su letargo. “Nací y viví nueve años en el número 4 de la calle Marqués de Coprani, la casa de los Chinchorros. Procedo de una familia con pocos recursos y tuve una infancia feliz en ese barrio de personas sencillas”. Tuvo que empezar a trabajar muy pronto. A los 16 años era mancebo en la farmacia de la Marina de Ciudad de Santander. Mientras trabajaba estudió a distancia, en la UNED, en la plaza San Antonio. Se hizo economista y en 1984 entró a trabajar en el despacho de Antonio Rosado, donde ha logrado convertirse en un reconocido experto en materia fiscal. En ese pequeño círculo que se mueve entre el inicio de la avenida Andalucía y Bahía Blanca, donde ahora tiene su casa, su trabajo, la delegación de Hacienda y el colegio de Economistas, del que es decano, transcurre su actividad laboral. De extramuros, a pesar de tener intramuros a dos pasos, “soy de los que digo voy a Cádiz cuando voy al al centro”.

—Empecemos por lo actual. El colegio de Economistas y el de Mercantil se han unido en uno solo. ¿A qué se ha debido?

—Son dos profesiones que desarrollamos actividades cercanas. El Plan Bolonia equiparó parte de las titulaciones y era de sentido común integrarnos. La unificación, que es de ámbito nacional, partió de Cádiz en los 90. Antonio Ruiz Pérez y Antonio Rosado, que eran decanos de cada uno de los colegios de Cádiz, fueron los primeros en hablar de ello.

—Un largo proceso entonces.

—Pues sí, las unificaciones de los Consejos Generales y de los primeros colegios, como el catalán y el vasco, empezaron en 2011. En Andalucía el proceso de unificación de los 17 colegios se inició en 2017. En Cádiz estamos orgullosos de que se haya producido como un ejemplo de colaboración y sin ningún conflicto.

—Los economistas son los hermanos pequeños de los titulados mercantiles.

—Pues figúrese, el colegio de titulados mercantiles de Cádiz se remonta a finales del XIX y nuestro colegio titulación aquí es reciente, del 82, no obstante, el de Economista triplicaba en número de colegiados al de titulares.

—A todo esto, ¿a qué se dedica un colegio de economistas y titulados mercantiles?

—Es una doble función de representación de profesionales de la economía de la empresa y defensa de los intereses de los colegiados y los consumidores. Velamos por la calidad del servicio y por que se cumpla el código deontológico.

—¿Y les llegan muchas quejas?

—Muy pocas. El servicio que dan los profesionales de la provincia es de gran calidad y no lo decimos nosotros, nos lo han reconocido compañeros de toda España.

—Otra de sus funciones es la formación.

—Tenemos dos programas, el aula de Economía y el de Desarrollo Profesional. Me gustaría ampliar el ámbito en esta formación con la colaboración con otras instituciones. Estamos en conversaciones con el Centro Tecnológico de la Piel de Ubrique y quisiéramos ampliarlo a otras entidades. Este aspecto tiene una buena acogida entre los colegiados, con una media de asistencia de 80 colegiados por acto. Además contamos con una tertulia económica.

—¿Qué más proyectos tiene para la nueva era?

—Nuestro objetivo es que la sociedad nos conozca, que sepa qué hacemos, potenciar más nuestro papel en la formación de nuevos economistas con la colaboración con la Universidad. También queremos crear un servicio de estudio de la economía gaditana. En este sentido ya estamos realizando encuestas de percepción económica de ámbito local y provincial. Y las nuevas tecnologías, que son fundamentales, para implantarlas en las actividades del colegio, facilitar su acceso a los despachos de los colegiados, potenciar la formación on line...

—Economía y nuevas tecnologías van de la mano. No se entiende la actividad económica no ya sin ellas, sino sin lo más avanzado de ellas.

—No partimos de cero. Hace cuatro años creamos un sistema de gestión que lo han integrado seis de los ocho colegios andaluces y ya hay otros colegios de España interesados en él.

—Uno asocia al economista a la macroeconomía, a la filosofía, a la bola de cristal... En fin, un Stiglitz, un Krugman...

—Jajaja, a los economistas se nos da mucho mejor mirar atrás que adivinar el futuro. Pero la sombra del economista es alargada. Estamos en el ámbito profesional económico, académico, en las instituciones públicas, en el empresarial... Piense en auditores de cuentas, asesores fiscales, peritos judiciales, administradores concursales, asesores financieros, expertos contables, asesores laborales, y de marketing, directores de empresas... Detrás de todo ello suele haber economistas.

"Necesitamos un proyecto de Bahía con su propio plan económico y de ordenación urbanística”

—Hablando de empresas, no parece Cádiz un buen nicho de mercado. Hay pocas y pequeñas.

—La dimensión de nuestras empresas es un gran problema de la economía gaditana. El 44% de las empresas tiene menos de cinco empleados. Como dice el profesor Ruiz Navarro, el problema en Cádiz no es que no se creen empresas, es su alta tasa de mortalidad.

—Si mueren por enanismo, lo lógico sería que se trataran de hacer más fuertes a través de la colaboración.

—Las fusiones serían un camino para mejorar nuestro tejido productivo y el otro es acabar con el enredo normativo y burocrático que imponen a las empresas, que tampoco ayuda.

—¿Cómo sale la provincia del varapalo de la crisis, dando por hecho que hayamos salido?

—Seguimos mal situados. España sale con un PIB per cápita ligeramente superior a 2008, Andalucía con el mismo, pero la provincia sale por debajo. Actualmente estamos en 16.831 euros per cápita y en 2007 estábamos en 18.620. Nuestra riqueza disminuye.

—Ahora cambia el Gobierno en Andalucía. ¿Qué tendría que hacer para revertir esta situación?

—Vamos a entrar en políticas fiscales opuestas. Un Gobierno central que sube y uno regional que baja, pero en el mundo en que vivimos plantean más incertidumbres los hechos globales que las políticas de los gobiernos autonómicos. El Brexit, que afectará al Campo de Gibraltar o al jerez, o la política arancelaria de Trump, pueden ser más determinantes que cualquier política local. En cualquier caso, a lo que hay que acudir es a una armonización fiscal, no puede ser que se vayan empresas a otras autonomías porque tienen más ventajas fiscales. Esa competencia daña la economía andaluza.

—Algo se podrá hacer.

—Por supuesto que se puede y deberíamos empezar por apoyarnos menos en la ayuda pública y confiar más en nuestro talento, que aquí lo hay y mucho. Tenemos que dejar de mirar fuera para que nos arreglen el problema. La piel de Ubrique o la industria quesera de la Sierra han demostrado que se puede hacer. Pese a todo, yo soy optimista. A pesar de los pesares, ahí está Cádiz, Cádiz está de moda y tenemos muchos potenciales. Las fortalezas no se pierden, hay que aprovecharlas: el clima, el mar, la historia.

—Habla del talento que tenemos, pero nuestros datos en Educación no son prometedores.

—Es que esa es la base, ahí es donde hay que actuar. Dígame un país que sea culto y sea pobre. Los cimientos del cambio están en la formación, la cultura, la educación.

—Aún se habla de suelo, suelo industrial, fíjese en las eternas Aletas, cuando tenemos buena parte del suelo que ya tenemos sin ocupar.

—No es un problema de suelo, hay suelo suficiente. Se trata de proporcionar del suelo a los proyectos que lo necesiten. Las Aletas no es tan importante para la creación de empleo como facilitar las cosas a los emprendedores, que no necesariamente, por las nuevas formas de creación de riqueza, necesitan de grandes espacios en polígonos.

—Eso es difícil cuando no se tiene claro el modelo.

—En pocos años en la capital hemos pasado de hablar de que el futuro pasaba por la política logística del puerto de Cádiz a hablar de energías renovables. Yo creo que necesitamos un proyecto de Bahía, con su propio proyecto de ordenación urbanístico. Ha faltado visión de futuro y generosidad.

—Nuestro pecado del localismo.

—Es que ha sido ese localismo el que nos ha privado de integrar la ciudad en el ámbito de una bahía con unos principios de crear riqueza y respeto a los intereses ecológicos y arquitectónicos.

—El fracaso de la Mancomunidad es un ejemplo de esto que habla.

—La Mancomunidad nació con el cementerio y ahí murió, no se desarrolló mucho más. Seguimos con el reino de Taifas. Yo no sé si desde un punto de vista electoral la renuncia a algunos servicios prestados desde el propio municipio puede castigar, pero bien explicado es fácil de entender que todos ganamos con una economía de escala.

—Hay un debate sobre el puerto ciudad que ustedes van a tratar en su próxima tertulia económica. ¿Cuál es la posición?

—Coexisten las dos posturas. Cádiz, antes que ciudad fue puerto y no debemos renunciar a esa actividad. Yo, personalmente, pienso que lo que se haga se tiene que pensar muy bien porque hay decisiones que no son reversibles. El suelo que se pierda en el puerto quizá no se vuelva a recuperar.

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