Pablo-Manuel Durio
El autobús populista de Cádiz
Cádiz/82.321,77 euros con IVA y 68.034,52 sin impuestos tendrá que pagar ya mismo la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC) para reponer con carácter de urgencia dos de los 115 bolardos con los que cuenta a día de hoy la dársena comercial del puerto de Cádiz, contando con los que se ubican en el Alfonso XIII, el Reina Sofía, el Muelle Ciudad, el Comillas y el Muelle Libertad, ubicado en la nueva terminaL de contenedores. Y eso sin contar con los de Zona Franca, por ejemplo, que acumulan ya también muchos años de antigüedad.
Fueron dos cruceros los que hace poco menos de un mes arrancaron textualmente de cuajo dos de los bolardos localizados en el Muelle Alfonso XIII, probablemente el más usado por los grandes cruceros por aquello de la cercanía con la principal terminal de pasajeros del puerto de Cádiz.
Por ejemplo, el MSC Orchestra, que fue uno de los cruceros a los que le tocó vivir esta desagradable experiencia, sufrió este siniestro nada más llegar al puerto de Cádiz, durante las operaciones posteriores al amarre del buque.
Concretamente fueron los norais números 6 y 11, ambos localizados en el Muelle Alfonso XIII, precisamente el más antiguo y deteriorado de todo el puerto gaditano. Y ha sido ahora, con bastante prontitud, cuando la Autoridad Portuaria presidida por Teófila Martínez ha procedido a sacar a licitación la obra necesaria para la reposición de estos dos bolardos. Cierto es que observando el pliego de prescripciones técnicas y sin tener las más mínima idea de este tipo e ingenierías, todo parece indicar que se trata de trabajos complicados, ya que del bolardo tan sólo queda a la vista la punta del iceberg que es ese singular herraje en el que los barcos amarran sus cabos nada más llegar a puerto para que su estancia en el Muelle sea lo más segura posible.
Por debajo de ese bolardo, también denominado noray, hay unas "raíces" de materiales de gran resistencia que garantizan que el barco sea incapaz de arrancarlo. Pero esto no ha ocurrido en esta ocasión, ya que fueron dos los bolardos los que resultaron seriamente dañados y en un espacio muy corto entre uno y otro, lo que hace pensar que se trata de una enfermedad estructural que deben sufrir, sobre todo, los muelles del puerto de Cádiz que cuentan con una edad más amplia.
Cabe recordar que la construcción del Muelle Alfonso XIII data de 1916, el Reina Sofía, de 1974, y el Muelle Ciudad, de 1952. A partir de ahí nacieron hace relativamente poco el Marqués de Comillas, que posteriormente quedó ampliado gracias a la necesidad creada con la llegada y el próspero desarrollo de Armas Trasmediterránea con sus continuos tráficos entre Cádiz y Canarias. Y poco que decir del Muelle Libertad, localizado en la dársena de La Galeona y donde dentro de unos años se ubicará la futura terminal de contenedores que espera con tanta ansiedad la autoridad portuaria para poder iniciar sus trabajos de integración puerto y ciudad.
En cuanto a la reposición de estos dos bolardos que fueron arrancados textualmente de cuajo en el Muelle Alfonso XIII, el que se ubica más cerca de la Plaza de España, fue a principios de esta semana cuando la APBC colgaba en la Plataforma de Contratación del Sector Público y, por extensión, en su web, los detalles para la licitación y posterior adjudicación de la obra de reposición de estos dos bolardos que han sido considerados por la comunidad portuaria como una llamada de atención y "algo que cabia esperar que ocurriera más pronto que tarde".
Estas mismas fuentes se han mostrado satisfechas con el anuncio de estas obras, a la vez que preocupados por el coste que significa esta obra, ya que saben a ciencia cierta que será algo que habrá que hacer con relativa urgencia en buena parte del puerto de Cádiz para evitar que se repita esta misma situación que, por fortuna, terminó tan sólo con daños materiales pero que podría haber sido peor y haber provocado serios daños personales ya que son muchas las personas que transitan por las zonas de atraque de los cruceros. Y eso sin contar con que el bolardo podría haber salido volando y haber herido a alguno de los pasajeros del buque, algo que podría haber dañado seriamente la imagen del puerto, y ya se sabe la piel tan fina que tienen las navieras, que son capaces de ponerle la cruz a un muelle por motivos menos peligrosos que los vividos en Cádiz con el incidente de los bolardos.
De hecho, la propia APBC indica en el pliego de la licitación de la obra se indica abiertamente y con total transparencia que "en las últimas semanas, se han producido dos incidentes críticos en el muelle Alfonso XIII del recinto portuario de Cádiz que han afectado a las operaciones de amarre". Asusta, de hecho, el calificativo de "incidentes críticos", que hacen temer que no se trata de algo liviano sino que son incidentes preocupantes para todos.
Detallan en el pliego que el bolardo número 11 se desprendió completamente debido a la alta tensión ejercida por las estachas de los buques, lo que provocó que este fuera arrancado desde su parte superior. A eso le añaden que en el momento de la rotura, el bolardo impactó contra el casco del buque, causando daños adicionales en la embarcación y comprometiendo la seguridad de las maniobras de amarre.
De esto se desprende que al menos uno de los dos cruceros que se vieron comprometidos en este siniestro sufrió daños. Y no sólo eso sino que confiesa la propia APBC que el suceso comprometió "la seguridad de las maniobras de amarre", por lo que se puede pensar que ha sido la propia fortuna la que ha evitado males mayores.
El escrito que figura en Contrataciones se puede leer que posteriormente se registró la rotura del bolardo número 6, que "mostró signos de debilitamiento similares", de lo que se puede deducir que todos los bolardos, como mínimo los del Muelle Alfonso XIII se encuentran a día de hoy con esos "debilitamientos similares", por lo que la autoridad portuaria deberá poner pie en pared lo antes posible para evitar que se repitan estos desagradables sucesos y dedicar unos cuantos miles de euros a renovar y modernizar los bolardos de buena parte de sus muelles.
Aunque en este último caso se pudo evitar la rotura total, el bolardo tuvo que ser retirado de manera preventiva para evitar un daño mayor, según la APBC. Esta situación ha generado un espacio de 40 metros entre bolardos, duplicando la distancia habitual de 20 metros, lo que implica que los buques deben utilizar estachas considerablemente más largas para poder amarrar con seguridad. Este aumento en la longitud de las estachas no solo genera complicaciones operativas para las tripulaciones y el personal de puerto, sino que también ha ocasionado quejas recurrentes por parte de consignatarios y navieras. Estos han señalado que la situación pone en riesgo la estabilidad de los buques durante las maniobras de atraque y desatraque, con potenciales consecuencias para la seguridad portuaria y para la integridad de los buques.
La propia comunidad portuaria ha destacado que, a partir de entonces, se ha incrementado de manera preocupante el "miedo de los tripulantes a la hora de llegar con sus buques a Cádiz. Nunca habíamos vivido esa situación de preocupación y nos insisten en que si estamos seguro de que la distribución de estachas entre los distintos bolardos es suficientemente segura para evitar incidentes".
Esta situación preocupa seriamente al sector, ya que la seguridad de un puerto es el factor número 1 que tiene en cuenta cualquier naviera a la hora de decidir si atraca en un puerto o en otro, con las pérdidas de ingresos que esto supone no sólo para su autoridad portuaria sino para la ciudad, que dejará de ingresar lo que habitualmete ingresa con el paso de los cruceristas por la ciudad.
La reposición del bolardo no es un huevo que se echa a freír y, de ahí, el alto coste de los trabajos, que supera los 80.000 euros.
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