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Cádiz

La reforma pendiente de la plaza de las Flores de Cádiz

Vecinos y turistas, por el centro de la estrecha plaza.

Vecinos y turistas, por el centro de la estrecha plaza. / Miguel Gómez

Estrecha, alargada y siempre bulliciosa. La plaza de las Flores de Cádiz es, sin duda, uno de los espacios públicos urbanos con mayor vida de la ciudad. Sin locales vacíos, o que son rápidamente ocupados cuando echa la baraja el anterior, con pequeños locales con historia (papelerías y zapaterías de siempre) y otras medianas superficie de esas que desembarca en todos los centros urbanos de medio mundo, sin faltar los bares y cafés, ocupa su centro con siete locales para la venta de flores, lo que le da el nombre popular a este recinto, rodeado a su vez de tiendas de quita y pon cada jornada, muchas de ellas con cuidada oferta y mejor presentación.

Tal vez sea la más variopinta de las plazas de Cádiz, con el complemento que le da la cercanía del mercado de abastos y ubicarse a la vuelta de la esquina de las calles referentes del comercio local, o de la misma plaza de la Catedral, cuyo templo es el monumento más visitado de la ciudad.

Todo este compendio de virtudes provoca un cierto colapso circulatorio para esta plaza, que se hace a veces imposible cuando coinciden varios cruceros en los muelles gaditanos y, encima, con buen tiempo.

La configuración del recinto no ayuda. La centralidad de los siete puestos de flores (que crecieron con el tiempo ya que al diseño original -que recordaba a un panteón- se le unió un anexo pues los floristas reclamaron más sitio para sus macetas y ramos), incluyendo la fuente con Columela, rompe el que debería de ser la circulación normal de los peatones por esta vía.

Lo lógico, ahora que estamos metidos en mejorar la accesibilidad urbana y ahora que se han reordenado los espacios ocupados por las terrazas de bares y restaurantes en las otras plazas de la ciudad para facilitar la circulación, sería dar un radical cambio de imagen a este recinto.

Por lo pronto, hay que tener en cuenta que, normalmente, solo se mantienen en funcionamiento tres de los siete grandes puestos de flores, con el resto cerrados a modo de trasteros; a la vez, el firme sufre ya un importante desgaste, pues no hay que olvidar que la plaza se remodeló en tiempos de Carlos Díaz, hace ya unas tres décadas.

Teniendo claro que la presencia de los puestos de flores forma parte del ADN de esta plaza, habría que plantearse una remodelación que situase a estos puestos, renovados con un diseño más de acorde con su entorno y su función, en el eje central de la plaza, reduciendo su número por cuando más de la mitad llevan años cerrados, o manteniéndolos para dar cabida a algunos de los puestos ambulantes que funcionan en la zona y que, también, forman parte de este microcosmo urbano. Todo ello crearía más espacio libre para la circulación.

La zona tiene espacio suficiente para mantener las actuales terrazas de los locales de hostelería que, además, resultarían menos molestas para el viandante de lo que ahora ocurre.

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