Otra puerta para alcanzar al hombre que nos invitó a soñar
Hoy recomendamos...un libro de Neil Gaiman
Puedo ser escrupulosamente precisa al describir la sensación que me atravesó de lado a lado la primera vez que leí Sandman. Se abrió una nueva puerta. Dentro de mí, sí. Era aficionada al cómic de superhéroes pero comenzaba a tontear con el de autor y la novela gráfica cuando ni uno ni otro cargaban con tales apelativos. Entonces Sandman vino a mí. Una noche, cómo no. Recuerdo como si fuera hoy la reticencia inicial, el asombro posterior y la absoluta rendición final. "Cruza el umbral. Entra en su mundo", parecía tener escrito con tinta invisible el primer tomo de la colección. ¡Cómo resistirse! Si la figura esbelta, oscura y tiernamente melancólica del dios de los sueños me sublevó -era la edad, todo hay que decirlo, de enamorarse de los chicos complicados- la narración dentro de la narración, el desfile de personajes históricos, las alusiones constantes a los mitos y leyendas de diferentes culturas y la belleza y la hondura, por encima de todo la hondura, de las palabras con las que se agrandaba cada viñeta, terminaron por dejar al hermano predilecto de Muerte en un segundo lugar con respecto a su creador: Neil Gaiman.
Con Sandman la puerta se abrió para mí. Sé de otros gaimanadictos que entraron al otro lado por los portales ocultos de American Gods, de Coraline, de El libro del cementerio... Caminos, todos, por los que acercarse a la perturbadora imaginación del, si no el creador del cómic moderno, uno de los mejores guionistas de todos los tiempos. Un territorio, el que dibuja en sus relatos, donde todo es nuevo y, a la par, todo es antiguo. Una geografía donde explorar caminos conocidos que olvidamos alguna vez. Quizás por eso cuando leemos a Gaiman, el Gaiman guionista, el cuentista o el novelista, sentimos una fascinación que bajo ninguna circunstancia nos hace sentir extranjeros. Extranjeros de nuestroa propios miedos atávicos.
Porque "hay cosas que nos aguardan, con paciencia, en los pasillos oscuros de nuestra vida. Creemos haberlas superado, haberlas olvidado, creemos que las hemos dejado ajarse y marchitarse y que se las ha llevado el viento, pero nos equivocamos. Estaban esperándonos en la oscuridad, entrenando, ensayando sus golpes más demoledores -esos puñetazos salvajes, duros y cortantes, directos al estómago-, matando el tiempo hasta que volviéramos a pasar por allí". Quizás estas palabras con las que Gaiman introduce su Material sensible, su nuevo libro que llegó como hace un mes a las librerías, contienen el secreto de esa extraña familiaridad de su prosa que nos hace conectar con su mundo atrayentemente oscuro.
Material sensible es otra de las puertas de entrada a este territorio donde no se necesitan advertencias ¿O sí? Una puerta que cruzaremos gozosos los iniciados y la que, esperemos, atraviesen sin miedo los nuevos lectores. Porque ésta los llevará a otra y a otra y a otra... Y, cuando menos se den cuenta, ya habrán caído rendidos ante este enigmático tipo de Portchester (Inglaterra) que vive en Minnesota (Estados Unidos).
Laberintos lunares, amigos imaginarios de carne y hueso, iglús fabricados con libros, piratas muy peculiares, caseras asesinas, objetos hechizados, tarjetas de felicitación que alteran el espacio-tiempo... Todo cabe en Material sensible (Trigger Warning).
Esta colección de 25 relatos y poemas, editada por Salamandra, es un muestrario de circunstancias singulares que confieren a los protagonistas de estas historias un abanico de experiencias capaces de revelarles cierto conocimiento de sí mismos y emociones que ni siquiera sospechaban poseer.
Historias de terror y de fantasmas, ficción especulativa y cuentos de hadas, fábulas perversas y versos sorprendentes que forman parte de la tercera colección de cuentos del escritor que reconoce que "muchas de las historias de este libro, tal vez la mayoría, existen porque han existido otros escritores, otras voces, otras mentes" porque, explica en las páginas que dan paso a los relatos, "yo también fui un pedazo de pergamino en blanco esperando a que escribieran en él. Gracias a las historias ajenas aprendí sobre las cosas y las personas, y gracias a ellas aprendí también sobre otros autores".
De hecho, algunos de estos autores, de sus referencias, de las circunstancias, casuales o no, que encendieron la mecha para que explotaran cada uno de los relatos de Material sensible también están convenientemente señalizadas en el volumen. Así, el autor nos descubre que Un laberinto lunar es un cuento para el escritor Gene Wolfe a quien conoció hace treinta años cuando Gaiman era un periodista de 22 años; o que Lo que pasa con Casandra se inspira, de alguna manera, en la novia que se inventó a los 14 años; o que Mi última casera se sitúa en un Brighton "que desapareció hace ya mucho tiempo"... Un relato inédito de American Gods -Black Dog-, otro escrito para conmemorar el cincuenta aniversario de Doctor Who -Las nada en punto- y una vuelta de tuerca al universo de Sherlock Holmes con El caso de la muerte y la miel son algunas de las nuevas propuestas de este escritor capaz de infiltrarse en el inconsciente colectivo para localizar y reinventar nuestros mitos.
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