La profesión de Graduados Sociales va a cumplir 100 años
En 2025 se cumple el centenario de la Real Orden que creó las escuelas sociales, germen de esta rama del Derecho "hecha a sí misma"
El presidente del Colegio de Cádiz, José Blas Fernández, analiza los problemas actuales de la profesión
El 17 de agosto de 1925, una Real Orden creaba las denominadas “escuelas sociales”, germen de una profesión, la de Graduados Sociales, que se acerca por tanto al centenario que cumplirán el próximo año. Un momento especial que lleva al colegio profesional gaditano y a su presidente, José Blas Fernández, a analizar la situación actual y repasar también la trayectoria de una profesión “que se ha hecho a sí misma” y que “de no existir, hubiera habido que crearla”.
Fernández resalta como hechos fundamentales en estos cien años de actividad el paso de estas escuelas sociales de Trabajo a Educación, con la llegada a la Universidad en el año 1980. “Luego se crea la Facultad de Ciencias del Trabajo, siendo Rajoy ministro de Educación”, comenta; y más tarde, con el Tratado de Bolonia, “se crean los grados, que nos da un mayor reconocimiento”, hasta el punto de ser reconocidos los graduados sociales como profesionales del Derecho o del sector jurídico, junto a abogados y procuradores.
A las puertas de estos cien años de vida, el presidente de los graduados gaditanos mira con preocupación varias cuestiones del presente.
La primera de ellas es “el daño que ha hecho la pandemia”, ya que esos dos años de actividad predominantemente telemática “no había nadie detrás” en la formación de los futuros profesionales. “Estaban detrás del ordenador y no seguían las clases”, presupone Fernández, ya que ha constatado que “se ha perdido mucho conocimiento”.
Otro problema que han detectado los graduados sociales es que la profesión actualmente “no recoge el mismo número de alumnos que hace unos años”. “Se ha pasado de la vocación a la oposición”, lamenta José Blas Fernández, que reconoce que abrir un despacho profesional en la actualidad “tiene muchas trabas y la gente no quiere eso y opta por opositar y vivir del empleo público”. “Ya notamos el bajón porque no se colegian, y esto nos preocupa porque las profesiones pueden perder talento”, añade.
Unido a esto señala el decano de los graduados un tercer problema que preocupa en la actualidad: el intrusismo, “que está a la orden del día” también en esta profesión; algo que Fernández vincula a la “falta de apoyo de la administración a los colegios profesionales”.
Y si toca hablar de las administraciones, las críticas son varias. Primero por haber hecho a los graduados “funcionarios b” al convertir la administración hoy en día en “una burbuja donde todo es telemático” y originando “una frialdad tremenda que conlleva la falta de seguridad jurídica”. Segundo por haber aprobado una reforma laboral “que no ha servido para nada”, porque “el fijo discontinuo es una engañifa para no saber cuántos desempleados hay realmente” y porque la reforma “afecta sobre todo a pymes y micropymes, que son las que crean empleo hoy, y esas normas tan restrictivas hace que se echen para atrás a la hora de hacerlo”.
Otra reivindicación que lanzan los graduados sociales de Cádiz se centra en los juzgados, su actividad y su configuración. Resulta que los despachos profesionales trabajan ya con juicios señalados ¡para el año 2029!, “y la justicia cuando es lenta deja de ser justicia”. La reclamación en este sentido no es crear juzgados (que ya suman 9 en el apartado de lo social en Cádiz y Ceuta), “el problema está en pertenecer a tres partes o administraciones: el juez depende del Gobierno, el secretario del Ministerio de Justicia y el funcionario de la Junta; y eso se traduce en que nadie manda”. A esto se suma la escasa especialización de los jueces en lo Social, otra demanda ya histórica de los graduados, que se traduce en sentencias “que no son buenas” y que conllevan “muchos recursos”. “Es como si uno tiene un niño enfermo y lo lleva al traumatólogo”, pone como ejemplo José Blas Fernández, que pone el acento en la “inseguridad jurídica” que esta situación genera, “y eso desmorona al profesional”.
Todas estas reclamaciones y preocupaciones, sin embargo, no empañan la labor de los graduados ni esos casi 100 años de existencia. “Nunca antes tuvo la profesión el reconocimiento y el rango académico de ahora”, asegura alguien que lleva la friolera de 55 años trabajando, presumiendo y luchando por esta profesión “que me ha dado muchas satisfacciones” y en la que sigue ejerciendo a las puertas de cumplir 77 años de edad.
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