La mitad del término urbano de Cádiz está ocupado por un Parque Natural que cada año apenas si es utilizado por los propios vecinos de la capital. A pesar del incremento de la última década, los metros cuadrados por habitantes de zona verde en la ciudad están muy por debajo de lo recomendado por los organismos internacionales. Para salvar esta situación, ha sido norma por parte del Ayuntamiento utilizar la playa como peculiar 'zona de esparcimiento' para los vecinos. Sin embargo, desde hace unas semanas ésta ha sido sustituida, con mayor lógica, por el infrautilizado parque natural.

El nuevo PGOU apuesta por abrirlo a los gaditanos y visitantes. Lejos de los proyectos urbanísticos propuestos a finales de los 60 y principios de los 70, con la creación de un barrio para 100.000 habitantes, la apuesta es claramente ecológica, aunque el Parque ha sido dañado en los últimos años por la instalación de la estación depuradora (que da servicio también a San Fernando, ciudad con un término municipal sustancialmente más amplio que el de la capital) y por la necesidad de ocupar suelo para duplicar la vía del ferrocarril.

Sin embargo, el suelo sobrante sigue siendo inmenso y con unas posibilidades turísticas y culturales más allá de la mera construcción de complejos hoteleros, imposibles en este entorno.

Esta apuesta ha chocado en los últimos años por las dificultades entre las administraciones para poner en valor este suelo. Un claro ejemplo ha sido la salvación del ruinoso Molino de Mareas. En este caso, la actuación del Ayuntamiento ha sido fundamental para evitar su derrumbe definitivo e incluso Urbanismo ha realizado una actuación de urgencia para consolidar su dañada estructura, pendiente de que la Demarcación de Costas se decida a afrontar su definitiva rehabilitación.

Mientras, sigue siendo más fácil acceder al 'lado' gaditano del parque a través de San Fernando que partiendo desde la propia capital.