Sociedad | Las personas sin hogar

Asentamientos para refugiarse en la calle

  • Los bajos de Santa Bárbara y el Museo del Títere se convierten en lugares de acogida para los sintechos

Una persona pasea por delante de la fachada del Museo del Títere, en donde varias personas sin hogar se han instalado.

Una persona pasea por delante de la fachada del Museo del Títere, en donde varias personas sin hogar se han instalado. / Jesús Marín

Un hogar no es solo un techo bajo el que cobijarse. Un hogar es un lugar en donde se desarrolla la vida. Por ello, el ser humano necesita contar con un espacio al que considerar como propio y que no sirva simplemente para comer o dormir. Cuando se pierde todo, la calle se convierte en esa zona vital en donde resguardarse, aunque se viva al aire libre.

Normalmente, Cádiz no ha sido un lugar en donde se hayan creado grandes asentamientos de personas sin hogar. En este sentido, también se nota la falta de espacios en la ciudad. Sí es cierto que en invierno los bajos del Balneario de la Palma son un lugar en el que muchos sintechos se ubican para escapar de la lluvia. Sin embargo, cuando comienza la temporada de playas, este espacio se desaloja y buena parte de sus huéspedes pasaban normalmente a la zona de Capuchinos. Asimismo, el lugar en donde se producía habitualmente una mayor concentración de personas sin hogar era la plaza de las Tortugas, en donde era frecuente encontrar ocupada la zona de los bancos con sus utensilios.

Sin embargo, esta tendencia ha cambiado, ya que se están creando dos asentamientos considerables de personas sin hogar en la ciudad. Uno de ellos ya lleva fraguándose desde hace tiempo con la ocupación de los bajos de la pérgola mirador del paseo de Santa Bárbara. Incluso, algunos sintechos llevan instalados desde hace bastante tiempo en las entradas al parking subterráneo que se encuentra junto a la muralla. Tiendas de campaña, carros, mantas o maletas se encuentran en este lugar que ya han hecho suyo.

En los últimos meses, el nuevo espacio en el que ha aumentado la concentración de personas sin hogar es la zona de arcos que se encuentra en la fachada del Museo del Títere, en las Puertas de Tierra.

Al igual que en Santa Bárbara, este espacio cumple con una serie de características similares. Por un lado, es un lugar propicio para refugiarse al contar con techo. Asimismo, no es una zona muy transitada, por lo que permite a los sintechos contar con un espacio propio en el que tener una cierta intimidad.

Actualmente, casi todos los arcos se encuentran ocupados. Para ello, las personas sin hogar que viven allí han cerrado los espacios con sábanas, mantas o plásticos para estar resguardadas y tener esa privacidad de la que se disfruta dentro de un hogar, pero en plena calle. Además, también cuentan con tiendas de campaña e, incluso, con tendederos para colgar su ropa.

Los bajos de Santa Bárbara se han convertido en un lugar de refugio. Los bajos de Santa Bárbara se han convertido en un lugar de refugio.

Los bajos de Santa Bárbara se han convertido en un lugar de refugio. / Jesús Marín

Una de las personas que habita este lugar es Juan de Dios, que cuenta que lleva aquí desde julio de 2018. En un espacio ordenado, incluso con macetas en su entrada, convive con dos perros, Aarón y Checo. Con una historia algo desordenada entre su trabajo en el muelle, una posterior experiencia en Torre del Mar (Málaga) y una denuncia por usurpación de identidad, narra que regresó a Cádiz tras estar viviendo anteriormente en un camping en Granada, del que se tuvo que marchar "porque no podía correr con los gastos". "Al venir a Cádiz, no encontré donde quedarme, por lo que opté por quedarme aquí –por las Puertas de Tierra–", indica, a la vez que insiste en que “no me voy a separar de mis perros”.

A diferencia de otras personas sin hogar que acuden a los diferentes comedores sociales, Juan de Dios prefiere hacerse su comida "con un butano que tengo". Para ello, narra que usa el dinero de la pensión que tiene para comprar los alimentos.

Por su experiencia, Juan de Dios afirma que la calle "no es un sitio bueno para hacer amistades", por lo que prefiere vivir su vida en solitario con sus dos perros. De hecho, dentro de la difícil convivencia que supone no tener un hogar, reconoce que hay que tener cuidado con la ropa que tiende por si se la lleva los amigos de lo ajeno. "Los calcetines a los que se les salen los dedos no se los lleva nadie", suelta con ironía.

Este es un simple testimonio de una de las decenas de personas sin hogar que existen en Cádiz. Un número que no es fijo ya que fluctúa a lo largo del año. La presidenta de la asociación Calor en la Noche, María de la Palma Mení, apunta con datos del trabajo que realizan que, una vez finalizado el verano, vuelve a aumentar el número de personas sin hogar que hay en la capital gaditana. "En los desayunos que damos, hemos tenido en verano una media de entre 65 y 70 personas. El pasado viernes tuvimos 94 personas", cuenta Mení.

Esto se debe, según la responsable de la entidad de la obra social de La Salle Cádiz, a que "en verano muchos se van a Vejer o Conil, que es donde está el turismo, para aparcar coches o vender pulseras o colgantes, ya que sacan más dinero que aquí en Cádiz".

Con la llegada del otoño, el flujo de personas sin hogar regresa a la capital. Aun así, respecto a los asentamientos que se están estableciendo en la ciudad, resalta que "en verano sí había personas en Santa Bárbara, pero lo de las Puertas de Tierra nos ha sorprendido. Allí había normalmente una o dos parejas, pero nunca ha habido tantas personas en esta zona". De hecho, este aumento se lo han encontrado tras la vuelta del parón del trabajo de calle que realizan en agosto, llegando a contabilizar hasta 14 personas en este lugar.

Con todo, Mení considera que la elección de estos espacios para asentarse se debe, además de tener un sitio para resguardarse, a que "necesitan tener el sentimiento de saber dónde volver. No es una casa, pero es un sitio en donde saben que tienen sus pertenencias".

En la actualidad, las personas sin hogar cuentan con una rutina claramente marcada por los recursos que existen en la ciudad de las diferentes entidades. Así, el desayuno lo proporciona Calor en la Noche, el almuerzo lo ofrece el comedor de la Fundación Virgen Poderosa en María Arteaga, mientras que Virgen de Valvanuz se encarga de la cena en su sede de la calle Santiago. Con todo, se está a la espera de la apertura del Centro de Día de Alta Tolerancia, una instalación que Mení cree que es "necesaria" para que las personas sin hogar puedan "sentirse más acogidas y tener un sentimiento más de hogar o de espacio propio".

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