Dentro de los proveedores que trabajan para las cofradías de Semana Santa, uno de los sectores que más se ha visto afectado ante las pocas alternativas que tiene para subsistir en tiempos de pandemia es el de la cerería. En ellas, la fabricación de velas para los cortejos y el exorno de los pasos es prácticamente su única actividad, mientras que el resto del año se dedican a realizar pequeños trabajos.
En Chiclana se encuentra la cerería La Madrugá, que, según su gerente, Arturo Soto de la Espada, provee de cirios y cera rizada a entre 600 y 700 hermandades de toda la geografía nacional al año. "Ahora mismo estaríamos ahogados de trabajo preparando la Semana Santa. Sin embargo, en la actualidad estamos haciendo trabajos relativamente fáciles que ni mucho menos son comparables con esta temporada del año. No llegan ni a un 30% de una Semana Santa normal y corriente", explica para mostrar la situación que vive este negocio.
Para tener una panorámica general, cuenta Soto de la Espada que un pedido medio que realiza una cofradía puede rondar los 2.000 o 2.500 euros, aunque "los presupuestos son muy elásticos ya que no es lo mismo una cofradía que lleve muchos hermanos y flores de cera que otra con pocos hermanos y sin flores de cera".
En esta Cuaresma, señala respecto a la actividad de esta cerería que "las hermandades están haciendo cosas dentro de sus posibilidades y de lo que cada parroquia les está dejando hacer, ya que cada una es un mundo. Algunas cofradías sí están haciendo algunos altares de culto más especiales". Encargos que se perciben como una ayuda, pero que no sirven para cubrir el boquete económico generado tras dos años sin que haya Semana Santa.
De hecho, una de las consecuencias que tiene para la cerería La Madrugá que no haya procesiones es que ha tenido que reducir su personal al mínimo posible para seguir trabajando. "Ahora mismo podrían haber trabajando entre 12 y 15 personas en condiciones normales, y en la actualidad somos tres personas", reconoce.
En cuanto a la dinámica de trabajo, el gerente explica que "la campaña la empezamos en septiembre ya que sería imposible fabricar toda la cera en dos meses. Tanto el taller de cera rizada como el de velas empiezan con el personal a tope a acopiar la cera en estanterías y en diciembre empezamos con los repartos. Sin embargo, este año no hemos realizado ni un solo reparto de Semana Santa". A esto se suma que el resto del año "se siguen haciendo cosas a escala más inferior porque la maquinaria no se puede dejar parada y porque el cliente debe ser surtido en función de las necesidades que tenga".
Una de las consecuencias de la suspensión de la Semana Santa de 2020 es que "tenemos una gran cantidad de cera guardada del año pasado ya que las cofradías no tienen suficiente espacio en sus casas de hermandad, por lo que eso nos está quitando mucho espacio para almacenar. Por esto, no podemos fabricar porque no tenemos ventas y por no tener espacio".
Sobre los pedidos de 2020, que se paralizaron por el inicio de la pandemia, relata que "a nosotros nos cogió de lleno cuando estábamos empezando a repartir la cera. A la tercera ruta que íbamos a hacer ya estábamos confinados, por lo que la mayoría de la cera no la pudimos distribuir. Tenemos cofradías que la han abonado, otras que no y otras que han recuperado la cera para los cultos".
Con todo, Soto de la Espada asegura que "hasta ahora hemos ido tirando con el dinero que hemos ido cobrando, pero la cuesta arriba va a llegar después de Semana Santa para poder tirar el resto del año. Las instituciones no están ayudando nada y los créditos que se están dando a un bajo interés no nos sirven porque tienen seis meses de carencia y si no estamos generando ingresos, pues no se pueden pagar". Por ello, "hemos tenido que achicar los gastos y reducir la plantilla a tres personas porque menos no podemos ser".
El gerente de La Madrugá cree que la recuperación no llegará para 2022 si se celebrara la Semana Santa, sino para 2023 debido a que "las cofradías aprovecharán la cera de 2020", por lo que no se generarían nuevos encargos.
Por todo ello, esta empresa está intentando explorar nuevos caminos como productos específicos de cera para la Navidad o la exportación de cera de decoración a Alemania, aunque reconoce que "para poder iniciarme, hay que invertir, y no hay dinero ni para tirar ni para invertir". Ante esto, asevera que "muchos compañeros artesanos van a dar el cerrojazo, mientras que otros van a estar igual de apretados que nosotros".
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