Cádiz

A paso lento rumbo a una nueva vida

  • La delegada provincial de Medio Ambiente, Silvia López, realizó ayer en la playa de Cortadura la suelta de dos tortugas boba recuperadas en el Centro de Gestión del Medio Marino en Algeciras

Mar adentro. Dos tortugas boba volvieron ayer a su hábitat natural después de recuperarse en el Centro de Gestión del Medio Marino (Cegma) en Algeciras. Habían llegado en mal estado a dos playas de la provincia en el año 2010 y fueron rescatadas por el equipo de emergencias frente a varamientos y capturas accidentales de mamíferos y tortugas marinas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. La delega provincial, Silvia López, procedió a liberarlas en la playa de Cortadura. "Elegimos esta playa para demostrar, aunque no tenga la bandera azul, que es un ejemplo de lugar natural con excelentes condiciones", declaró la delegada para conmemorar así el Día Mundial del Medio Ambiente, agradeciendo además el trabajo de los empleados del Cegma, que ha rescatado este año 18 ejemplares en las playas de la provincia, recuperando a 15 de ellas. Ayer, por primera vez se liberaron tortugas boba en la Bahía de Cádiz.

López soltó primero en el agua a la tortuga de mayor peso, de 14,4 kilogramos y 46 centímetros, encontrada en una playa de El Puerto de Santa María en junio del año pasado muy debilitada. Costó que se adentrara en el mar. Se paseó por la orilla y hubo que darle un 'empujoncito' para que entrara en el agua. Este ejemplar llegó al Cegma con una fractura en el lateral izquierdo de la cabeza, provocando una pérdida importante en la estructura del pico. La tortuga fue tratada a base de antibióticos y antiinflamatorios y se le realizaron curas intensivas de las heridas. Según los técnicos, el animal tenía además anorexia, costándole acostumbrarse al alimento sólido, que en este caso se compone de peces y cefalópodos. Casi un año ha estado la tortuga recibiendo atención. De la papilla alimenticia pasó a la ingesta involuntaria y tras una mejoría en el comportamiento y el apetito, fue dada de alta.

El otro ejemplar, más pequeño, entró en el mar sin rodeos. Pesa 2,5 kilogramos y mide 27 centímetros, y había llegado a una playa de Chipiona a finales del año pasado con heridas en aleta anterior y posterior izquierdas, provocadas por enredo en mallas de pesca. Su completa recuperación coincidió con la desinfección total de sus heridas.

A las dos tortugas boba (caretta, caretta) les queda toda una vida por delante, dada la esperanza de vida de esta especie, cifrada entre 50 y 70 años. La más pequeña cuenta con unos cinco años de edad y la más grande, alrededor de ocho. Según Carolina Fernández, técnico del Cegma, podrían quedarse a vivir en aguas del Atlántico, aunque también se desenvuelven sin problemas en el Mediterráneo.

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