Paco Piniella convierte en ficción su increíble relato familar de "supervivencia" para su debut en la novela
El exrector de la Universidad de Cádiz y autor de numerosos ensayos presenta este 22 de mayo en el ECCO 'Las líneas del silencio', un libro que contiene "una odisea que acabará calando en generaciones"
La memoria viaja de los Piniella de Cádiz a los Piniella de Ucrania

Cádiz/"Eso tiene una novela, y la tienes que escribir tú". No han sido pocas las ocasiones, alguna vez incluso de alguna autora de relevancia nacional, en las que Paco Piniella (Cádiz, 1961) ha recibido este encargo cuando, discretamente, ha deslizado la increíble historia que ha recorrido a su saga familiar, un auténtica "odisea que acabará calando en diferentes generaciones", describe el reconocido y reconocible autor gaditano, exrector de la Universidad de Cádiz y, ahora, flamante debutante en el género de la novela.
Sí, Paco Piniella se animó y se decidió a escribir Las líneas del silencio, que este jueves 22 de mayo a las 19.30 horas se presenta en el Espacio de Cultura Contemporánea (ECCO) de Cádiz, en la que ficciona los hechos verídicos que ya adelantó en un libro anterior, el ensayo La memoria del árbol, donde indagaba en su genealogía profundamente marcada por la partida de su abuelo, marino, como él, cuando se embarca en el Cabo San Agustín el 11 de julio de 1936. "La fecha lo dice todo, ¿no?", da la primera pista. La segunda, el nombre del navío...
Pero no. Este no es un libro sobre la Guerra Civil y la Memoria Histórica o, al menos, no un libro al uso. No lo era La memoria del árbol, ni lo es Las líneas del silencio. "He querido destacar, sobre todo, el elemento de supervivencia, de que la gente sobrevive como puede, a pesar de todo. La idea es subrayar cómo en la vida te ocurren cosas que te hacen reaccionar, pero también, cómo esas cosas que nos suceden también depende de lo que le ha pasado a nuestros padres, a nuestras madres, a nuestros abuelos y abuelas... Pero también, y en cierta manera, este es un libro sobre el fracaso de las utopías", reflexiona el autor acostumbrado a navegar por mares y capear temporales de todo tipo.
Hombre prudente, como todo buen hombre de mar, no quiere desvelar más allá de la sinopsis que le ha preparado su editorial, Libros de la Herida, -léase: Isabel González despide en el puerto de Cádiz a su marido, Juan Pellegrini, marinero del Cabo San Agustín, un gran barco que mantiene línea regular con varios puertos americanos; es el sábado 11 de julio de 1936; el viaje que Juan emprende cambiará su vida y la de los suyos para siempre- pero, quizás, recordando que este histórico barco que se encontraba en Barcelona cuando se produjo el Golpe del Estado, que el legítimo Gobierno de nuestro país lo utilizó durante la guerra para abastecerse del exterior y lo mandó rumbo a Sebastopol, que fue incautado por el Kremlin, que sirvió en la Segunda Guerra Mundial y que a su tripulación le costó lo indecible para regresar (la que pudo regresar) a su país, nos puede ofrecer una primera carta de navegación para no perdernos en esta, efectivamente, Odisea que no sé si tiene a un Ulises pero, seguro, a una Penélope.
"Mi mujer siempre dice que la verdadera protagonista de esta historia es Isabel, la que sería mi abuela, la que lo es porque es al único personaje al que no le cambio el nombre, como reconocimiento y homenaje", confiesa el catedrático de Ciencias y Técnicas de la Navegación y marino mercante ya jubilado. "De hecho, tener tiempo, sobre todo al dejar el cargo de rector, es lo que me permitió dedicarme a fondo a la novela, que sí, que tiene rasgos de las historias reales de La memoria del árbol, pero que también tiene mucho de ficción", insiste en trazar esa línea divisoria entre dos libros, dos planos (el real y el imaginado) y dos vidas (abuelo/abuela) y los que le sucedieron.

Porque Las líneas del silencio -que a veces son líneas quebradas, a veces paralelas y a veces concéntricas, como indican los capítulos en los que se distribuye sus 400 páginas- es reveladoramente circular. No sólo, en un simbolismo finísimo de que la historia se acaba repitiendo, Piniella decide poner el mismo nombre a todos los hombres de esta familia, sino que concibe la obra en la rueda del tiempo misma. No es cronológica, va dando rodeos (más que saltos) en el tiempo, para empezar en el Golpe de Estado en España del siglo pasado y terminar en la invasión a Ucrania en este siglo. Dos guerras que marcan, que están marcando, a los miembros de una misma familia que, tanto en la realidad como en la ficción, se reúne de la manera más asombrosa, inesperada y, hasta cierto punto, incómoda, casi 40 años después...
Ya me callo, ya me callo... Dejo la oportunidad al lector de descubir los giros, que tomará por fabulados y que son completamente reales, para centrarme en el fondo, en la otra herida de esta historia que tiene su parte de memoria de este país, una muy dolorosa y "poco tratada", como acierta Piniella, prudente, como hemos dicho, pero también valiente (como todo buen hombre de mar). "Desde la ficción y desde el ensayo se ha trabajado mucho la memoria histórica de las cunetas, o de la otra parte, de la de los religiosos a los que fusilaban, por ejemplo. Pero aquí de lo que estoy hablando es de republicanos que terminan en el gulag de Stalin. Es decir, republicanos que terminan traicionados por sus propios compañeros. Y eso es muy duro", conviene el autor que, en este sentido, reconoce la labor de algunos profesores como Luisa Jordache, profesora de la Autónoma de Barcelona, "que sí ha escrito muchos libros sobre este tema, de la gente que terminó en la Unión Soviética y quedó allí atrapada, pero es de las pocas".
Un libro que no quiere convencer a nadie de nada (porque así es la vida, no nos convence, nos sucede) y, por tanto, está libre de condescendencia (porque así es la vida, no está para complacernos, sólo está), pero del que Piniella ha “aprendido mucho”. Primero, del oficio de escribir –agradece los consejos de sus “lectores beta”, la profesional “asesoría de Daniel Heredia” y la labor de “apoyo y también asesoramiento de su editor”, José María Gómez Valero– y, segundo, de la psique humana. Del silencio y sus razones. “En el libro hay personas que, ante una situación trágica, sobreviven, se centran en sobrevivir, cada uno a su manera. No hay más, aquí no hay buenos ni hay malos, pero sí acciones y decisiones que repercuten y marcan a los que vienen después...” ¿Y en la vida? La vida, es la vida.
También te puede interesar
Lo último