Los nuevos hoteles salvan de la ruina muchas casas palacios de Cádiz

El rico patrimonio inmobiliario de la ciudad aguanta gracias a proyectos privados

Así serán las dependencias del nuevo hotel en Sagasta

Cirugía arquitectónica en la Casa Veedor

Patio central del palacete de Sagasta, ya rehabilitado como hotel.
Patio central del palacete de Sagasta, ya rehabilitado como hotel. / Miguel Gómez

El inicio inminente de las obras de transformación de una finca de la Alameda en Cádiz como hotel de lujo supone dar un paso más en la recuperación y buen mantenimiento del patrimonio inmobiliario de la ciudad.

La proliferación de nuevos hoteles en el casco antiguo ha permitido salvar del abandono a edificios referentes de Cádiz que, de otra manera, no hubieran tenido uso alguno ante la inviabilidad económica y física de su transformación en viviendas.

La ordenanza municipal contra la turistificación, en vigor desde hace algo más de un año, defiende la permanencia de estos edificios, con niveles de protección 0 o 1, que son los mayores que incluye el Plan de Ordenación Urbana, y limita a ellos la apertura de nuevos alojamientos turísticos.

Esta medida ha reforzado una dinámica que ya se estaba dando en la ciudad, desde que hace unos años comenzó un particular bum hotelero, con la apertura de una decena de nuevas instalaciones tras el final de la pandemia.

En la mayor parte de estos casos, las promotoras han elegido edificios de alto valor histórico de la ciudad, algunos incluso integrados en el selecto y reducido grupo de casas palacios. En su gran mayoría eran fincas que permanecían cerradas desde hace años, con el riesgo que ello suponía ya para su perfecta conservación.

Frente a otras capitales del país donde los cascos históricos sufren un evidente abandono, y edificios notables bordean la ruina, en Cádiz los pasos dados por la iniciativa privada, con la aprobación normativa del Ayuntamiento, han evitado repetir estas imágenes.

De esta forma, Cádiz logra mantener su patrimonio inmobiliario en buen estado y, a la vez, reactiva su economía con una oferta hotelera de calidad.

Uno de los salones en la casa palacio de Veedor, también de uso hotelero.
Uno de los salones en la casa palacio de Veedor, también de uso hotelero. / Julio González

Es lo que va a pasar con la finca de la Alameda y lo que ya ha pasado con otras como el palacete de Sagasta, 1 o la de Veedor, donde se ha rescatado el pasado esplendor de estos inmuebles.

La Casa de las Cuatro Torres, el Casino Militar, los apartamentos en Manuel Rancés... refuerzan la imagen de un casco antiguo cada vez mejor cuidado, uniendo este esfuerzo de la iniciativa privada al que las administraciones públicas ya realizaron en décadas pasadas con planes como el Urban o el de Rehabilitación del Casco Antiguo.

Las mismas administraciones ya iniciaron un proceso de recuperación de inmuebles de gran valor, en los primeros años de la democracia, para ubicar en ellas diversas sedes, como cultura, el archivo provincial y el local, la biblioteca municipal, la ampliación de la sede de Diputación... La última operación ha sido la conversión del Palacio de Recaño en la Casa Museo del Carnaval de Cádiz.

El PGOU incluye una lista con una treintena de fincas de Nivel 0, las de máxima protección, ubicadas en los intramuros de la ciudad. Hoy, la gran mayoría están en buen o muy buen estado de conservación. Son pocas las que necesitan alguna actuación, aunque ninguna se encuentra en estado de abandono, y riesgo por su estabilidad.

Hay casos de referentes gaditanos, como la Casa del Pirata, cuyos propietarios se esfuerzan en el mantenimiento de una de las joyas arquitectónicas de la ciudad, con el elevado coste que ello supone. También está pendiente de rehabilitación el número 1 de Pasquín, tal vez una de las fincas catalogadas como casas palacios más desconocidas de la ciudad.

Frente a ello, contrasta el estado de mantenimiento de varios edificios de la ciudad de propiedad pública, lo que agrava aún más este abandono.

Por su historia y su magnitud destaca el antiguo Hospicio, el edificio Valcárcel, cerrado desde hace dos décadas. El Casino Gaditano tiene cada vez más achaques, sin que se haya avanzado en su recuperación. Lo mismo pasa con los edificios de la antigua Academia de Bellas Artes, a la espera de ejecutar la tan ansiada ampliación del Museo de Cádiz. La Iglesia tiene en sus manos el convento de Santa María, que solo aguanta gracias a la labor de un colectivo de ciudadanos. Y junto a ellos parte de las fortificaciones.

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