Hostelería

Se necesitan mesas al aire libre para poder respirar

  • El restaurante Arrebol espera que el Ayuntamiento de Cádiz le conceda una terraza para poder salir adelante con siete empleados

El restaurante Arrebol, en la calle Santa Teresa de Jesús.

El restaurante Arrebol, en la calle Santa Teresa de Jesús. / Lourdes de Vicente

Las restricciones de espacio que sufren los establecimientos hosteleros para prevenir contagios de Covid-19 están llevando a algunos de ellos a plantearse seriamente su futuro. Los que en su interior solo pueden ofrecer escasas mesas a los clientes, claman por contar con terrazas en su exterior que les compensen las pérdidas que acumulan desde el inicio de la epidemia del coronavirus a mediados del mes de marzo. En Cádiz, terraza es sinónimo de polémica, y la lucha por nuevos espacios ha enfrentado a hosteleros y el Ayuntamiento de Cádiz. Algunos han podido ampliar sus instalaciones exteriores, pero otros no han tenido la misma suerte.

Es el caso del restaurante Arrebol, en la calle Santa Teresa de Jesús. Su propietario, Enrique Hidalgo, explica que “tengo cuatro mesas en vez de ocho y siete puestos de trabajo que mantener, por lo que resulta complicado mantener el negocio”. Después de la inflexible normativa en el inicio de la pandemia, recuerda Hidaldo que desde el Ayuntamiento gaditano “se gestionó todo de manera más flexible y viendo que otros establecimientos conseguían más espacio, nos atrevimos a pedir, a mediados de verano, la colocación de una terraza en el exterior, en el lugar donde aparcan ahora coches”. Después de varios meses sin recibir respuesta, le concedieron espacio para dos mesas. “Habíamos pedido cuatro y encima presentamos el permiso de la peluquería de al lado, que no le importaba que ocupáramos la delantera de su fachada para las otras dos mesas. Eran cuatro mesas, que no eran 20, o sea, que no era una barbaridad, pero no hubo manera”, explica el hostelero.

El interior del Arrebol, con apenas 70 metros cuadrados, ha visto reducido considerablemente el número de mesas. “Dentro cabían cuarenta personas y ahora unas 20. Aparte del miedo de los clientes, que no se quieren meter en sitios cerrados y eso hay que entenderlo. La terraza sería una gran ayuda en una zona en la que no hay una superpoblación de mesas exteriores”, argumenta Hidalgo. Mientras, el negocio, como tantos, subsiste a duras penas. “Levanté el ERTE al acabar el confinamiento, pero es muy complicado sacar esto adelante”, expone. Y es que en Arrebol, como en muchos establecimientos, sueñan “con facturar lo que facturábamos antes de la pandemia, pero estamos en una situación difícil”.

Entiende por último Hidalgo que “parece que hay hosteleros de primera y de segunda categoría. Y los puestos de trabajo importan dependiendo de donde tengas el negocio”. E insiste en que “al parecer hay que hacer ruido para que te hagan caso. A otros compañeros le han concedido lo que han pedido, bien por ellos, no tengo nada que decir, pero me parece un agravio comparativo con respecto a nosotros”.

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