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Belén y Marta Serrano Moyano. Médicos

"La medicina no es un arte ni una ciencia si no se practica con amor"

  • Hacen su primer año de residencia, una en pediatría y otra en oncología, y han recibido un homenaje por ser las colegiadas más jóvenes del Colegio de Médicos de Cádiz

Belén y Marta Serrano Moyano recibieron recientemente un homenaje en el Colegio de Médicos de Cádiz por ser las colegiadas más jóvenes, nacidas con tres minutos y medio de diferencia el 17 de diciembre de 1987 en Pozoblanco (Córdoba).

Ellas reconocen que el ser las más jóvenes no tiene ningún mérito, pero están muy agradecidas por el homenaje y por la acogida que han tenido por parte de los colegiados. Dicen que esa distinción les dio la oportunidad de dirigirse a sus colegas y transmitirles su entusiasmo y su visión de la medicina. Una visión que, "aunque suene cursi", según ellas mismas, está relacionada con el amor. "La medicina, como la entendemos nosotras, no es un arte ni una ciencia si no se practica con amor hacia todo lo que ella engloba, teniendo siempre en primer lugar a nuestros pacientes", afirman.

En una charla con estas chicas que desprenden simpatía, sencillez y humanidad, cuentan que a ellas siempre les ha gustado el trato con las personas y la medicina les da la oportunidad de poder ayudar "y hacer la vida de los demás un poquito más fácil en un momento que para ellos es difícil". Están muy agradecidas a toda su familia, que siempre les ha apoyado, y sobre todo a sus padres. "Ellos nos han enseñado que si quieres algo, sólo depende de ti conseguirlo. Tienes que proponértelo y poner todo lo que esté en tu mano para conseguirlo. Si no lo consigues, por lo menos no te queda la sensación de no haberlo intentado".

Y ellas, hasta ahora, han conseguido lo que se han propuesto. Las dos están haciendo la residencia en las especialidades y los hospitales que deseaban.

Belén está en la Unidad de Gestión Clínica (UGC) de Pediatría en el hospital Puerta del Mar de Cádiz. "Siempre he querido hacer pediatría porque siento mucha simpatía por los niños. Son el futuro del mundo y para unos padres es lo que más quieren en su vida. Me gusta poder estar tanto en el seguimiento del día a día cuando están sanos como intentar ayudarlos cuando están enfermos", señala esta joven, que dice que ha sido "un milagro" el conseguir su plaza en Cádiz, lugar en el que quería hacer la residencia. "Otros años, con mi número de orden para elegir la especialidad, no hubiese tenido la oportunidad de elegir la plaza de pediatría en el hospital Puerta del Mar, que era lo que quería realmente".

Su hermana Marta hace el primer año de residencia en el Hospital de Jerez. Ella también tenía claro lo que quería hacer: oncología médica. Explica que un antiguo médico del hospital de Jerez que se trasladó al Reina Sofía de Córdoba le habló muy bien del de Jerez y fue allí a conocer el servicio. "Me trataron muy bien y me encantó el ambiente. Me dieron buenas sensaciones el hospital y el servicio, y todo el mundo contaba cosas buenas; además, estaba cerca de la playa. Quería que ese fuera mi sitio de trabajo".

Marta dice que en su elección de la especialidad quizás tuvo que ver que su madre sufrió un cáncer hace unos años que consiguió superar. "Como sé lo mal que lo pasan tanto el paciente como la familia, decidí que quería dedicarme toda mi vida a intentar mejorar la vida de esas personas en esos momentos. Además, a mí me gusta el trato y el apoyo psicológico al paciente, creo que es muy importante".

Cuando acaben la residencia, Belén tiene pensado ir a conocer la pediatría en circunstancias más difíciles en Latinoamérica o África. Algo que no es del todo desconocido para estas hermanas, que han estado en dos ocasiones en Perú, en la Comunidad de Niños de la Sagrada Familia de Lima, el hogar de menores más grande de Latinoamérica. De hecho, acabaron la carrera antes de tiempo para irse a Perú y la estancia allí hizo que empezaran más tarde a preparase el MIR.

Consideran que su experiencia en el país sudamericano les cambió la vida. "Ver cómo niños que no tienen nada lo dan todo, y que viviendo circunstancias muy difíciles y con escasos recursos materiales son felices, te cambia la filosofía de vida. Ellos cuando se levantan dan gracias por lo que tienen. Te enseñan tanto... Nos sentimos unas privilegiadas por haber tenido la oportunidad de conocer eso y nos sentimos con la obligación moral de, aquí, en nuestro día a día, transmitir lo que esos niños nos han enseñado e intentar contagiar su fuerza, alegría, su agradecimiento y sus valores a la gente que tenemos cerca, porque mucha gente no es consciente de lo que tiene".

Marta y Belén aseguran que están muy contentas en Cádiz, aquí se sienten "como en casa" porque "la luz y el brillo que tiene el mar de Cádiz lo tiene la gente", concluyen.

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