El hospital flotante se plantea dar un ultimátum a Navantia si no se le atiende en Cádiz

En próximas horas, si nada lo remedia, Navantia y, en general, Cádiz, tendrá que anotar una víctima colateral más en todo el conflicto laboral que ha mantenido en pie de guerra a la ciudad entre la Dirección de Navantia y las empresa auxiliares del metal.

La paz quedó ya rubricada el sábado pasado en un documento en el que se desconvocaba la huelga, pero ésto no ha significado el final de la guerra, ya que aún quedan francotiradores escondidos en los edificios de la ciudad intentando boicotear la vuelta a la normalidad en la tres factorías de los astilleros de Navantia de la Bahía de Cádiz.

Se mantienen los piquetes, ha habido incluso detenidos en las últimas horas, prosiguen las amenazas, de manera que la factoría de Cádiz, al igual que las de Puerto Real y San Fernando, sigue vacía. No hay ni un sólo barco cuando ahora mismo, a 1 de julio de 2025, como mínimo, según el último planning elaborado antes del conflicto, debería tener entre diques y muelles a dos buques:la fragata Numancia y el hospital flotante más grande del mundo:el Global Mercy.

Sobre el primero se sabe con certeza que la Armada está dispuesta a esperar lo que haga falta con tal de que la reparación y puesta a punto de la fragata se lleve a cabo en Cádiz. Es fácil pensar que aquí no sólo tiene que ver la fidelidad de la Armada a la Bahía gaditana sino que, desde el punto de vista práctico, es fácil pensar que le sale más barata la varada en Cádiz que llevársela a Ferrol, ya que la mayoría de su tripulación reside en el entorno de la provincia de Cádiz. Así que será cuestión de esperar.

Pero no ocurre lo mismo con el buque Global Mercy, considerado el hospital flotante más grande del mundo.

Este barco viaja por el mundo, más bien por el tercer mundo, regalando vida y reparando corazones gracias a la solidaridad de la organización que está detrás del organismo Naves de Esperanza, cuyo presidente en España, Gerardo Vangioni contactó personalmente con este periódico para expresar su más profundo agradecimiento por la labor de difusión que se estaba haciendo sobre las misiones que llevaba a cabo. Su labor la desarrolla a día de hoy en un punto concreto de la tierra, en Sierra Leona, donde atiende a la población más nesitada a cambio de nada.

Pero ahora eran ellos, los de Global Mercy, los que necesitaban ayuda para la puesta a punto de su buque solidario. Así, con esa intención y con una varada programada para 42 días llegaba con cierto retraso a Cádiz el pasado día 25 a las once y pico de la mañana en medio de una batalla que para ellos era desconocida:el conflicto del metal.

El Global Mercy quedó atracado en el Muelle Marqués de Comillas, casi con el motor en marcha a la espera de recibir la autorización por parte de Navantia para poder entrar en la factoría de reparaciones de Cádiz.

Pero no ha sido así y pasan las horas y los días, de manera que Global Mercy ha tomado la determinación de darse 48 horas de confianza para ser atendido. Si pasara ese tiempo tienen cada vez más claro que se marcharán con su varada a otra parte.

Con esto, el Global Mercy, si se llegara a ir, sería una nueva víctima de esta batalla que el sábado pasado, con la firma de la desconvocatoria de huelga, se convertía en un sinsentido que está trayendo graves y posiblemente irreparables daños al astillero gaditano.