tribuna de opinión

Algunos hombres buenos

  • José Manuel Hesle tendrá desde hoy un paseo con su nombre en la ciudad

Hay hombres y mujeres que estando cerca nos hacen ser mejores personas. En cambio, hay otras, a las que tú llamabas gente, que teniéndolos cerca hacen que desaparezca la luz del día a día y todo se envenena. Y sobre todo esto estabas tú, amigo mío, amigo nuestro, que aceptabas a los que pudieran mejorarte, mejorándonos en una simbiosis absoluta, pero que tampoco dudabas en aceptar a aquellos trepadores de palmeras, intentando hacerlos mejores. Y ciertamente, como te recuerda tu amiga Teófila Martínez: "Solo pueden hacer esto los hombres repletos de dignidad. Un amigo incansable impregnado de la capacidad para el diálogo y el entendimiento. Un ser lleno de luz hecho faro para dirigir y hacer entender a todos sus sueños convertidos en proyectos. Capaz hasta el agotamiento de ponerse en el lugar de los otros y entender que son los ciudadanos los que importan y merecen todos nuestros esfuerzos".

No hay nadie que te conociera que no pueda decir que le ayudaste, es más, tu amigo Manolo Garrido, el cuidador eterno y alcalde casi vitalicio de Algar, solo necesita para recordarte decirme que le enseñaste a ayudar. Y Algar, escondido entre la sierra de las Cabras y la de la Dehesilla, te añora porque mientras respirabas el olor del tomillo de esos montes, hacías pueblo entre sus vecinos y planeabas recreaciones y exposiciones en ese ímpetu tuyo por arreglar el mundo.

No he necesitado indagar en qué sentían y qué han perdido, la gente que contó contigo para el trabajo sencillo sigue creyendo en que eras uno de esos hombres buenos que reparan los errores y levantan del suelo a los más ofendidos: "Era un amigo sobre todas las cosas, pero era también la persona a imitar en tantas cuestiones de la vida, su militancia política, pero sobre todo cívica, era un modelo del trabajo desde las bases, siempre desde abajo, nunca pidió una prebenda, un reconocimiento. José Manuel estuvo conmigo en esas luchas que parecen perdidas a los ojos de algunos, pero que sirvieron tanto para avanzar en esta ciudad". Así te recuerda Paco Piniella, un hombre lleno de mar y de olas, que jamás pensó que fueran ellas tu último refugio.

Y en la soledad de las rencillas políticas, poner paz de la buena, de esa que calman no solo las mentes exaltadas, sino que aplacan y serenan a otros hombres y mujeres buenos que también se cansan, que también se doblan como las espigas, pero insisten y persisten, tal es su condición de entrega: "Cuando lo conocí me impresionó su determinación por mejorar las cosas y su tenacidad para continuar cuando venían mal dadas. Cuando me contaba cómo veía la situación política o social, te dabas cuenta de que tenía la firmeza de convicción que hace falta para llevar adelante ilusiones, en definitiva, un hombre íntegro, listo, formado y muy comprometido con la sociedad en la que vivía. Un amigo de los que no necesitas ver todos los días para saber que estaba ahí para cuando lo necesitaras, como hice más de una vez con él en nuestros numerosos entuertos". Así te añora tu amigo Jiménez Barrios, quien, como tú, conserva apretados los pies, que no hundidos sobre nuestra tierra, para conservar firmes nuestros ideales.

Y hubo compañeros de partido que, ilusionados y desilusionados una y mil veces por las batallas improductivas de lo que algunos llamaban política, te recuerdan así: "Lo echamos mucho de menos. Lo echo mucho de menos. Sus consejos, su apoyo, sus ideas, la expresión de sus pensamientos. Fue pilar fundamental para nuestra ciudad, para su barrio. Representó desde el debate y la participación a quienes vivían a su alrededor. Le puso cara al trabajo compartido y colaborativo. Y a muchos nos enseñó que participar, dialogar y debatir son piezas fundamentales para construir una sociedad justa, solidaria e igualitaria". Marta Meléndez.

"Coincidí con José Manuel como compañero en el Partido Socialista, como activista en Plan C, como ciudadano de esta ciudad en otros frentes siempre caracterizados por la preocupación y el deseo de mejora para Cádiz. Y si hubiera de destacar algo es su honestidad intelectual y moral. Nos harían falta muchos Hesle para sacar nuestra ciudad del agujero en el que está. Se le echa de menos". Luis Ben.

Y nuestra ciudad qué puede contarme de ti. Me cuentan sus murallas cuánto luchaste por ellas. Me dicen sus piedras, los restos de las aguadas, los fuertes y los baluartes que están muertos desde que te fuiste. Me hablan con tristeza las asociaciones y los jóvenes marchitos hechos ya hombres, a los que sacaste de la oscuridad de no ser amados. Me repiten, en el silencio de las tardes de otoño, que te añoran los cañones sin encontrar un lugar donde depositar los años de espera. Y me parten el alma las olas, que, arrepentidas por sus actos, ya no se atreven a arrimarse a las orillas donde dejaste tu último suspiro.

Y entre ellos hay hombres que, herederos de tu estela de lucha, te añoran sin consuelo: "José Manuel hizo de la ciudadanía y de la preocupación por la gente el leitmotiv de su compromiso vital, pocas personas tan generosas con esta ciudad he conocido. No se trata de homenajearle, pues era poco dado al regalo fácil, pero sí de agradecerle cuánto dio por la gente de Cádiz". Paco Cano.

"José Manuel era la búsqueda incansable del consenso, la demostración de que es posible hacer partícipe a personas de diferente procedencia, sensibilidad e inquietudes en un mismo proyecto. Pero se fue sin irse. Dejando un hueco irremplazable, pero su ejemplo, su entrega y la enseñanza de que el progreso va acompañado del empoderamiento de la gente y en avanzar sin dejar a nadie atrás, permanece". Martín Vila.

Se van los hombres buenos, se marchan sin decir palabra. Abandonan la vida como la vivieron, algunos como tú con la apoteosis final de un canto épico. Y ya no están y se les extraña y se les añora en cada esquina. Se fue el poeta, el narrador de historias de la gente sencilla, el contador de sueños. Se fue el artista capaz de dar mil caras a la ciudad en la que vivía, se fue el marido, el padre, el abuelo y se llevó con él las mil caricias no dadas a Irene. Se fue el amigo, el más fiel de los amigos, el más fiel para los que se erigieron incluso enemigos. Te fuiste tú, uno de esos hombres buenos y nosotros, los que aún esperamos sin saber cómo nos sobrecogerá la muerte, somos un poco mejores gracias a haberte conocido.

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