Fuente de vino en el Corpus
Las bodegas de la zona regalaban sus productos durante una hora en la plaza de San Juan de Dios
Realizada por el artista gaditano Antonio Accame

Cádiz/Después de la Guerra Civil la mayoría de las ciudades españolas intentaron recuperar sus mejores tradiciones, sobre todo las que tenían relación con la Iglesia y que durante la Segunda República habían sido suprimidas o minimizadas. Fue el caso de Cádiz, donde, además de la Semana Santa, las autoridades se implicaron en la recuperación del Corpus, indudablemente la fiesta mayor para los gaditanos hasta los años setenta del pasado siglo.
Dentro de esta recuperación del Corpus como la fiesta principal de Cádiz, el Ayuntamiento de la ciudad y la Sociedad Gaditana de Fomento colocaron una fuente de vino en la plaza de San Juan de Dios. Una fuente que fue diseñada por Accame y que estuvo funcionado durante varios años en la década de los cuarenta de pasado siglo.
El origen de la fuente del vino estaba en la cabalgata festiva que con motivo del Corpus era organizada la noche anterior. Dicha cabalgata rememoraba a Alonso el Sabio y a la reina doña Violante, y suponían que el Rey Cristiano, al tomar Cádiz a los moros, ordenó que se sirviera vino en abundancia para los soldados y el pueblo.
En 1940 la organización festiva del Corpus fue encargada a la Sociedad Gaditana de Fomento, que presidía el concejal Eladio Campe y a Ramón Grosso. A través de Diario de Cádiz se hizo saber a la población que la cabalgata festiva simbolizaba la toma de Cádiz por las tropas cristianas al mando del el Rey Alonso el Sabio y la sumisión del Rey moro Abenyusef, Rey de Fez y Marruecos.
En efecto en esta cabalgata festiva que salía la noche anterior al Corpus figuraban don Alonso el Sabio, su esposa doña Violante, el Rey moro Abensusef, varios sultanes e infinidad de figurantes. No faltaban los gigantes y cabezudos y la “tarasca”, un enorme dragón que despedía fuego por la boca y que asustaba a la chiquillería. Esta “tarasca” no era original de Cádiz, ya que figuraba, y sigue figurando, en numerosas poblaciones de España y que simboliza el triunfo del Bien sobre el Mal.
La cabalgata salía del Pópulo y tras pasar por el Arco de la Rosa se dirigía a la plaza de San Juan de Dios. Frente al Ayuntamiento, el Rey don Alonso el Sabio recibía las reverencias de la tropa mora y acto seguido con voz solemne anunciaba:
_Que corra el vino.
A esa voz de mando quedaban abiertos los ochos grifos de la fuente, pero por tiempo exacto de una hora. Hay que recordar que hablamos de los años cuarenta donde abundaban las restricciones de todo tipo.
Los “adoradores del Dios Baco”, como llamaba la propia propaganda oficial a los que iban a consumir el vino debían colocarse, en riguroso orden de cola en la calle Pelota y tras la consumición salir hacia la calle Sopranis. No estaba permitido, por supuesto, la entrada a la fuente por lugar distinto al ordenado. Los consumidores no podían llevar jarrillos ni recipientes para el vino, debiendo limitarse a llevar una vaso pequeño a a beber directamente del grifo. Por supuesto no estaba permitido las repeticiones, salvo que no hubiera nuevos bebedores. Del orden quedaban encargados dos guardias municipales, que eran más que suficientes para que no hubiera incidentes.
En 1941 y a la vista del éxito del año anterior, las fiestas de Corpus volvieron a contar con cabalgata festiva, organizada por Ramón Grosso, y fuente del vino. En este año, Alonso el sabio y doña Violante salieron de la Posada del Mesón para llegar hasta San Juan de Dios, donde el rey moro rindió sus armas a las tropas cristianas. Finalmente el Rey Alonso con gran solemnidad dio la voz que tanto esperaban los “devotos de Baco”.

_Que corra el vino.
Y de los ocho grifos de la fuente comenzó a manar el vino donado por las bodegas Picardo, Gómez, Lacave, Caballero, Blázquez y Domecq. Una hora justa de vino gratis y sin que estuviera permitido los excesivos “reenganches”.
Y tras el cierre de la fuente, con alguna que otra protesta, continuaba en la plaza de San Juan de Dios la Velada de Corpus, que en ese año del que hablamos, 1941, hubo actuación del grupo Solera de Cádiz en el que destacaban el cantaor Pericón y el guitarrista Capinetti. También hubo ese año concurso de mantones de Manila y las señoras y señoritas que así lo desearon pudieron pasar junto a una pequeña tribuna, al lado de la fuente del vino, donde un jurado presidido por Antonio Accame otorgaba la correspondiente puntuación para entregar posteriormente algunos regalos a las ganadoras.
La cabalgata volvió a repetirse en 1942, pero entrando por las Puertas de Tierra y pasando por las calles del centro antes de llegar a San Juan de Dios. El orden era el siguiente; 6 heraldos a caballo; sección de negros; sección de enanitos; maestro de ceremonias; clarineros; cabezudos; 6 heraldos con guiones; 2 pajes y un timbalero, don Alonso X el Sabio y doña Violante; Abenyusef y su consorte reyes de Fez y Marruecos; jefes moros, jefes cristianos; banda de música; soldados; coro de niños; rondalla; majos y majas de Cádiz; jinetes con muchachas montadas a la grupa; cerraba el cortejo la Tarasca con mojigones y diablos.
Este año de 1942 presentó la novedad de que a la fuente del vino pudieron acercarse por grupos de 16 personas, dos por grifo, y permanecer allí algunos minutos a criterio de la Guardia Urbana.
Ya no hubo más fuentes de vino en el Corpus de Cádiz. Las vicisitudes de la II Guerra Mundial trajeron los llamados “años del hambre” y el municipio gaditano ya no estaba para hacer los dispendios de años anteriores.
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Es Director territorial SurLevante de Howden Iberia.