Cádiz

La encrucijada del Palmito Vintage

El Palmito Vintage, un mesón-bar de la calle de La Palma de Cádiz.

El Palmito Vintage, un mesón-bar de la calle de La Palma de Cádiz. / Lourdes de Vicente

“El negocio se lo han cargado”. Esta frase de Vicente Fernández, un gerente que no se arruga ante las adversidades y que lleva seis años luchando por el local que un ¿buen? día decidió abrir en la calle Virgen de la Palma resume las últimas semanas de calvario que lleva viviendo este establecimiento cuyo futuro ha quedado en el aire por un matiz del pasado más lejano y por cierta dosis de mala fe que ha jugado en su contra.

El local de Vicente Fernández, el Palmito Vintage, saltó a la 'fama' de la ciudad este pasado verano cuando el Ayuntamiento procedió al precinto del establecimiento en plena temporada alta de la calle de La Palma por “no cumplir con las medidas mínimas de higiene y salubridad”, como se explicó entonces a la prensa. Esa circunstancia duró unos días, el tiempo que tardó el responsable del negocio en acatar las indicaciones dadas por la delegación de Salud y de lograr el informe favorable de Urbanismo. Pero el nombre del local ya había quedado dañado; y el mazazo que ha llegado a raíz de estas inspecciones tiene ahora una incierta solución.

Vicente Fernández cuenta que todo comienza cuando recibe una queja de un vecino “que no lleva mucho tiempo viviendo aquí” por ruidos y olores. Queja que él atiende con una empresa que inspecciona el local y con el propio vecino, “que me dijo que no hiciera obras ahora porque la finca tiene que pasar la ITE y posiblemente hicieran falta otros arreglos y reparaciones”. Pero en cuestión de días, recibió inspección de Urbanismo, y poco después de Sanidad, por denuncias de ese vecino que le dijo que no se preocupara.

Tal y como se recogió en la información del precinto del Palmito, el informe de Sanidad recogía una serie de deficiencias: “La cocina es pequeña y deja huecos de difícil acceso para la limpieza. No dispone de puerta que la aísle del resto del local. No tiene espacio para colocar estantes sobre los que depositar enseres y utensilios, encontrándose algunos de estos sobre la nevera y el horno. No dispone de fregadero en la cocina. En general, se observa desorden y el estado de limpieza es deficiente. En el fregadero de la barra no hay agua caliente. Las estanterías del almacén son de aglomerado de madera que se encuentra hinchado. Las paredes están sucias y hay azulejos caídos”.

Vicente asegura que en el plazo de 15 días que otorgaba Salud para reparar estos problemas en el local dio solución a todos ellos, que no eran más que colocar una puerta, cambiar estanterías de madera por metálicas, cerrar unos huecos de la cocina, o dotar de agua caliente a la barra, “que no la tenía porque ahí no se friega ya que tengo un lavavajillas y el agua caliente solo lo tenía en la cocina, que es donde sí se friegan los cacharros y utensilios”.

Es más, con fecha 30 de agosto el gerente del Palmito Vintage recibe informe de la delegación de Salud confirmando que se han subsanado todas las deficiencias anotadas en la inspección y dejando constancia, además, de que esa delegación “no se ha iniciado expediente sancionador alguno en ningún momento del presente procedimiento”. “No se le hace requerimiento ni se inicia expediente sancionador por motivos de insalubridad o riesgo inminente para la salud pública por parte de la delegación municipal de Salud”, reafirma el informe, confirmando -tal y como expone Vicente Fernández- que el local de Virgen de la Palma “no se ha cerrado por insalubridad y falta de higiene”. “Tengo muchos años de hostelería a mis espaldas y por mi trabajo anterior conozco a la perfección el protocolo del cuidado y tratamiento de los productos”, asegura.

Pero el problema del Palmito Vintage no queda en esa mala imagen del cierre del local. El problema llega a raíz de esas inspecciones, que han permitido al Ayuntamiento percatarse ahora de que la licencia concedida al establecimiento (en 1988, nada menos) no permite la actividad de cocina. Es más, la licencia que tiene Vicente Fernández en su establecimiento es para “mesón-bar” y no especifica nada de la cocina. Pero en el Ayuntamiento sí existía una resolución respecto a esa licencia que sí especifica la imposibilidad de tener cocina. Y ante ese documento de hace 34 años que probablemente haya carecido de valor hasta la fecha (teniendo en cuenta la trayectoria del local hasta la llegada de Vicente), el Palmito se ha tenido que reinventar provisionalmente a la espera de una resolución final.

La situación no es fácil, porque como el propio Vicente reconoce solicitar nueva licencia exige adaptar el local a la normativa actual en materia de acceso de personas, insonorización, espacios físicos y demás cuestiones que hacen imposible, por muy grande que sea la inversión que se haga, obtener la licencia.

De momento, el local funciona sin freidora y sin fuego, sirviendo solo comidas frías, cosas hechas al horno, recurriendo a la denominada “quinta gama”, a alimentos preparados, “que restan mucho respecto a la elaboración artesanal de los platos”. Y mientras espera una resolución final del Ayuntamiento respecto a su licencia, Vicente Fernández se ha visto obligado a despedir a todo el personal “porque no puedo hacerme cargo de ellos”.

A día de hoy, el Palmito Vintage se encuentra en una encrucijada, con un 70% de caída en las ventas, una plantilla reducida a la mínima expresión y una ilusión puesta hace seis años que ha tumbado una resolución municipal de 1988 de la que nadie advirtió a Vicente cuando decidió abrir el negocio y que tampoco se había tenido en cuenta en todas las inspecciones que el local ha tenido hasta el pasado agosto.

“Estamos a la espera de ver en qué queda la cosa”, resume resignado Vicente Fernández, que reconoce que con el ritmo actual de actividad “el negocio a la larga no será viable”.

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